“Cuando se quiere estudiar a los hombres es preciso mirar
cerca de sí; pero para estudiar al hombre es necesario dirigir la mirada a lo
lejos; es preciso, en primer lugar, observar las diferencias, para descubrir
las propiedades”
J. J. Rouseau
La cultura de paz emerge en el siglo XXI, como un nuevo
paradigma que se retroalimenta al igual de paradigmas emergentes como la
complejidad, la neurociencia, la interdisciplinariedad, la trasversalidad y la
quántica, por lo que no es tan simple o sencillo, en escenarios cambiantes
social, política y económicamente construirla. Ecuador particularmente es un
laboratorio de diversidad étnica, de clase, de credos y de ideologías,
polarizados en los últimos años, por procesos ideológicos que se encuentran
entre la submision, la subversión y la desesperanza en el cambio.
En efecto, cuando emo-senti-pensamos la cultura de paz,
nuestras representaciones sociales devienen de un imaginario cuasi idealizado y
utópico, de un mundo por venir de un mundo imaginario cual paraíso terrenal.
Igual sucede ante la expresión de mediación comunitaria o mediación
intercultural, las cuales se perciben como distante y lejana a cada uno de
nosotros.
La diversidad, es una realidad cotidiana ante la cual nos
relacionamos en el quehacer diario, nuestros compañeros de trabajo, estudios,
vecinos, y aunque no lo percibamos así, también lo son nuestra pareja o
nuestros hijos, cada uno con visiones, creencias, valores y practicas distintas
a la que podríamos profesar. El acelerado ritmo de la vida moderna, junto a la
tecnología, la ciencia y la comunicación, transforman constantemente nuestros
conceptos e identidades, ampliando o concentrando de manera ostracista nuestras
visiones del mundo, siendo el común denominador de las relaciones la
intolerancia, la resistencia o la frustración.
Pero ¿Cómo funciona nuestro cerebro, y haciendo una analogía
con éste y la sociedad, ¿cómo funcionamos ante el conflicto y qué hacemos para
construir la tan dichosa convivencia pacífica? Pensamos en conflictos
comunitarios o interculturales como conflictos entre comunes, entre indígenas,
entre vecinos o entre ellos y el Estado o los Gobiernos locales, y no
fácilmente nos asociamos con ellos. “Tomemos un ejemplo, concretamente (…) la
cuestión del acceso a los recursos naturales o sociales de individuos
pertenecientes a grupos étnicos”. (Gimenez Romero, 2001)
La mediación Intercultural, en este argumento es un fenómeno
nuevo, aun no reconocido en la norma legal ecuatoriana, como si sucede en el
ámbito de la mediación comunitaria y en la cual se la podría suscribir, y en el
campo practico se viene ejercitando desde los operadores sociales y ONG´s. La
mediación intercultural debe entenderse en nuestro contexto plurinacional como
una “orientada hacia la consecución del reconocimiento del Otro y el
acercamiento de las partes, la comunicación y comprensión mutua, el aprendizaje
y desarrollo de la convivencia, la regulación de conflictos y la adecuación
institucional, entre actores sociales o institucionales etnoculturalmente
diferenciados.” (Sales Salvador, 2010)
En la cultura andina incide particularmente su cosmovisión,
la forma de ver el mundo y sus relaciones, lo que denominan el sistema
churonico o chacanico, como espiral de crianza de la vida, constituido por 5
elementos que le conforman, a saberse, la familia, la comunidad, la chakra y la
geobiodiversidad, siendo su eje articulador y de equilibrio la espiritualidad;
en el pensamiento andino la ausencia de equilibrio en alguna de las dimensiones
de la crianza del ser humano es lo que produce el conflicto y/o los problemas.
La familia (a cada una de estas dimensiones se les atribuye
un color particular, en este caso a la familia se le otorga el color amarillo)
considerada la dimensión en la que se desarrolla la festividad, los sueños, los
valores, los principios, la espiritualidad y el idioma; la dimensión
comunitaria (o de color rojo) es donde se fortalece la relación con la
autoridad, la autoderterminacion, la participación y solidaridad, y se refuerza
el idioma, las festividades y la historia; Así también la chakra y la
geobiodiversidad (de colores azul y verde respectivamente) fomentan la
economía, la alimentación, la medicina y los principios de la vida. (Bustos
Mario, 2018)
Para la década del 90 del siglo pasado, Humberto Maturana en
su libro transformación para la convivencia, nos introduce en el complejo campo
de la convivencia y la cultura de paz, incorporando en su análisis del
conflicto, los factores sistémicos tanto social como biológico, así como la
dimensión cultural y la dimensión emocional que intervienen en ellos. A su
decir, “analizar los fenómenos sociales de una manera no tradicional y mostrar
que de hecho y de una manera inevitable, el ser humano individual es social y
el ser humano social es individual.” (Maturana R., 1999) Esto indudablemente
dio un cierto acercamiento a los docentes y agentes sociales sobre la
importancia de la analogía del ser social con el funcionamiento del cerebro
individual.
La neuroconvivencia, es un proceso individual, personal y
social de intervenir con el otro y consigo mismo, desde la vivencialidad y
comprensión de las emociones, los sentimientos, los pensamientos y las
acciones, que afectan la esfera de relaciones sociales, familiares y el
entorno, por lo que implica una intervención en un multiespacio, muy similar a
las dimensiones churonicas de la cosmovisión andina. Si bien la Neurociencia
emerge a inicios de la década del 70, con la teoría del cerebro TRIUNO, de Mac
Lean, en el marco de la investigación de los fenómenos del aprendizaje y la
inteligencia, es en la década del 90 e inicios del 2000, que comienza a
investigarse y aplicarse en el ámbito de la convivencia social pacífica.
El desarrollo de la teoría del cerebro triúno, conlleva a
revisar, analizar y actuar sobre las emociones, nuestro cerebro Límbico nos
permite Sentir, Desear y Querer, también es el cerebro de la RABIA, la
FRUSTRACIÓN y la DEPRESIÓN, el cerebro Neocortezal es el que permite
racionalizar y pensar dichas emociones a partir de la dominación de nuestros
hemisferios cerebrales. Y finalmente el cerebro reptil o básico que nos conlleva
a la acción o la reacción, los tres cerebros no son entes separados, sino que
interactúan y son interdependientes.
La paz necesita de la participación consciente de los
individuos y de los colectivos. Es decir que se necesita aprender como gobernar
estos cerebros o sistemas: el mental - intelectual (Neocorteza), el emocional
(Cerebro Límbico) y el del comportamiento (Cerebro Reptil) si se quiere lograr
la paz dentro en la sociedad actual se requiere de la participación consciente
de cada uno. ¿Por qué "participación consciente"? porque la paz se
construye en nuestra mente, se transforma en nuestros contextos y las formas en
que emo-senti-pensamos las relaciones con los otros. Hasta ahora hemos tratado
de lograr la paz, simplemente mediando nuestros intereses a través de acuerdos;
pero cuantas veces nos hemos pueto a mediar nuestras emociones respecto al otro
y su contexto, su cosmovisión y la nuestra de la realidad, pero la paz no será
posible si no logramos comprender la dinámica individual en cada uno en el
conflicto, sino logramos relacionarnos con nosotros mismos y los otros en
nuestros contextos y nuestras creencias muy particulares respecto al mismo.
Sí!!! Si podemos aprender a lograr la paz dentro de nosotros
mismos, podremos ser capaces de ofrecer estrategias significativas para la paz
social, comunitaria e intercultural. El objetivo es el individuo como un
laboratorio de paz, practicando acuerdos y sintiendo el bienestar. Si
observamos la vida desde su nivel celular, podremos entender nuestras conexiones
con un medio más extenso con mayor facilidad.
El medio ambiente, lo que desde la cosmovisión andina es la
geobiodiversidad es algo vivo, lleno de vida, que nos produce impactos con su
constante información. “Nuestros dominios cobrarán vida con sus iguales y yo
percibiré la vida alrededor mío como parte de mí mismo, como un recurso para
mí, y yo como un recurso para ellos.” (De Beauport, 2006)
Tú no estás separado de tu medio ambiente, ni de tu
contexto, sino que estás continuamente expuesto a él e interactuando con él. Tu
paz depende de la paz en tu ambiente, y la paz de tu ambiente depende de ti. En
este cerebro logramos la paz siendo "uno" con nuestro medio ambiente
y lo que nos rodea. A partir de esta inclusión total practicamos la
Inteligencia Básica para experimentar cada día tanta Paz como sea posible.
Walter Fernandez Ulloa. Profesional en Psicología Clínica, con estudios y
experiencia en Salud Mental Comunitaria y Grupal, desarrollo social y
comunitario con enfoque en planificación local y énfasis en comunidad, niñez,
familia y juventud; Consejero Suplente del Consejo de Participación Ciudadano y
Control Social 2015-2020, Mediador certificado por el Consejo de la Judicatura,
graduado en la Universidad Estatal de Bolívar; Magister Internacional en
Políticas Sociales de Promoción de la Niñez y Adolescencia; Activista en
Derechos Humanos y Paz; Planificador del Instituto Ecuatoriano de Seguridad
Social; Consultor y Asesor de Municipio del Distrito Metropolitano de Quito,
Secretaria Nacional del Agua, Secretaria del Migrante; Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos; Miembro Fundador de la Academia ODR (Métodos apropiados
de Resolución de Conflictos) Latinoamérica; Miembro Fundador del Observatorio
Nacional de Comunicación y Medios;
Miembro Fundador del Observatorio Internacional de Paz y Seguridad
Humana con sede en Argentina; Miembro Fundador y Vicepresidente del Consejo
Andino de Mediadores y Conciliadores, 2005-2007, Lima-Perú. Contacto: ups.walter.fernandez@gmail.com
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