297
juzgados españoles impulsan la mediación para que las parejas lleguen a
acuerdos en separaciones y divorcios. La práctica ha aumentado casi un 70%
“Quiero que reconozcas que además del trabajo,
la casa siempre ha sido cosa mía”, dice Ana, de 55 años. “Y yo llevo toda la
vida levantándome a las cinco de la mañana para mantener el negocio familiar”,
contesta Luis, de 57. Los López (nombres ficticios) se están separando. Dos
décadas compartidas han podido con su matrimonio. Pero en lugar de ser sus
abogados los que defienden sus intereses, lo hacen ellos mismos: han acudido a
mediación familiar para resolver sus diferencias. Una psicóloga y una abogada
tratan de guiar su conversación para que logren entenderse a pesar de la
tensión del momento y el difícil trance que están pasando.
El
escenario es una sala luminosa de una segunda planta de la calle Goya, en
Madrid. La pareja se sienta en círculo con la psicóloga y la abogada. En una
pizarra de papel se van concretando los miedos de cada uno, las esperanzas, los
conflictos, los acuerdos a los que se va llegando, quién va a pagar qué... cada
avance queda recogido como punto de partida para las siguientes sesiones.
El de los
López es un caso relativamente sencillo y las mediadoras confían en que el
acuerdo se logre en el siguiente encuentro. Sus hijas son mayores de edad y no
hay muchos bienes que dividir. Es triste, como cualquier ruptura, pero ambos
han llegado al proceso con una actitud de respeto y sin reproches. No siempre
es tan fácil. Otras veces hace falta una catarsis emocional y que la pareja se
diga todo lo que siente para poder continuar. “Es un proceso que puede ser
duro”, dice María Quero, psicóloga y mediadora que atiende a los López en la
primera sesión para pactar el divorcio. “En las sesiones suele haber lágrimas,
reproches, incluso gritos. Pero también se van acercando posturas”. El objetivo
siempre es el mismo: lograr separaciones civilizadas, respetuosas, que culminen
con acuerdos con los que ambos se sientan razonablemente satisfechos. Y que los
protagonistas de los acuerdos no sean los abogados sino los que mejor conocen sus
necesidades: la propia pareja.
La
mediación familiar está en auge. Actualmente se aplica en 297 juzgados
españoles. De los 100.437 divorcios, separaciones o nulidades que hubo en 2013
—último año del que hay datos disponibles—, 5.116 pasaron por mediación, según
el Consejo General del Poder Judicial; un crecimiento del 67% con respecto al
año anterior. Estos datos solo se refieren a la mediación intrajudicial, la que
se lleva a cabo por recomendación de un juez. En la extrajudicial, que se
inicia por decisión de las partes —que prefieren acudir a un mediador que
contratar a uno o dos abogados—, es más difícil recopilar datos porque no están
centralizados. Pero las asociaciones y despachos privados aseguran que la
mediación familiar es un boom. “En los dos primeros meses de 2015, en Mediación
Siglo 21 hemos aumentado las consultas un 350% con respecto al año pasado”,
asegura María Quero. Desde la Asociación Española para la Mediación (Asemed)
calculan que en España se realizan, en total, 10.000 mediaciones anuales.
Los López
siguen avanzando en su sesión. “Nuestra relación se ha deteriorado, pero hemos
compartido mucho”, dice Luis en tono conciliador. Las dos hijas de Ana y Luis
todavía no conocen las intenciones de sus padres. “¿Cuándo se lo vais a contar?”,
pregunta la mediadora Quero. “La pequeña [23 años] se lo imagina; se lo diremos
más adelante”, anuncia la madre. En mediación se tratan todos los temas que
afectan a la pareja: fotos, muebles, hijos, mascotas o emociones. “Queremos que
lleguen a un acuerdo por sí mismos y que se enfrenten a sus problemas”, apunta
Quero. Los López no terminan de llegar a acuerdos con el pájaro que comparten.
“Lo cuido yo”, dice Ana. “Sí, pero después de haberte cargado a los tres
anteriores”, replica él con sorna.
Horas antes
que los López, pasó por esa misma sala otra pareja en proceso de divorcio y con
dos hijos menores. Llevaban tres meses sin hablarse; sus comunicaciones las
habían realizado sus abogados. “Ha sido una sesión dura”, cuenta Yolanda
Ramírez, abogada y mediadora. “Cuando la única relación que se establece es vía
judicial, todo es más áspero y agresivo”, opina. “Al crear un entorno más
cálido y menos jurídico, las personas expresan mejor sus inquietudes”, añade
Quero.
Tras casi
una hora tasando sus propiedades; calculando sus ahorros, mencionando los
miedos a los que se enfrentan y dando pinceladas sobre la vida que han
compartido, los López han hecho avances. “¿Quieres algún CD?”, pregunta él,
melómano empedernido. “Los de Nino Bravo, que sabes que me encantan”, contesta
ella. “La mediación se ha aplicado de toda la vida, pero la abandonamos. La
figura de los sabios de la tribu es mediación”, apunta Ana Criado, presidenta
de la Asociación de Mediadores de Madrid.
Ha pasado
una semana, y Ana y Luis acuden a su segunda cita. Llegan juntos. “Vamos a
registrar los acuerdos. Y ver si ha surgido alguna complicación”, les dice
Yolanda Ramírez. “Lo tenemos todo bastante claro”, reconoce Ana. Para muchos
profesionales, que las partes tomen el control de la ruptura tiene mucho que
ver con el éxito de la mediación. La economía es otra de las causas. Un
divorcio puede costar entre 400 y 3.000 euros. La mediación pública es gratuita
mientras que una sesión privada oscila entre 40 y 150 euros la hora.
“Normalmente,
para llegar a un acuerdo en un divorcio se necesitan entre 6 y 10 sesiones”,
dice Quero. Los López parece que van a sellar sus diferencias en tres
encuentros; tienen casi todo cerrado. Cuando llega el día de la firma, los
sentimientos vuelven a aflorar. Parece que se da un paso atrás. Pero el acuerdo
llega a buen puerto. La separación es triste, pero, dentro de la tristeza,
creen que lo han hecho de la mejor manera posible.
Impulsos
legislativos
“Es una
manera más humana de enfrentarse a los problemas”, opina Ana Criado, presidenta
de la Asociación de Mediadores de Madrid (AMM). La mediación es una medida que
podría ayudar, además, a aligerar el colapso de los juzgados. En 2012 se aprobó
la Ley de Mediación Civil-Mercantil, que se aplica a otras modalidades además
de a la mediación familiar. Actualmente, el Ejecutivo trabaja en el
anteproyecto de ley de corresponsabilidad parental, que incluye la mediación
entre sus opciones. Los mediadores consideran, a pesar de los avances
legislativos, que no existe el apoyo institucional suficiente.
Mientras
tanto, Cataluña acaba de hacer la mediación obligatoria en separaciones
altamente conflictivas con menores afectados. Se trata de un proyecto piloto.
“Y, en Italia, antes de iniciar un proceso judicial es obligatorio acudir a una
sesión informativa de mediación”, apuntan desde la Asemed. Esta asociación,
junto con varios colectivos, está impulsando una iniciativa legislativa popular
para que ocurra lo mismo en España. Ahora buscan recoger medio millón de firmas
para que se discuta en el Congreso.
Cifras y
acuerdos
En España,
se rompe un matrimonio cada 4,7 minutos, según el INE. En 2013 hubo 100.437
sentencias de nulidades, separaciones y divorcios, un 0,8% más que el año
anterior.
El 75,8% de
los divorcios y separaciones que ocurrieron en 2013 fueron de mutuo acuerdo,
según el INE.
Los
conflictos afloran en cuatro de cada seis divorcios españoles, según Fundación
Filia.
La Ley de
Mediación de 2012 reguló la práctica, que entre 2012 y 2013 casi se duplicó.
Un divorcio
exprés acordado cuesta entre 400 y 600 euros. Si intervienen abogados, entre
900 y 1.200 euros. Si hay un contencioso, entre 1.200 y 3.000 euros.
“Siete de
cada diez casos de mediación acaban en acuerdo”, dice la psicóloga María Quero
según las cifras que maneja el sector. Un 49% de los casos de mediación
intrajudicial que se hicieron en España en 2013 acabaron en acuerdo, según el
Consejo General del Poder Judicial.
Pablo León. Elpaís.com. Madrid, España. 08/04/15