Madrid, España. Igual
esta frase parece bastante contradictoria, cuando este artículo se publica hoy,
21 de enero, con motivo del día de la mediación, pero la verdad es que
desgraciadamente la realidad es ésta.
Les explico. En muchos foros profesionales, jurídicos,
psicológicos, centros, reuniones, seminarios, talleres, programas de
televisión, artículos periodísticos etc… se habla de mediación, procesos de
mediación, ámbitos de la mediación, ley estatal de mediación etc.. Todo esto
está muy bien y nos beneficia, sin embargo por mucho que releo, agudizo el oído
y pongo mis cinco sentidos en ello, jamás oigo nada sobre nosotros: los
mediadores. Por lo que estoy llegando a la triste conclusión de que para los
organizadores de seminarios, talleres y encuentros, para la Administración
local, autonómica y/o estatal, por no hablar de ciertos colegios profesionales,
para los periodistas, etc.. LOS MEDIADORES NO EXISTIMOS. Y cuando digo que no
existimos, me estoy refiriendo a ese espacio que nos corresponde como
profesionales debidamente cualificados para ejercer la mediación.
Bueno, como siempre hay excepciones. Sí que existimos para ciertos “piratas formadores” que se están lucrando a base de vender cursos de mediación “no presenciales”, sin apenas clases prácticas, pero que son capaces de convencer a los pobres incautos que les contratan, de que se van a “forrar” con la mediación, e incluso prometen su inscripción una vez finalizado el curso en “supuestos listados legales”. También existimos para más centros de formación y curiosamente, para los notarios que han creado incluso una fundación de mediación y arbitraje. Bueno, existen ellos “transformados” en mediadores, no se sabe muy bien cómo, porque su formación todavía es un misterio (lo cual no significa que sea mala), y ahí están…
Bueno, como siempre hay excepciones. Sí que existimos para ciertos “piratas formadores” que se están lucrando a base de vender cursos de mediación “no presenciales”, sin apenas clases prácticas, pero que son capaces de convencer a los pobres incautos que les contratan, de que se van a “forrar” con la mediación, e incluso prometen su inscripción una vez finalizado el curso en “supuestos listados legales”. También existimos para más centros de formación y curiosamente, para los notarios que han creado incluso una fundación de mediación y arbitraje. Bueno, existen ellos “transformados” en mediadores, no se sabe muy bien cómo, porque su formación todavía es un misterio (lo cual no significa que sea mala), y ahí están…
La tan esperada Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en
asuntos civiles y mercantiles, en su artículo 11.2 dice “El mediador deberá
estar en posesión de título oficial universitario o de formación profesional
superior y contar con formación específica para ejercer la mediación, que se
adquirirá mediante la realización de uno o varios cursos específicos impartidos
por instituciones debidamente acreditadas, que tendrán validez para el
ejercicio de la actividad mediadora en cualquier parte del territorio
nacional.”. El borrador del futuro reglamento que desarrolla la ley citada,
dice que a formación específica del mediador será de 50 horas. Además el mediador
deberá realizar actividades de formación continua al menos cada 5 años, con una
duración mínima de 20 horas.
¿Entienden ahora el motivo del título de este artículo?
El mediador y su formación, son la clave para que esta Ley
funcione, y cumpla con el objetivo principal que al Ministerio de Justicia le
interesa: “desatascar los juzgados” (buceando por Internet, la formación que se
ofrece a los fontaneros no baja de 100 horas, llegando alguna de ellas hasta
730 horas. Lo cual a una le hace pensar que en esta país, las tuberías y las
calderas son más importantes que las personas).
Los mediadores entre otras muchas acciones hemos reclamado,
escrito, montado una plataforma, pero nuestros mensajes: “calidad en la
formación” “cien horas mínimo de formación en mediación, con una parte
importante presencial y practica”…. no han calado, y no han calado porque desde
los ministerios de justicia, economía y educación, que son los artífices de la
ley y del reglamento, nos han mirado pero no nos han visto, nos han oído pero
no nos han escuchado. No han asimilado nuestro mensaje porque a pesar de que la
primera ley de mediación familiar se publicó en este país en Cataluña en el año
2001 ¡¡¡LOS MEDIADORES NO EXISTIMOS!!!.
Estamos perdiendo el protagonismo de nuestra profesión, el valor
de la misma y sobre todo: el lugar que nos corresponde. En cuanto se publique
el reglamento cualquier persona con un “cursito de 50 horas” podrá ejercer como
mediador, y “facilitar la labor a los juzgados”.
Los mediadores ejercemos una actividad profesional
independiente, somos los que obramos la magia de la mediación. Somos, después
de las partes que intervienen en el proceso, y siempre detrás de ellas, los
protagonistas de la mediación. Somos los que empatizamos, creemos en las personas
que acuden a nuestras consultas, les empoderamos, y creamos un espacio seguro
dónde las partes en conflicto pueden expresarse con seguridad y libertad, y con
ello llegar a acuerdos consensuados. Actuamos con imparcialidad y objetividad.
Equilibramos desequilibrios. Favorecemos la comunicación. En resumidas cuentas
conducimos, soportamos y creamos el proceso de mediación.
¿Y cómo lo hacemos? Con rigor, esfuerzo y profesionalidad. Es
una profesión que debe aprenderse, recibiendo una formación especializada de
calidad. No se puede ser mediador por una mera inscripción en un registro
nacional de mediadores (que ni siquiera va a ser obligatoria), ni por el aval
de un seguro de responsabilidad civil. Una persona que se autodenomina
mediador, trabaja en ello y cobra por ello debe ser un profesional debidamente
formado.
Desgraciadamente no hemos sabido transmitir el orgullo, la
responsabilidad y el honor que supone ejercer una profesión como la nuestra.
Finalmente seguimos sin existir.
Ana Criado Inchauspé. Presidenta de la
Asociación Madrileña de Mediadores
Ana Criado Inchauspé. Laweypress. 21/01/13
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