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1714. Conoce 7 tipos de Mediación para resolver conflictos

Con este método, un tercero capacitado ayuda a que las partes lleguen a un acuerdo mediante de los principios de la negociación colaborativa de beneficio mutuo.
Cuando las partes involucradas en un conflicto grave quieren evitar una batalla judicial, la mediación puede ser una alternativa eficaz. Con este método, un tercero capacitado ayuda a las partes a llegar a acuerdos a través de los principios de la negociación colaborativa de beneficio mutuo.
Usualmente pensamos que todos los procedimientos de mediación son iguales, pero en realidad los mediadores adoptan enfoques distintos. Antes de elegir a la persona que fungirá como mediador toma en cuenta los diferentes estilos y tipos de mediación que existen.
1. Facilitación
En la también llamada mediación tradicional el facilitador intenta fomentar la negociación entre las partes en conflicto. En vez de hacer recomendaciones directas o de imponer una decisión, el facilitador exhorta a ambas partes a encontrar su propia solución explorando los intereses más profundos de la otra parte. En la facilitación, los mediadores suelen reservarse su opinión respecto al conflicto.
2. Mediación por mandato judicial
Aunque la mediación usualmente se define como un proceso totalmente voluntario, un tribunal puede ordenarlo en aras de promover un acuerdo expedito y eficiente en cuanto a costos. Cuando las partes y sus abogados se muestran renuentes a participar en una mediación las posibilidades de que lleguen a un acuerdo a través de este método son bajas porque es probable que estén simplemente dejando pasar las audiencias; sin embargo, cuando ambas partes se comprometen con el proceso la tasa de acuerdos es mucho más alta.
3. Mediación consultiva
En contraste con la facilitación, en la mediación consultiva es más probable que los mediadores emitan recomendaciones y expresen su opinión. En vez de centrarse en los intereses subyacentes de las partes involucradas, quienes se dedican a este método ayudan a las partes a evaluar los fundamentos legales de sus argumentos y a tomar decisiones justas. Se usa con mayor frecuencia en la mediación por mandato judicial y los mediadores consultivos suelen ser abogados con experiencia en el campo en conflicto.
4. Mediación transformadora
En esta los mediadores se centran en empoderar a las partes involucradas para que resuelvan su conflicto al tiempo que las exhortan a reconocer las necesidades y los intereses de la otra parte. Robert A. Baruch Bush y Joseph P. Folger la definieron en su libro La promesa de mediación y tiene sus raíces en la facilitación. En su versión más ambiciosa el objetivo del proceso es transformar a las partes y su relación a través de la adquisición de habilidades para generar un cambio constructivo.
5. Mediación/arbitraje
En este híbrido las partes primero llegan a un acuerdo respecto a las condiciones del procedimiento en sí. A diferencia de la mayoría de las mediaciones usualmente se acuerda por escrito que el resultado del proceso será vinculante. Luego intentan negociar una solución a su conflicto con la ayuda de un mediador.
El proceso no termina si la mediación no arroja un acuerdo o si quedan cuestiones sin resolver. En este caso las partes pueden pasar al arbitraje. El mediador puede asumir las funciones de un árbitro (si esa persona está calificada para ello) y tomar una decisión vinculante y expedita con base en sus juicios, ya sea sobre el caso en general o sobre las cuestiones que no quedaron resueltas. De igual forma un árbitro puede tomar el control del caso tras consultar al mediador.
6. Arbitraje/mediación
De acuerdo con un artículo de Richard Fullerton para el Dispute Resolution Journal, en el arbitraje-mediación un tercero capacitado y neutral conoce las pruebas y los testimonios de las partes en disputa; emite un laudo, pero no lo da a conocer a las partes; intenta mediar en la disputa de las partes, y revela su laudo vinculante si las partes no logran llegar a un acuerdo.
Este proceso elimina el inconveniente del mal uso potencial de la información confidencial de la mediación/arbitraje pero presiona a las partes para llegar a un acuerdo, señaló Fullerton. Cabe señalar que el árbitro-mediador no puede cambiar el laudo inicial si se entera de información nueva durante el proceso.
7. Medicación electrónica
En la mediación electrónica, el mediador brinda servicios de mediación a partes situadas a gran distancia entre sí o que cuyo conflicto es tan fuerte que no pueden estar en la misma habitación, escribieron Jennifer Parlamis, Noam Ebner y Lorianne Mitchell en un capítulo del libro Advancing Workplace Mediation Through Integration of Theory and Practice (Cómo fomentar la mediación laboral a través de la integración de la teoría y la práctica).
La mediación electrónica puede ser un sistema de resolución de conflictos totalmente automático y en línea, sin interacción de un tercero; sin embargo, si se lleva a cabo a distancia es más probable que se parezca a una facilitación tradicional, de acuerdo con los autores del capítulo. Gracias a los servicios de videoconferencia, como Skype y Google Hangouts, las partes pueden comunicarse fácil y económicamente en tiempo real y beneficiarse de apreciar el lenguaje corporal y la entonación de su contraparte.
Los primeros estudios indican que la mediación mejorada a través de la tecnología puede ser tan efectiva como las técnicas tradicionales de mediación. Es más, el proceso es menos estresante para las partes y se fomentan la confianza y las emociones positivas.
Este artículo se publicó por primera vez en el boletín Negotiation del Programa de Negociación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard. Katie Shonk es editora del Programa de Negociación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos.
Katie Shonk. Expansión.mx. 12/08/18
https://expansion.mx/carrera/2018/08/12/conoce-los-7-tipos-de-mediacion-para-solucionar-un-conflicto

1392. Las emociones como herramienta de Negociación

Las palabras, el lenguaje corporal y las variaciones sutiles del tono de la voz pueden ayudar a quien negocia a detectar oportunidades de acuerdos que otros no ven. Las tácticas de los músicos de jazz cuando improvisan ofrecen una guía útil para desarrollar este costado emocional y perceptivo
Buenos Aires, Argentina. Nelson Mandela fue conocido por todo el mundo por destinar parte de su tiempo en la cárcel a estudiar la historia de los afrikáners y aprender afrikaans, el idioma de sus carceleros. Él creía que poder ver el mundo a través de los ojos de sus adversarios sería importante en cualquier negociación futura.
La empatía y las emociones –tanto propias como de los demás– desempeñan un papel crucial en la negociación, ya sea en el ámbito de la política o los negocios. La conciencia emocional puede ayudarnos a navegar por los puntos ciegos y los prejuicios y dotarnos de autocontrol.
En el libro recientemente publicado “El arte de la negociación: cómo improvisar un acuerdo en un mundo caótico”, el profesor Michael Wheeler, de la Escuela de Negocios de Harvard, compara la habilidad de los buenos negociadores con la de los músicos de jazz o comediantes que improvisan. Estos artistas saben leer los estados de ánimo de los demás, responder con creatividad a giros inesperados y abordar un tema.
Si nos ponemos nerviosos ante la sola idea de tener que negociar, sostiene Wheeler, corremos peligro de quedar atados a planes rígidos, perder oportunidades para resolver problemas de forma creativa o llegar a acuerdos demasiado desfavorables. Pero, incluso cuando estemos frescos como una lechuga, es preciso entender que otros pueden no estarlo. “Como personas, nos gusta tener el control; como negociadores precisamos que los demás digan ‘sí’”, explica el profesor Wheeler.
Preparase emocionalmente puede formar parte de la preparación mental para la negociación. Contra lo que dice la intuición, decidir no ponerse nervioso puede ser más perjudicial que beneficioso dado que hace que dejemos de prestar atención al otro y nos centremos en nosotros. Hay un enfoque mejor, dice Wheeler, que consiste en convertir la ansiedad en curiosidad escuchando atentamente lo que dice el otro y cómo lo dice. Las palabras, el lenguaje corporal y las variaciones sutiles del tono de voz dan indicios de las preocupaciones del otro, ayudan al negociador emocionalmente perceptivo a detectar oportunidades de acuerdo que otros no advierten. Como Wheeler señala en su libro: “Si uno está profundamente atento, su mente se aquietará”.
La neurociencia y la psicología sugieren formas de que los negociadores alcancen el equilibrio emocional y se pongan a sí mismos en primer lugar para alcanzar el éxito. Por ejemplo, recordar logros pasados promueve el optimismo. Los experimentos que miden la liberación de hormonas han demostrado que caminar con la cabeza en alto reduce la ansiedad.
Erin Egan, gerente senior de desarrollo de negocios de Microsoft en Estados Unidos, trata de canalizar sus nervios en el entusiasmo, en lugar de reprimirlos. “Trato de visualizar un resultado que va a ser muy positivo y me digo que vamos a llegar a un lugar realmente grande”.
Aunque suene simplista, puede tener una justificación científica. En experimentos realizados por investigadores de Harvard, los voluntarios a los que se indicó que dijeran “estoy emocionado” mientras realizaban tareas estresantes eclipsaron a los que se les indicó que dijesen “estoy tranquilo”. La idea es que es más fácil pasar de la angustia a emoción que de la ansiedad a la calma.
Cuando se trata de trabajar en la psique del bando contrario, los empresarios pueden aprender de lo que funciona -y lo que no- a los diplomáticos y las fuerzas de paz en la negociación de puntos críticos donde lo que está en juego puede ser de vida o muerte.
Jeff Weiss, profesor adjunto de West Point, la academia militar de Estados Unidos y socio de consultoría en gestión de Vantage Partners, sostiene que los mismos principios se aplican tanto en zonas de combate como en salas de conferencias. Establece un paralelismo entre un hecho relacionado con la participación de Estados Unidos en Afganistán y los conflictos comerciales con que se topa en el ámbito de la consultoría.
En el ejemplo de Afganistán, los oficiales occidentales de inteligencia erróneamente detuvieron a un líder de una aldea por un año. A partir de llamadas a su móvil, dieron por sentado que era un rebelde político. De hecho, los talibanes locales lo amenazaban por la apertura de una escuela de niñas.
El hombre exigió una disculpa y una mejora de los procedimientos, no simplemente una indemnización. Sin embargo, el enfoque del oficial que se encargó del conflicto consistió en aumentar la indemnización propuesta, sin abordar las preocupaciones o intentar mitigar el dolor del hombre. El líder de la aldea terminó más rico pero más amargado, y prometió no volver a confiar en los occidentales y aconsejó a sus vecinos que tampoco lo hicieran.
El oficial había cometido un típico error de negociación que las empresas que se sienten en un terreno inestable a menudo suelen cometer: tratar de tomar un atajo a un acuerdo comprando la buena voluntad en vez de abocarse a la laboriosa tarea de reparar la confianza. Según Weiss: “Si no se tiene empatía, si no se profundiza en un problema para averiguar la causa y asegurarse de que no volverá a suceder, no se logrará reparar una relación, no importa el monto de indemnización que se pague”.
Por supuesto, puede ocurrir que uno escuche, sondee y empatice y, aun así, no logre llegar a un acuerdo de voluntades. Algunas negociaciones, dada su naturaleza, consisten esencialmente en regatear precios. A veces, una de las partes puede ver oportunidades de ampliar el tamaño de la torta negociando de manera creativa, pero la otra sólo quiere llevar una negociación lo más dura posible.
Para anticiparse a los problemas, sostiene Wheeler, los negociadores consumados -como los artistas de la improvisación- necesitan un repertorio de respuestas a las cuales recurrir. “Si alguien se está comportando de manera completamente irrazonable y tergiversa los hechos, y ya se intentó corregirlo educadamente sin llegar a nada, es posible que uno golpee la mesa para llamar su atención,” dice. Pero esas exhibiciones deben realizarse estratégicamente para servir a un propósito bien pensado …no porque uno haya perdido los estribos.
Sin embargo, incluso con una cuidadosa preparación emocional, las conversaciones pueden fallar debido a que, en un momento acalorado, los negociadores no escuchan bien o malinterpretan los motivos de cada uno, detectando elementos ofensivos donde no los hubo.
Los negociadores experimentados aplican una serie de tácticas para enfriar las cosas cuando el clima está acalorado. Una de las más simples consiste en tomar un descanso. Otra, que se hizo popular gracias al mediador de conflictos William Ury, autor de Getting Past No, consiste en imaginarse en un balcón observando la negociación desde afuera. Cuando se da un paso atrás, la otra parte puede seguir siendo inflexible, pero la percepción de uno de la situación puede haber cambiado.
Michael McIlwrath, director de litigios de la división de petróleo y gas de General Electric, ofrece un ejemplo personal. En una ocasión, pasó tres meses tratando de negociar un acuerdo con un defensor combativo de un gran grupo energético europeo.
Con las relaciones en el filo de la navaja, su oponente sugirió una solución tan poco ortodoxa y económicamente compleja que este la desestimó como una maniobra irresponsable. Fue sólo cuando un colega respondió, “Ajá, interesante… parece una buena idea”, que se dio cuenta de que la sugerencia era ingeniosa y buena para ambas partes.
“Pasamos de una mala controversia a (un acuerdo que) ambas empresas consideraron una gran victoria y que llevó a una relación comercial que (perdura) hasta el día de hoy”.
Como una muestra del adagio “vemos las cosas no como son, sino como somos nosotros”, no se puede pedir un mejor ejemplo, sostiene McIlwrath.
Alicia Clegg. Cronista.com. 10/02/14
http://www.cronista.com/financialtimes/-Las-emociones-como-herramienta-de-negociacion-20140210-0030.html

1364. El poker y la estrategia, ¿cómo pueden ayudarle en el mundo de los negocios?

México, Distrito Federal. A lo largo de cinco siglos, el ajedrez ha sido un importante referente para los estrategas, tanto de las guerras como de los negocios. En la actualidad, otro juego se está posicionando como símil y entrenamiento para los negocios: el poker. De hecho, la Universidad de Harvard incluye entre sus programas de estudios empresariales la asignatura ?Strategical Poker Thinking? para ayudar a mejorar las habilidades de negociación en el ámbito empresarial. Los cuatro juegos de mesa con los que disfrutarás del placer de aprender a negociar.
"Igual que los niños aprenden cuando juegan, los adultos también lo hacen y el poker entrena varias habilidades psicológicas superiores como el análisis, la estrategia o la toma de decisiones. Se tienen que tener en cuenta todas las variables para tomar la decisión adecuada, algo muy parecido a lo que tiene que hacer un directivo", afirma Carlos Limones, psicólogo y coach emocional, en el portal Gestión. 
Este experto forma parte de una nueva experiencia lanzada por Pokerstars, una serie de master class que analiza los puntos fuertes y débiles de la personalidad a través del poker, con la intención de trabajar esas habilidades y aplicarlas a la vida profesional.
Decidir como Bill Gates
Juan Manuel Pastor, uno de los jugadores más conocidos en el mundo del poker, confirma que muchos directivos son grandes aficionados a este juego. ?Bill Gates lo es, al igual que muchos brokers británicos. Les gusta jugar con profesionales para estudiarnos y aprender. Ambos estamos acostumbrados a tomar decisiones bajo presión?.
En su opinión, ambos ámbitos tienen muchas cosas en común: ?Tienes que saber administrar tu dinero, tener paciencia, ser disciplinado y tomar en cada momento la decisión idónea, sabiendo que hay un factor que no puedes controlar: la suerte?. Jeff Bezos nos revela las 10 claves del éxito
Estrategias
El farol
Consiste en actuar con seguridad y fortaleza cuando no se tienen todos los ingredientes para ganar, con el propósito de apabullar a los competidores y, de esa manera, liderar la partida. Al cerrar un negocio, es posible que los interesados en lograr la posición líder no cuenten con todas las bondades que aparentan: el respaldo financiero, los desarrollos tecnológicos, la capacidad operativa, etc. Sin embargo, en muchas oportunidades, aparentan tener todos estos ingredientes, para llevar la negociación a buen término y después fortalecer sus lados débiles en el momento de la ejecución de la propuesta.
Retirarse
Los buenos jugadores deben saber cuándo retirarse de la mesa. Después de hacer cálculos y análisis detallados, un jugador, al igual que un empresario, debe tener la capacidad de calcular el riesgo y sopesarlo frente al beneficio obtenido. Si un negocio representa inversiones con mucho riesgo o altos costos de producción y la posibilidad de liderar ese mercado no es lo suficientemente sólida, la decisión más inteligente es retirarse.
Cambio de mesa
Las mesas de póker se asemejan a los mercados. Hay varios competidores luchando por llevarse el ?bote' o la mejor tajada. Los cálculos, la observación y la intuición, pueden permitirle al jugador confrontar su situación frente a la de sus competidores y determinar sus posibilidades de ganar. Cuando un mercado es demasiado competitivo o una mesa de poker tiene jugadores excepcionales, es importante evaluar la posibilidad de cambiar de mesa o explorar nuevos mercados, donde se aumenten las posibilidades de alcanzar la posición de liderazgo.
El economista América. 06/12/13
http://www.eleconomistaamerica.mx/empresas-eAm-mexico/noticias/5374111/12/13/El-poker-y-la-estrategia-como-pueden-ayudarle-en-el-mundo-de-los-negocios.html

1289. Duro con el problema

Querétaro, Querétaro. En este nuestro México hemos sido educados a pensar el conflicto como algo negativo; en efecto, en ocasiones genera enfrentamientos.
Sin embargo, el conflicto puede verse también desde otro punto de vista: crea la posibilidad de innovación, de competencia y de trasformación positiva.
Veamos: cuando estamos en medio de un problema, en la mayoría de las ocasiones siempre dirigimos nuestras energías en contra del otro, al que comúnmente llamamos contrincante; es decir, somos duros con las personas, y suaves con el problema. Curiosamente olvidamos las razones principales del problema de origen y mantenemos una lucha tenaz con la otra parte para buscar ganar a como dé lugar.
Dentro de esta lucha buscamos de manera subjetiva mantener nuestra posición por encima del verdadero interés o necesidad, que dicho de paso, no son lo mismo.
El término “posición” tiene su base en el “qué”, es decir aquella que mantiene a una de las partes en su posición original: “me debes la renta” “ese piano es mío” o “págame lo que me debes”. Es la razón objetiva que externamos dentro del conflicto. La posición es inflexible, y pocas veces negociable; por tanto, mantenernos siempre en esta postura seguramente entorpecerá un posible acuerdo porque no estamos dispuestos a mover nuestro enfoque en aras de la solución del conflicto.
Por su parte el vocablo “interés” denota lo que subjetivamente pretendemos, el “para qué”. Es la raíz interpersonal del conflicto, y donde muchas veces radica el verdadero problema. Por ejemplo: para algunos ya no es importante si me debes la renta o no, o si el piano en una herencia…lo que importa a la parte en conflicto es una necesidad más bien emotiva que subyace incluso a veces de manera inconsciente; hay una necesidad insatisfecha -muchas veces afectiva- que impide solucionar el conflicto.
Cuando dos partes desean cosas diferentes en una misma situación es siempre importante a) mantener una actitud de diálogo abierto, b) es cierto que vamos a luchar por obtener “la posición más favorecida” en la negociación; c) pero también debemos tener como pensado el coloquialmente conocido como “plan b”: el llamado MAAN: “Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado” que siempre será mejor tenerlo como una segunda opción posible y aceptable.
También es importante saber apreciar una buena negociación, y ésta habrá sido un éxito cuando las partes no se hicieron concesiones graves que dejen una renuncia de derechos o insatisfacción de ellos. Hay buena negociación cuando el acuerdo es legítimo para ambas partes; es decir nadie se ha aprovechado de nadie. Y lo más importante es que una buena negociación mantiene las relaciones personales de las partes o incluso las mejora.
La transformación positiva de los conflictos debe ser promovida entre nuestros niños, desde la casa y las aulas. Generar en los niños y jóvenes la posibilidad de motivar una cultura de diálogo y de paz a partir de nuevas premisas: Ser suave con las personas y duro con el problema.
Arturo Molina Zamora. El Universal Querétaro.mx. 08/09/13

1247. La importancia de saber Negociar

Madrid, España. Saber Negociar es la habilidad indispensable para ser eficaces en la resolución de conflictos. Evitar que una situación alcance la fase Judicial, acarrea beneficios económicos y permite un alivio para el sistema Judicial, pero sin lugar a dudas, su efecto más importante es el cambio cultural al que conduce ya que permite que los mismos involucrados superen sus conflictos, sin que lo haga un tercero, lo que da lugar a una mayor autonomía de la voluntad y a una menor intervención del estado. La Mediación y el Arbitraje funcionan como mecanismos formales donde se aplican principios de la negociación para la resolución de conflictos.
La negociación es una realidad de la vida no sólo presente en el mundo empresarial, ya que se aplica consciente o inconscientemente en cada actividad que realizamos; por ejemplo, al discutir un precio, al decidir la película que veremos en el cine, al planificar el lugar al que iremos de vacaciones o siempre que nos comunicamos buscando un acuerdo. En el ámbito personal, en la medida en que logramos mejorar nuestra habilidad de negociación obtenemos un claro beneficio, y en el ámbito de los negocios, donde la importancia de esta herramienta es vertebral, nuestra pericia en su uso implicará ventajas competitivas y será la clave que definirá la obtención o no de resultados.
Se estima que la gente emplea de un 50% a un 90% de su tiempo desarrollando actividades o participando de situaciones en las que se aplica la negociación.
En la actualidad existe un consenso en el uso del método desarrollado hace mas de treinta años por la Universidad de Harvard en el marco del “Proyecto Harvard de Negociación” *1, el cual ha sido probado con éxito en todo tipo de casos, desde procesos de negociación sindical, pasando por disputas dentro de organizaciones políticas, hasta problemas internacionales.
Según los lineamientos de la Escuela de Negociación de Harvard, la negociación es un proceso de comunicación mediante el cual utilizando distintas técnicas y herramientas buscamos llegar a un acuerdo que satisfaga a las partes, para lo cual debemos observar una serie de principios. Ante un conflicto de índole legal, la negociación en las instancias prejudiciales es una herramienta esencial para evitar las instancias judiciales.
Cuando dos partes se encuentran ante un desacuerdo, una de ellas debe negociar con la otra, para lograr con éxito la solución al conflicto que las enfrenta, ofreciéndole alternativas y la información necesaria para persuadirle, motivándole e incitándole a tomar el camino del acuerdo, con base en su propio interés.
Los principios básicos de toda negociación que conforman la base del “Método Harvard” son los siguientes:
• Separar a las personas del problema
• Centrarse en los intereses, no en las posiciones
• Inventar opciones en beneficio mutuo
• Insistir en utilizar criterios objetivos
Los sistemas de Mediación y Arbitraje como mecanismos formales de la aplicación de estos principios Los sistemas de Mediación y Arbitraje, ya sean optativos u obligatorios, están extendidos internacionalmente, y en concreto en España mediante la reciente Ley 05/2012 de Mediación en Asuntos Civiles y Mercantiles.
Con independencia de la forma en la que se regule su funcionamiento, en líneas generales, en una Mediación un tercero neutral (Que no decide la resolución de la disputa), conduce un proceso de negociación, asistiendo a las partes para que puedan poner de manifiesto sus verdaderos intereses, con el fin de lograr un acuerdo que las favorezca, siendo la comunicación el factor determinante del éxito.
Muchas veces encontramos a estos denominados “viejos - nuevos métodos” presentados como innovaciones cuando en realidad la mediación y el arbitraje han existido antes, incluso que los sistemas de administración de Justicia como hoy los conocemos, ya que fueron utilizados por distintas comunidades indígenas y orientales, e históricamente han existido los consejos de ancianos para arbitrar diversas cuestiones, por lo que no estamos ante una novedad.
Si bien, la mediación o el arbitraje aplicados en la legislación de cualquier país u orden jurídico, provocan en un principio resistencia entre los abogados y en los propios litigantes, se le reconocen una serie de logros como métodos para resolver conflictos basados en que:
- Son más rápidos y efectivos, lo que apareja beneficios micro y macro-económicos ( Un proceso de Mediación puede durar entre 2 y 8 horas promedio y un Juicio de 2 a 5 años)
- Permiten un alivio para el sistema Judicial al arribarse a acuerdos en un número importante de los casos que pasan por el sistema de mediación
- Se adaptan al cambio, y se actualizan más eficazmente que las instituciones públicas
Pero sin lugar a dudas, su efecto más importante es el cambio cultural al que conducen ya que permiten que los mismos involucrados superen sus conflictos, sin que lo haga un tercero lo que da lugar a una mayor autonomía de la voluntad y una menor intervención del estado.
El cambio como constante, y el ritmo que marcan las tecnologías en la sociedad actual ponen en jaque a las instituciones al incrementar severamente el volumen de conflictos, desbordando los sistemas previstos, por lo que se hace indispensable el dominio de las habilidades de negociación y la aplicación de métodos de resolución de conflictos en el sistema que se adapten mas a las necesidades actuales, situación que no aparece solo en la actividad judicial, sino también en otros sectores de la sociedad, como lo son la empresa, la familia, el barrio y el colegio donde también son necesarios
Citas
1. También se conoce como el Modelo de los Siete Elementos y tiene su origen en las investigaciones realizadas por Roger Fisher y William Ury a finales de los años 70, reflejadas en el libro “Getting to Yes” (1981), cuya segunda edición (1991) que contó con la participación de Bruce Patton, se convirtió en el libro de negociación de referencia a nivel mundial.
Marta Pellón Pérez. Abogada Penalista y Licenciada en Criminología. Martín Ignacio Palladino. Abogado Penalista, de Palladino Pellón y Asociados - Abogados Penalistas
Lawyerpress.com. 09/02/13
http://www.lawyerpress.com/news/2013_02/0902_13_002.html

1134. Roger Fisher (1922-2012)

Boston, Estados Unidos. Roger Fisher ’48, a pioneer in the field of international law and negotiation and the co-founder of the Harvard Negotiation Project, died on August 25, 2012. A professor at Harvard Law School for more than four decades, Fisher established negotiation and conflict resolution as a single field deserving academic study and devoted his career to challenging students and colleagues alike to explore alternative methods of dispute resolution.
Harvard Law School Dean Martha Minow said: “Harvard Law School has been profoundly privileged to count Roger Fisher as a treasured colleague, teacher, and leader; the countless problems he solved, lives he changed, and negotiations he led or inspired are an awe-inspiring legacy.”
Through analysis and writing, Fisher’s work laid the foundation on which much of the field of negotiation and conflict resolution has been based. His best-selling book, “Getting to Yes: Negotiating Without Giving In” (co-authored with William Ury in 1981), has been translated into 23 languages and has sold more than 3 million copies worldwide. Prior to the publication of “Getting to Yes,” there were almost no regular courses in negotiation taught at academic institutions. Now there are hundreds, if not thousands, of courses devoted to negotiation.
“Through his writings and teaching, Roger Fisher's seminal contributions literally changed the way millions of people around the world approach negotiation and dispute resolution,” said HLS Professor Robert Mnookin ‘68, chair of the Program on Negotiation at Harvard Law School and director of the Harvard Negotiation Research Project. “He taught that conflict is not simply a‘zero-sum’game in which a fixed pie is simply divided through haggling or threats. Instead, he showed how by exploring underlying interests and being imaginative, parties could often expand the pie and create value.”
In 1979, Fisher co-founded the Harvard Negotiation Project with Ury and Bruce Patton ’84, serving as the director. HNP’s mission is “to improve the theory and practice of conflict resolution and negotiation by working on real world conflict intervention, theory building, education and training, and writing and disseminating new ideas.”
Patton, who co-wrote the 1991 edition of “Getting to Yes”and is a Distinguished Fellow of the Harvard Negotiation Project, said Fisher’s legacy was much broader than his work on negotiation. “Roger sought to build a systematic toolbox for analyzing and diagnosing the causes of any disliked situation and finding practical, effective ways to move it toward a preferred state. Like a hard scientist, Roger believed that one could not build such tools (or teach them effectively) without being able to test and refine them in the crucible of practice.”
According to Patton, Fisher’s efforts contributed directly and materially to multiple steps toward peace in the Middle East, including Sadat’s trip to Jerusalem, and the Camp David summit that led to an Israeli-Egyptian peace treaty; peace in Central America and especially in El Salvador; the resolution of the longest-running war in the western hemisphere between Ecuador and Peru; the breakthrough that enabled resolution of the Iranian hostage conflict in 1980; a fundamental reshaping of the U.S.-Soviet relationship; and the negotiations and constitutional process that led to the end of apartheid in South Africa. Fisher is also recognized as the intellectual father of the “West Point Negotiation Project,” which has trained Army officers and cadets to recognize conflicts and apply the tools of principled negotiation in both peace and war.
Ury, a mediator for more than 30 years, said Fisher had a tremendous influence on students and colleagues. Ury said his own future was shaped by a seminal phone call from Fisher in 1977. As a graduate student in social anthropology, Ury received a call from Fisher praising Ury on his research paper, which proposed an anthropological study of the Middle East peace negotiations. Fisher told Ury that he like his paper so much he sent it to the assistant secretary of State for the Middle East, and wanted Ury to work with him.
“I was stunned. Never had I expected a professor to call me up, let alone invite me to collaborate, or see one of my ideas offered up for practical application,” said Ury. “Roger introduced me to the field of negotiation, taught and mentored me, and shaped my career more than anyone. It would be impossible for me to imagine my work without the inspiration and influence of Roger Fisher."
"Robert C. Bordone ’97, the Thaddeus R. Beal Clinical Professor of Law and the director of the Harvard Negotiation and Mediation Clinical Program, said: “Roger was a master at the art of perspective-taking, of understanding how deep human needs—to be heard, valued, respected, autonomous and safe—when unmet or trampled upon, become seeds of evil and violence, seeds that can cause us to vilify each other, and that motivate us to see the world in stark black-and-white terms. For Roger, the purpose of perspective-taking was never to excuse or justify evil. Rather, it was a way to discover new approaches to diplomacy, to influence and to understanding.”
Daniel L. Shapiro, director of the Harvard International Negotiation Program and associate director of the Harvard Negotiation Project, described Fisher as "my colleague, mentor and close friend." Shapiro said he and Fisher spent hours together conspiring about new ideas to help improve the way people deal with conflict. Their collaboration produced "Beyond Reason: Using Emotions as You Negotiate." Published in 2005, it was the last book Fisher wrote. Shapiro said: "It is telling that this is what he was drawn to write about in his later years of life. Our book is about emotions, about how to help people connect with one another – to find the humanity in even an unsavory adversary. Roger was, at heart, a humanist. He believed in the spirit of the human being to do good in this world, and he had this magical ability to convert the complexity of human behavior into simple principles that anyone could apply to improve the way they deal with virtually anyone."
During World War II, Fisher served in the U.S. Army Air Force in the North Atlantic and Pacific theatres as a weather reconnaissance observer. After discovering that his college roommate and two of his best friends were killed in the war, he dedicated most of his life to finding a better way to deal with the kind of difference that produce war.
Fifty years after his graduation from Harvard College in 1943, Fisher wrote for his Class Report: "Since our freshman year, beginning in the fall of 1939 with World War II, the primary focus of my interest has been how the world copes with its conflicting values, perceptions, wants and needs. After losing my roommate and some of my best friends in war, I knew we had to find a better way for people to deal with their differences."
After graduating from Harvard Law School in 1948, Fisher passed up a clerkship for chief judge of the United States Court of Appeals for the Second Circuit Learned Hand to move to Paris where he worked on the Marshall Plan under W. Averell Harriman until 1949.
After returning to the United States, Fisher worked for the Washington D.C. law firm Covington & Burling from 1950 to 1956, with most of his work dealing with international issues. From 1956 to 1958, he served as an assistant to the U.S. Solicitor General in the Department of Justice. In 1957, Fisher argued for the United States in Roth v. United States, a landmark obscenity case, and won.
Fisher joined the Harvard Law School faculty in 1958 and became a full professor of law in 1960. In 1976, he became the Samuel Williston Professor of Law. In 1992, he was named a professor emeritus. He also taught at Harvard's Kennedy School of Government, the London School of Economics, the Naval War College, Air War College and the NATO Defense College.
During the 1960s, he served as a consultant to John McNaughton, assistant U.S. secretary of defense for International Security Affairs. Some of his suggestions for ways to end U.S. involvement in Vietnam are documented in “The Pentagon Papers.” Fisher went on to publish a critique of U.S. policy failures in Vietnam in his 1969 book “International Conflict for Beginners.”
A strong advocate for using the medium of television as a means to disseminate both legal issues and current events to a broader audience, Fisher proposed the Peabody Award-winning television program “The Advocates,” in 1969. The program focused on “stimulating public participation, and understanding, by focusing on realistic choices that must be made in the future, by having both sides of the question presented, and by demonstrating the interest that public officials have in both reasoned arguments and the views of their constituents.” Fisher served as executive producer from 1969 to 1974, and then again from 1978 to1979.
In 1970, in connection with a segment of “The Advocates,” Fisher became the last westerner to interview President Nasser of Egypt and his questions elicited from Nasser an unexpected willingness to accept a cease-fire with Israel in the “war of attrition,” then raging along the Suez Canal. Fisher brought the interview to the attention of Under Secretary of State Elliot Richardson ‘47 and thus helped stimulate what became known as the Rogers Plan (named for Nixon’s Secretary of State William Pierce Rogers) that ultimately produced a ceasefire
Through the consulting firms of Conflict Management Inc. and Vantage Partners, and with the nonprofit Conflict Management Group (now part of Mercy Corps) which he co-founded, Fisher taught and advised corporate executives, labor leaders, attorneys, diplomats, and military and government officials on settlement and negotiation strategy.
This past April, Fisher was honored for his contributions to Harvard Law School and the field of negotiation with a celebration of his career at the law school. The event also marked the opening of his papers in the Harvard Law School Library’s Historical and Special Collections. The papers, spanning 60 years of Fisher’s career as a lawyer and an academic, include such diverse materials as notes related to his books, as well as his work on the television series “The Advocates.”
For 62 years, Fisher was married to Caroline McMurtrie Speer, who died in 2010. He is survived by his two sons, Elliott S. Fisher (Harvard College BA 1974, Harvard Medical School MD 1981, University of Washington MPH 1985), professor of medicine and director for population health and policy at The Dartmouth Institute; and Peter R. Fisher (Harvard College BA 1980, Harvard Law School JD 1985), who worked for the Federal Reserve Bank of New York and as Undersecretary of the Treasury, and is now senior managing director of BlackRock. He is also survived by two brothers, John V. Fisher (Harvard College SB ’42) and Francis D. Fisher (Harvard College AB 1947, Harvard Law School JD 1951), and five grandchildren.
In 2002, at a celebration in honor of Fisher’s 80thbirthday at Harvard, the late economist John Kenneth Galbraith said of his friend and colleague: “Whenever I thought, ‘Someone should do something about this,’ it eased my conscience to learn that Roger was already working on it.”
Harvard Law School.edu.27/08/12
http://www.law.harvard.edu/news/2012/08/27_roger_fisher_1922_2012.html

The Program on Negotiation Mourns the Loss of Co-Founder Roger Fisher
Boston, Estados Unidos. Roger Fisher, co-founder of the Program on Negotiation and the Harvard Negotiation Project, died on August 25 at age 90. A true pioneer and leader, he helped launch a new way of thinking about negotiation, and he worked tirelessly to help people deal productively with conflict.
“Through his writing and teaching, Roger Fisher’s seminal contributions literally changed the way millions of people around the world approach negotiation and dispute resolution,” commented Professor Robert H. Mnookin, Chair of the Program on Negotiation at Harvard Law School. “He taught that conflict is not simply a ‘zero-sum’ game in which a fixed pie is divided through haggling or threats. Instead, he showed how by exploring underlying interests and being imaginative, parties could often expand the pie and create value. Here at the Program on Negotiation and the Harvard Negotiation Project, both of which Roger helped launch, we, his colleagues, are committed to carrying on his work of improving the theory and practice of negotiation and dispute resolution.”
What started as a simple question, “What is the best way for people to deal with their differences?” became the first line of Getting to Yes: Negotiating Agreement Without Giving In, which Roger Fisher co-authored with William Ury and Bruce Patton. This landmark book, which has sold over eight million copies, has been translated into 36 languages.
The ideas in Getting to Yes were truly revolutionary. Instead of coaching a party in dispute to fight competitively, the authors showed that you could give the same advice to both sides of a conflict – have a fair process, prepare well, inquire carefully, listen to learn, separate the people from the problem, and explore options to increase value – and both sides were likely to do better than they would have otherwise.
As his colleague Bruce Patton noted, “Roger sought unabashedly to ‘change the world,’ and he did so profoundly.”
On April 8, 2012, Harvard Law School honored Roger Fisher with a celebration of his career, research, and contributions to both the HLS community and the field of negotiation. The event included the opening of Roger Fisher’s papers in the Library’s Historical and Special Collections.
A video discussion of the beginnings of the Program on Negotiation, which they launched, included Roger Fisher and several colleagues. A band of negotiation scholars who helped found a field, they have remained collaborators for over 25 years. This video clip is an excerpt from a longer video, “A Conversation with the Founders: Reflections on the Program on Negotiation’s Beginnings”. For information on this and other materials relating to Roger Fisher, visit the PON website.
Susan Hackley.  Program on Negotation.Harvard.edu. 27/08/12
The Founders of PON (Excerpt)

Roger D. Fisher, Expert at ‘Getting to Yes,’ Dies at 90
Nueva York, Estados Unidos. Roger D. Fisher, a Harvard law professor who was a co-author of the 1981 best seller Getting to Yes: Negotiating Agreement Without Giving In” and whose expertise in resolving conflicts led to a role in drafting the Camp David accords between Egypt and Israel and in ending apartheid in South Africa, died on Saturday in Hanover, N.H. He was 90.
The cause was complications of dementia, his son Elliott said.
Over his career, Professor Fisher eagerly brought his optimistic can-do brand of problem solving to a broad array of conflicts across the globe, from the hostage crisis in Iran to the civil war in El Salvador. His emphasis was always on addressing the mutual interests of the disputing parties instead of what separated them. As he would tell his students, “Peace is not a piece of paper, but a way of dealing with conflict when it arises.”
It did not matter to Professor Fisher whether the warring parties reached out to him or not; he would assume they needed his help. “Most of the time he was not invited. He would invite himself,” Elliott Fisher said. “Our sense growing up was that he would read the newspaper and think, ‘Oh, shoot, there is something to fix."
For example, when a rebel group took hostages at the Japanese Embassy in Lima, Peru, in 1997, his son recalled, Professor Fisher found a way to contact the president of Peru, Alberto Fujimori, and gave him suggestions for how to dampen the sense of crisis, including restoration of the power and water in the embassy. This strategy won the freedom of the majority of the hostages. In the end, however, Peruvian forces stormed the embassy, killing all 14 of the rebels and rescuing all but one of the 72 remaining hostages.
Professor Fisher is credited with helping initiate the summit meeting between the Soviet leader Mikhail S. Gorbachev and President Ronald Reagan in 1985, convincing Reagan staff members that just meeting to brainstorm and build relations was more important than settling a specific agenda.
In 1979, Secretary of State Cyrus R. Vance went to Professor Fisher’s house on Martha’s Vineyard before the meeting at Camp David that would lead to a peace agreement between Egypt and Israel.. Professor Fisher suggested to Mr. Vance the “single negotiating text” method that was used to bring the parties together, said Bruce M. Patton, who wrote “Getting to Yes” with Professor Fisher and worked on many diplomatic projects with him. The strategy involved having President Jimmy Carter alone be responsible for writing solutions and letting the other leaders shape the treaty through a back-and-forth critiquing process.
In 1991 in South Africa, Professor Fisher and former students led workshops with both the Afrikaner cabinet and the African National Congress negotiating committee leading into talks to end apartheid and to establish a new constitution.
His upbeat approach to some of the world’s most intractable problems led some critics to assert that he was unrealistic. But Mr. Patton said Professor Fisher recognized and relished the “complexity and irrationality” of the situations he addressed.
Although Professor Fisher mostly worked behind the scenes, he did create and moderate a series on public television called “The Advocates.” A court-style program that took on one policy issue at a time and examined it in detail from different perspectives, it ran for several years on PBS and won a Peabody Award.
“Getting to Yes,” which he wrote with Mr. Patton and William Ury, has sold millions of copies and been translated into 36 languages, and has been used by leaders in business and government. Professor Fisher also wrote other books and co-founded the Harvard Negotiation Project, which teaches conflict resolution skills to students and to international parties in the midst of a dispute.
Roger Dummer Fisher was born May 28, 1922, in Winnetka, Ill. His mother, Katharine Dummer Fisher, had relatives who had ridden the law circuit with Abraham Lincoln; his father, William T. Fisher, a lawyer, was the son of Walter L. Fisher, secretary of the interior in the Taft administration.
On the eve of World War II, Professor Fisher attended Harvard University. Upon graduating he volunteered for the Army, where he served from 1942 to 1946 doing weather reconnaissance in both the North Atlantic and Pacific theaters. Four of his eight college roommates died in combat; that, as well as seeing the aftermath of battle, persuaded him to dedicate his life to helping avoid war.
After graduating from Harvard Law School in 1948, he served on the Marshall Plan staff and as assistant to the solicitor general in the Eisenhower administration before joining the Harvard law faculty in 1960.
In addition to his son Elliott, Professor Fisher is survived by another son, Peter; two brothers, John and Frank; and five grandchildren. His wife of 62 years, the former Caroline Speer, died two years ago.
Professor Fisher stayed active in advising diplomats until about seven years ago, when illness made him too weak. His constant advocacy was a force many of his friends found comforting.
His family recalled that when Professor Fisher celebrated his 80th birthday, his colleague John Kenneth Galbraith toasted him by saying, “Whenever I thought, ‘Someone should do something about this,’ it eased my conscience to learn that Roger was already working on it.”
A version of this article appeared in print on August 28, 2012, on page A16 of the New York edition with the headline: Roger D. Fisher, Expert at ‘Getting to Yes,’ Dies at 90.
Leslie Kaufman. New York Times.com. 27/08/12

1055. Frank Sander: pionero indiscutible de la Resolución de Conflictos

 Homenaje por el profesor Robert Bordone
Massachusetts, Estados Unidos. La edición de verano 2006 del Boletín de HLS Alumni ofreció un homenaje al Profesor Frank EA Sander con motivo de su retiro, escrito por Robert C. Bordone, Profesor Clínico Asistente de Derecho y Director de Negociación y Mediación de la Clínica del Programa HLS.
Homenaje a Frank Sander
Cuando conocí por primera vez al Profesor de Derecho Frank Sander, me di cuenta de que, cuando se trataba de encontrar a un mentor en el mundo del derecho y la resolución alternativa de disputas (ADR), yo había encontrado oro. Durante la década de conocer a Frank Sander, lo he llegado a admirar y respetar como un estudioso de proporciones titánicas, como un líder noble de la venerada Facultad de Derecho y, lo más importante para mí, como un tipo generoso y centrado maestro, colega y amigo.
Con una enorme contribución académica Frank Sander a la ley, es difícil imaginar lo que mi propia educación de derecho habría sido. Gracias en gran parte al trabajo de Frank, los ADR, como la mediación y negociación, se han convertido en estándar de las ofertas de cursos en Harvard y casi en todas las escuelas en los Estados Unidos. Junto con otros, como el profesor emérito Roger Fisher y el Profesor Emérito Howard Raiffa, Frank fue el responsable de sentar las bases intelectuales que dieron origen a esta totalmente nueva sub-disciplina de la ley, que ha crecido enormemente durante los últimos 30 años.
Académicos de resolución de disputas, ahora famosos, consideran al discurso de Frank presentado en la Conferencia convocada en 1976 Jefe como el nacimiento oficial del movimiento ADR moderno. Este famoso discurso, Frank imagina un sistema judicial que funcione como un guardián de diagnóstico para las partes, para dirigirlos al proceso de resolución de conflictos (mediación, negociación, litigios, arbitrajes, o alguna combinación de éstos) que mejor se adapte a sus propias disputas.
Con este discurso, el enfoque académico de Frank se volvió con más fervor para el desarrollo del campo que hoy conocemos como ADR. Su trabajo en la solución de controversias era - y es - la frontera del pensamiento. Más recientemente, Frank esbozó su propuesta de índice de receptividad Mediación (IRM) que compromete a los académicos y los profesionales de ADR en los próximos años.
En el camino, ha escrito docenas de artículos sobre ADR y otros temas relacionados, así como su libro de casos de solución de controversias: negociación, mediación y otros procesos, ahora en su tercera edición. También ha recibido casi todos los honores y distinción disponibles en el campo de la ADR. Desde 1989, la American Bar Association ha financiado una presentación anual por un destacado estudioso o profesional, con el nombre de Cátedra Frank EA Sander.
Las contribuciones de Frank al Derecho no se inician en 1976. Después de graduarse de la universidad de Harvard, como mención "magna cum laude", en 1949 de la Harvard Law School, en 1952, Frank fue secretario primero para el juez Calvert Magruder de la Corte de Apelaciones del Primer Circuito y luego para el juez Felix Frankfurter, de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos. Después de breves intervenciones en el Departamento de Justicia de los E.U., Frank regresó a la Facultad de Derecho, donde se dedico a la enseñanza del derecho de familia y los impuestos. Además de la publicación de artículos sobre estos temas, Frank es el co-autor de diversos libros.
A primera vista, uno podría preguntarse cómo un estudioso del derecho de la familia e impuestos podría encontrarse a sí mismo como el patriarca de ADR en los E.U. Sin embargo, para los que lo conocen, la respuesta es simple. Frank ve conexiones a través de disciplinas y tiene una confianza y espíritu aventurero que le inspira del paso fuera de las zonas de confort para intentar cosas nuevas, aunque parezca poco convencional. A pesar de que mi propia relación con Frank comenzó cuando tenía 70 años de edad, a menudo me he maravillado por su voluntad de experimentar con nuevos métodos para abordar los problemas persistentes, ya sean globales o locales.
Frank me ha impresionado muchas veces y estoy agradecido por la disposición de Frank para embarcarse en nuevos cuestionamientos, aun cuando hubiera sido mucho más fácil permanecer sólo en la rutina. Durante los últimos años, por ejemplo, Frank y yo hemos trabajado para desarrollar un nuevo grupo de lectura avanzada para nuestros estudiantes de Diseño de Sistemas de Diferencias (DSD). Nuestro grupo de lectura tuvo un exceso de inscritos esta primavera. Sólo espero que cuando este cerca de los 80 años pueda seguir tan motivado a explorar el terreno intelectual como Frank.
Las contribuciones de Frank se extienden mucho más allá de la mera académica. Su forma de ser suave, su sentido de justicia e integridad, y su humildad extraordinaria han hecho de él, uno de los líderes silenciosos de la Facultad de Derecho. Frank tuvo la responsabilidad de servir como Decano Asociado desde 1987 hasta 2000. Los que asistieron o han trabajado en la Escuela de Derecho en esos años sabemos que estos eran tiempos marcados por la gran contienda, tanto dentro de la facultad y entre el cuerpo estudiantil. A pesar de todo, Frank conserva la admiración y el respeto de todos, al insistir en su integridad, al permanecer como un buen oyente, y actuando de acuerdo a la conciencia. Puedo decir honestamente que nunca he oído una palabra negativa sobre Frank Sander. No es de extrañar, yo nunca le he oído decir una mala palabra sobre nadie. De hecho, más de las contribuciones académicas realizadas, estas son las cualidades a las que aspiro en mi propia vida.
Por supuesto, el sentido de la aventura de Frank no se limita al mundo de la ley. Tal vez menos conocido, pero de gran valor para aquellos de nosotros que residen en el área metropolitana de Boston, Frank Sander tiene un folleto titulado "Sander Good Eats". El folleto de 30 páginas repasa casi todos los establecimientos de comida en el área de Boston / Cambridge. He sido un beneficiario especial de la inclinación de Frank por la buena comida. Cuando su amable esposa Emily planea salir de viaje, Frank me invita para cenar en uno de los nuevos establecimientos de comida. Estas noches de excelente comida y compañía, se han convertido en una parte querida de mi relación con Frank y son sólo un ejemplo de las muchas oportunidades que he tenido para beneficiarse de su gran sabiduría y orientación. De hecho, durante mi año de 3L, Frank fue quien me animó a seguir una carrera de enseñanza de Negociación y Resolución de controversias y fue Frank, junto con otro de mis mentores, el profesor Robert Mnookin que apoyó y aprobó mi nombramiento para servir como un miembro del profesorado en el programa de Negociación. Asimismo, fue Frank, que generosamente me ofreció la oportunidad de co-editar el Manual de Resolución de Disputas y luego se desempeñó como asesor clave durante todo el proceso de redacción y edición.
Aparte de la asesoría profesional y orientación, el impacto de Frank en mí es y será siempre su profunda humildad y su atención a la dignidad y la singularidad de cada individuo con el que entra en contacto. Ejemplos de esto abundan para mí: cuando almorzaba en con Frank, curiosamente, me di cuenta de que los trabajadores de la cafetería parecían conocer a Frank por su nombre. Tras una observación más cercana, me di cuenta de que él sabía el nombre de cada uno de ellos.
Ya sea interactuando con sus colegas, decanos y estudiantes, Frank es una persona que recuerda a otros y que llega a ellos, sin tener en cuenta su estatus, poder o influencia. Este respeto por otras personas es lo más extraordinario. Por mi parte, tengo la intención de mantener su espíritu y orientación dinámica en los próximos años al fomentar los esfuerzos de mis ayudantes, mediante el aprendizaje y el uso de los nombres de los empleados de la cafetería, y por estar siempre dispuesto a explorar el mundo - académico, culinario, y de otras maneras - que me lleve más allá de mis zonas de confort y más allá de mi propia experiencia.
Robert C. Bordone. Profesor Clínico Asistente de Derecho y Director de la Escuela de Negociación de Harvard y el Programa de Mediación clínica.
Programa de Negociación de Harvard. 12/06/2006

 Multipuertas
Buenos Aires, Argentina. Quizás la forma de institucionalización más completa de la Resolución Alternativa de Disputas (RAD) en el sector público es el llamado Tribunal Multipuertas. Está concebido como un centro de resolución de disputas que se fundamenta en la tesis de que existen ventajas y desventajas para una caso específico que hacen aconsejable diferentes formas de resolución de disputas. Por lo tanto, en lugar de instalar una sola puerta para obtener un servicio de justicia, debe darse la opción de que los usuarios puedan acceder a la puerta que sea más apropiada a la naturaleza del caso o de las partes. En cierto sentido este modelo de tribunal incluye entre los servicios no sólo a la jurisdicción sino a una variedad de programas RAD entre las derivaciones posibles.
Una Mesa de Entradas centralizada y un centro de diagnóstico para escrutar los casos para posterior derivación al método de solución más adecuado al caso, es lo que caracteriza al modelo Multipuertas para diferenciarlo de otro tipo de programas conectados a los Tribunales. En el Multipuertas, el diseño, implementación y coordinación de los servicios de resolución de disputas se llevan a cabo dentro de los tribunales. Se trata de un Centro multifacético que ofrece además del clásico tribunal otros servicios de justicia.
Un poco de historia sobre la gestación de este modelo se remonta a la segunda semana de abril de 1976, cuando bajo los auspicios de la “American Bar Association”, la “Judicial Conference of the United States” (presidida por el titular de la Suprema Corte de Justicia, Warren Burger) y la “Conference of State Chief Justices”, se reunió la Conferencia denominada “National Conference on the Causes of Popular Dissatisfaction with the Administration of Justice”, más conocida como “Pound Conference”. Fue convocada por el juez Burger, llevada a cabo en St. Paul, Minnesota pues allí, el fundador del sociologismo jurídico, Roscoe Pound, lanzó en 1906, la proclama inicial del movimiento de reforma procesal: “Causas de la Insatisfacción con la administración de justicia”, dedicada única y exclusivamente a encontrar nuevos caminos para la solución de disputas. Académicos, miembros del Poder Judicial y juristas se entregaron a la consecución de este fin. El Profesor Frank Sander de la Universidad de Harvard ofreció un enfoque absolutamente novedoso a fin de reducir la demanda del usuario sobre los tribunales de justicia: el Tribunal Multipuertas. Sander consideraba injustificado desaprovechar el tiempo y el talento de los jueces, quienes debían resolver cuestiones sin complejidad jurídica, en vez de dedicarse a los asuntos de mayor complejidad. Los primeros eran de simple resolución, mediante la aplicación estandarizada de principios incontestables a situaciones de hecho que encajaban en ellos, lo que podía ser transferido al terreno administrativo, tal es la experiencia de Japón y el Reino Unido. Incluso, la Junta de reclamos públicos de Suecia, que al recibir una denuncia intenta una mediación y, a falta de acuerdo entre las partes, emite recomendaciones no obligatorias. Y si el diferendo no concluye, la parte está habilitada para promover demanda ante los tribunales de menor cuantía.
Tras un cuidadoso estudio de la idea del Multipuertas, la Comisión de Resolución de Disputas de la American Bar Association (Asociación de Colegios de Abogados de Estados Unidos) identificó tres ubicaciones para programas experimentales: Tulsa (Oklahoma), Houston (Texas) y Washington D.C., a fin de determinar si este concepto podría mejorar la administración de justicia. Los objetivos de la experiencia eran los de proveer fácil acceso a la justicia, establecer redes que reducirían o eliminarían la frustración del ciudadano, y desarrollar y mejorar programas para llenar las brechas en el servicio, a fin de tornar disponibles más puertas por las cuales las disputas podrían resolverse.
El programa experimental se estableció en 1985 en la Superior Court of the District of Columbia. El ingreso de causas se refiere a un proceso de análisis que identifica diversos modos en que pueden llegar a ser resueltas.
La Mesa de Entradas o de admisión (“intake”) de un Tribunal Multipuertas tiene especialistas cuya tarea consiste en determinar cuál es el servicio más apropiado para resolver la cuestión que le es sometida. Los especialistas están entrenados para examinar el tipo de caso, evalúan sus características a través de la historia y dinámica del conflicto, buscan averiguar si existen amenazas personales o de daño a la propiedad, si se trata de cuestiones de hecho o de derecho, como también si están ante un planteo simple o complejo. Valoran además la intensidad de la relación entre las partes contendientes y la cantidad de partes involucradas, y su situación económica. Verifican la voluntad de las partes para participar en la búsqueda de soluciones y cualquier posible consecuencia de la derivación propuesta.
Durante la entrevista de ingreso de la causa, se discuten con el presentante los diversos factores de la disputa y de las personas. El especialista utiliza un protocolo de derivación para enviarlos a la agencia correspondiente. A tales fines se considera los requerimientos financieros, disponibilidad de servicios, probabilidad de sanciones, la eventual necesidad de producir prueba. Luego de la evaluación y asesoramiento, el especialista y el presentante en conjunto deciden cuáles serán los pasos más apropiados a seguir para resolver el conflicto y sugieren un plan de acción.
Si la situación se adecua a ello, el especialista toma contacto con la contraparte en un intento de avenir a las partes. Las derivaciones o las puertas que se ofrecen son variadas, entre ellas se cuenta con la negociación directa, la mediación, la facilitación, la evaluación neutral previa, el arbitraje no vinculante, el arbitraje de consumo y el arbitraje unilateralmente vinculante. Además de las derivaciones a las redes que se van construyendo con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Asimismo, en algunos casos la oficina realiza el seguimiento de los casos; sin embargo, es importante destacar que no se convoca a la otra parte a los fines de lograr una solución acordada. Esta tarea quedaría en manos del eventual mediador que intervenga o del responsable del método elegido.
Corte Suprema de Justicia de Argentina.gov.ar.

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