Consejos para manejar las emociones negativas
Madrid, España. Muchas personas se hallan interesadas en
descubrir cuáles son los resortes psíquicos a pulsar para manejar las emociones
negativas, que por otro lado todos albergamos y que nos hacen sufrir,
desencadenando a su vez actuaciones inapropiadas que provocan un mayor
sufrimiento.
La existencia de sentimientos negativos o displacenteros será
una constante inevitable a lo largo de nuestra vida. Aparecerán en relación con
los conflictos relacionales que generan la convivencia o con las dificultades y
frustraciones a las que nos somete nuestro propio crecimiento o nuestras
limitaciones humanas. Saber manejarlos de forma constructiva supone un reto
madurativo y no hay que desesperarse, nos puede llevar tiempo.
¿Qué dicen estas emociones de nosotros mismos?
Pongamos ejemplos que nos ayuden a comprender mejor: ¿Si no
sintiera culpa, cómo sabría que he herido a alguien? ¿Si siento celos acaso no
habla también de mi inseguridad personal o de mis deseos más ocultos? ¿Me
frustro cuando algo me es difícil o no tengo lo que quiero?
Estableceremos como un primer paso esencial identificarlos y
después reconocerlos abiertamente. Todos contamos con básicas señales
emergentes como el malestar subjetivo que nos indica que algo no va bien.
Pensemos que esto resulta extraordinariamente útil porque aportan información necesaria y valiosa de nuestro
ser, de nosotros mismos. Educan, permiten evolucionar y generan aprendizaje.
Acogerlos, ser honestos y mirarnos de frente es una manera de
aumentar nuestro valor y nuestra estima personal. Evitar expulsarlos de nuestra
conciencia o bloquear su expresión misma conlleva darnos este mensaje
esperanzador:
“No somos menos valiosos o menos maduros cuando experimentamos
esos sentimientos”.
Dorothy Corkille Briggs, una terapeuta estadounidense muy
experimentada nos dice que los sentimientos negativos que se expresan y aceptan
pierden su poder destructivo.
Argumenta que muchas de las actuaciones terapéuticas deberán ir
encaminadas en ese sentido, estableciendo los siguientes pasos fundamentales.
Identificación de las emociones negativas
Este primer paso entronca con una demanda que dependerá en gran
parte del conocimiento del mundo interior que cada uno posea. A mayor
conocimiento personal de nosotros mismos más fácil resultará la tarea.
En esta fase nos podemos encontrar con el siguiente obstáculo:
¿Qué pasa cuándo no somos conscientes de nuestros afectos
negativos y por lo tanto no podemos ponerlos en palabras ni generar
pensamientos o soluciones más adaptativas?
Como mencionábamos más arriba dado que este primer punto es
fundamental, si no lo resolvemos difícilmente avanzaremos hacia otras
posiciones.
Sería conveniente empezar un proceso psicoterapéutico que le
ayude en la tarea de verse a sí mismo bien cuando estos afectos inconscientes
le generan sufrimiento o actuaciones destructivas, bien cuando aparezca
sintomatología psicosomática. La introspección personal no es suficiente.
¿Por qué se realiza esta recomendación y cómo le ayudaría un
terapeuta en este estadio?
Si bien es cierto que cada uno de nosotros albergamos una
conciencia cierta de muchos de nuestros sentimientos, existen otros que se
ubican en nuestro inconsciente y que, como la propia palabra indica, serían
aquellos que no resultan fácilmente accesibles a nuestra conciencia personal.
Un terapeuta podrá ayudarle mucho a conocer las partes escindidas, ajenas a la
misma.
Alivio de las emociones negativas y tensiones psíquicas
Cuando la intensidad del afecto es elevada decir a una persona
que se calme no parece surtir mucho efecto. Los psicólogos conocen muy bien que
una de las formas más rápidas de liberarse de las emociones negativas consiste
en alentar su expresión. Saben que los sentimientos negativos que se expresan y
aceptan pierden su poder destructivo.
Sólo habría que ayudar a encontrar la manera adecuada de
llevarlo a cabo para cada persona. Dado que la expresión de los sentimientos
descarga la energía emocional, se puede recomendar en estos casos emplear
mediadores como hacer deporte, una acción física vigorosa, el baile, el teatro,
la música o las palabras, la arcilla, la pintura… de esta manera, se alivia la
energía envuelta en la emoción. Cada persona deberá descubrir cuál es la manera
o maneras más adecuadas para ella. Llevando a cabo estas acciones estamos
ofreciendo una vía de expresión fundamental con sus emociones y una reducción
de la tensión psíquica.
Aceptación de las mismas
Es clave relacionar la expresión física del afecto con lo que le
sucede emocionalmente al individuo y buscar herramientas para abrir un camino
de acceso al mundo interno subjetivo. El terapeuta se erigirá en un guía
externo que le acompañará empáticamente y comprensivamente en este proceso.
Crear una atmósfera terapéutica donde la persona sienta que no se le evalúa ni
se le juzga por ello resulta básico y fundamental. Una actitud comprensiva,
empática y acogedora ayuda a que los sentimientos difíciles se revelen y
acepten. Llegar hasta aquí muchas veces no es fácil pero habremos ganado ya
mucho terreno.
Analizar los motivos
Del cuerpo, a la palabra. De la palabra, al pensamiento. La
palabra se erige en un vehículo primordial dado que el lenguaje organiza y
estructura el pensamiento. Es la herramienta reina para acceder a nuestro
interior y mirarnos de la forma más honesta posible. De nuevo, el terapeuta se
trasformará en un valioso acompañante ayudándole a comprenderse, desactivando
las resistencias inconscientes que entorpezcan el camino.
El momento de los cambios
Llegados a este punto, pensemos que cuando disponemos de todos
los elementos para buscar una solución constructiva siempre resulta mucho más
fácil alcanzarla. Inauguramos un tiempo mágico explorando el horizonte,
buscando nuevas experiencias que nos predispongan hacia el cambio. Momentos de ilusión para permitirnos crecer y
manejar la vida de forma distinta. Habrá intentos, caídas, vueltas a empezar,
todo ello imbuidos por el deseo de ser felices atreviéndonos si cabe a ser más
que nunca nosotros mismos.
Porque volviendo al origen… pregúntese:
¿Cómo va a comprender su mundo interior si hay una parte de sí
mismo que rechaza?
¿Cómo va a conocerse si no se enfrenta a los sentimientos
negativos que le generan malestar?
T. S. Eliot ilumina poéticamente nuestra búsqueda personal con
estos versos:
No cesaremos de explorar
Y el final de todas nuestras exploraciones
Será llegar al punto de partida
Y conocer el lugar por primera vez.
El escritor Carlos Fuentes también nos guía con esta frase
almacenada durante años en el desván de la memoria. Ha llegado pues el tiempo
de desempolvarla y compartirla con ustedes. Dice así:
“La belleza sólo pertenece a quien la entiende, no a quien la tiene,
la belleza no es otra cosa más que la verdad de cada uno de nosotros… y tú
tienes que descubrir la tuya”.
Merece pues la pena vivir conscientes aunque a veces cueste.
Raquel Tomé. El Confidencial.com. 11/10/2013
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-10-11/somos-menos-valiosos-por-albergar-emociones-negativas_39866/
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