Andalucía, España. Las estadísticas hablan de un aumento considerable de los conflictos en los que el adolescente es el protagonista. Problemas en el centro educativo o con la familia esconden en ocasiones un trasfondo que convierten al adolescente en una persona conflictiva, hasta el punto de que en muchas veces acaba convirtiéndose en un delincuente.
Según el Informe del Fiscal General del Estado de 2005, Cádiz es la provincia con más denuncias cursadas en el Juzgado de Menores, con lo que se constata un “foco de conflictividad importe”, afirma Josefina Benítez, directora del centro de atención a la familia Mediante. Sin embargo, no todo es negativo, ya que a través de mecanismos propios de la justicia restaurativa, como la mediación, se consigue solucionar siete de cada diez casos de conflictos entre adolescentes y progenitores. “La fórmula es muy exitosa, pues el 70% de los acuerdos entre padres e hijos se llevan a cabo”, subraya Benítez.
No obstante, siempre hay un pero, y en esta ocasión es que “no está siendo utilizada como debiera” por parte de la Administración y los órganos de Justicia. De hecho, la mayor parte de los casos que se trabajan en Mediante proceden de los juzgados de Familia, los institutos y las propias familias.
Esta carencia es la que busca subsanar el equipo que dirige Josefina Benítez, quien trabaja en un proyecto presentado a la Fiscalía y al Juzgado de Menores para que se potencie la utilización de este método de resolución extrajudicial siempre que los casos sean susceptibles -la infracción o el delito sea menor- y tanto infractor como víctima así lo quieran.
De momento, los primeros contactos con la Fiscalía de Menores han conseguido la derivación “de algún que otro caso”. La idea es que a través del delegado provincial de Justicia, Domingo Sánchez Rizo, se conceda el visto bueno a la propuesta para conseguir instaurarla de manera oficial.
Características
Un concepto clave de esta fórmula de resolución de conflictos que por ahora es mayoritariamente extrajudicial es la voluntariedad. “Tanto la persona infractora como la víctima tienen que dar su consentimiento”, subraya la directora de Mediante. La primera tiene que querer subsanar el daño causado y corregir su comportamiento, y la segunda ha de conceder el perdón. Aunque siempre se parte de la idea de que “la violencia nunca está justificada”, no se esconde que detrás de una situación donde impera el conflicto se hallan comportamientos subsanables, donde la participación de un árbitro, una persona imparcial y ajena al mismo, es fundamental.
Carlos Alberto Cabrera. Andalucía Información.es. 27/Dic/2010
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