Tegucigalpa, Honduras. A lo largo de la historia, el conflicto se ha tratado de un modo descriptivo, ha sido estudiado por la ciencia de la psicología (que sitúa al conflicto en el nivel de las motivaciones), de la psicosociología (que sitúa al conflicto en el nivel de las estructuras y entidades sociales fundamentalmente conflictivas), del derecho, entre otras. El conflicto es una situación compleja multidimensional que debe ser estudiado como tal en una perspectiva multidisciplinaria.
El vocablo, designa una situación compleja que se puede dar al interior de los individuos (conflicto intraindividual), puede enfrentar a personas (conflicto interpersonal), a grupos (conflicto intergrupal), a organizaciones sociales (conflicto social). De las diversas visiones que se tienen del conflicto, la percepción destructiva es la más generalizada, pues frecuentemente identificamos el conflicto con violencia, desgracia, destrucción, peligro e irracionalidad que debe evitarse a toda costa.
Por su parte, quienes visualizan el conflicto como un fenómeno positivo lo tienen como la chispa generadora de cambio y transformación de situaciones de la sociedad. El conflicto –dicen– proporciona a la sociedad dinamismo, es el motor que impulsa el desarrollo social del hombre, su ausencia generaría una sociedad muerta y su respuesta consiste en transformar a las personas que se encuentran inmersas en un conflicto.
No obstante, una tercera vía de la solución de conflictos promueve una visión amplia y horizontal que implica ver los conflictos como un acontecimiento natural, inevitable y consustancial a las relaciones interpersonales, organizacionales y a la vez como un acontecimiento que genera oportunidades de desarrollar todas las potencialidades humanas.
En otras palabras, esta visión propone algo diferente, que los seres humanos vean los conflictos en “banda ancha” y no se centren en un solo aspecto, propone que el hombre vea el conflicto con una perspectiva de 360º, a fin que lo perciban como un fenómeno natural del hombre y a la vez constructivo, de desarrollo y de cambio, para generar respuestas cooperativas entre las partes en conflicto.
Etimológicamente la voz castellana conflicto tiene su origen en la voz latina conflictus, el cual a su vez deriva de la palabra confligere que significa combatir, luchar, pelear. Desde el punto de vista sociológico el conflicto es “divergencia percibida de intereses, creencias que hace que las aspiraciones corrientes de las partes no puedan ser alcanzadas simultáneamente”. Conflicto es toda circunstancia en que dos o más unidades divisan total o parcialmente objetivos, metas, valores e intereses mutuamente incompatibles entre sí.
El más grande procesalista italiano del siglo XX Francesco Carnelutti en su obra Sistemas de Derecho Procesal Civil, sostiene que “como correlativo a la noción de interés y de bien, aparece la de conflicto de intereses”… “calificado por la pretensión de uno de los interesados y por la resistencia del otro”.
En relación a los elementos intervinientes en el conflicto destacan: Los sujetos; la contraposición de intereses y el enfrentamiento de las pretensiones. ¿Cuáles son las fuentes del conflicto? Los datos; los intereses; los valores; las desavenencias estructurales (la desigualdad del control, la propiedad o la distribución de recursos. La desigualdad del poder y la autoridad. Las pautas destructivas de comportamiento e interacción). Y las relaciones personales inadecuadas.
¿Cómo se clasifican los conflictos? Una clasificación de gran utilidad para la conciliación diferencia los conflictos en ocultos y manifiestos. El conflicto oculto, es el conflicto auténtico, aquí las partes tienen objetivos incompatibles pero no lo manifiestan al mundo exterior, permaneciendo escondido e invisible a los ojos de los protagonistas, suele disfrazarse con otro de menor relevancia.
Los conflictos manifiestos son aquellas posiciones que cubren o disfrazan al conflicto oculto. El conciliador debe identificar plenamente los conflictos ocultos de los manifiestos con el objeto de desarrollar opciones y resultados eficientes y eficaces, el objetivo central del conciliador es identificar el conflicto oculto para obtener soluciones duraderas. Con el propósito de realizar un análisis del conflicto suele recurrirse al mapa del conflicto compuesto por tres ejes:
(1) Partes (composición, nivel del conflicto, el grado de cultura más las emociones y percepciones de las partes). (2) Proceso (dinámica del conflicto y la comunicación) y (3) Problema. (Causas del conflicto, la agenda de los conflictos a solucionar, los intereses de las partes, las visiones de futuro, las diferencias sustanciales y valores que separa a las partes). Por último, agregar que los mecanismos alternativos de resolución de conflictos varían de acuerdo a las partes que participan, estos son: La negociación; la mediación; el arbitraje y la conciliación.
José María Leiva Leiva. La tribuna. hn. 6/4/2011
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