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Ciudad Juárez, Chiuhahua. Con un alto al fuego puede lograrse la paz posible en Ciudad Juárez, en Chihuahua, en México. Con un alto al fuego puede superarse la etapa bélica, de confrontación, con el crimen organizado y entre el crimen organizado, con el narcotráfico y entre el narcotráfico.
Es urgente para todos, aun para ellos, lograr una salida al fenómeno del narcotráfico y las distintas variantes del crimen organizado, con sus cada vez más violentas expresiones, azuzadas por el entorno de “guerra”, genocidio y exterminio.
Urge un alto al fuego para tratar estos conflictos y sus réplicas, convertidas en parte de lo cotidiano, en el nivel de la calle. Urge una agenda sustentada en los criterios básicos de investigación, de intervención, de intermediación y de diálogo. ¿Diálogo entre quiénes? Diálogo entre todos para iniciar un proceso de paz, para oponer una cultura de Paz a la cultura de odio, muerte y destrucción que implica la guerra.
Quizá se ha tocado fondo, no esperemos más, con el conflicto internacional en ciernes que significa el crimen de las personas relacionadas con el Consulado estadounidense en Ciudad Juárez; no esperemos que arda más Monterrey o que sigan cimbrándose Acapulco o Culiacán.
Pensemos y establezcamos los “criterios esenciales” de negociación, de investigación, de intervención, de intermediación, de superación de conflictos, como lo expone, entre otros, Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz y titular de la Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona, en España.
Fisas es doctor en estudios sobre paz por la Universidad de Bradford, Premio Nacional Derechos Humanos 1988, y autor de más de treinta libros sobre conflictos, desarme e investigación sobre la paz. En ese contexto podemos situar al narcotráfico, al crimen organizado y las severas consecuencias de una guerra mal declarada y peor dirigida.
En el Anuario 2008 de Procesos de Paz, Fisas señala que el debate histórico del narcotráfico “está liderado por tres grandes líneas de pensamiento: la prohibicionista, la de reducción del daño y la de legalización. La primera está encabezada por los Estados Unidos. La segunda está avalada por organismos de salud y de políticas de desarrollo, así como por círculos académicos. La tercera es un tema frecuente en artículos de opinión.
“La dificultad para conciliar o poner a dialogar estas corrientes queda reflejada en la actual contradicción en el propio sistema de Naciones Unidas entre los informes y criterios de la UNODD frente a la OMS, FAO, PNUD, ACNUDH e, incluso, el Banco Mundial.”
Si bien, no se puede pretender solucionar un debate de escala mundial, extremadamente complejo, a partir de una mesa de negociación, dice Fisas, tampoco se debe claudicar en el derecho soberano a construir una salida con sentido nacional, pero inscrita y de la mano con la realidad internacional.
Fisas señala que “es fundamental considerar este fenómeno como una actividad compleja, que no está representada por un actor en específico, sino por una multiplicidad de actores y factores intervinientes en la configuración del narcotráfico con sus componentes de naturaleza criminal, económica, política, institucional, social, además de su desenvolvimiento internacional. Entonces, al momento de definir ‘los interlocutores’ para la superación del narcotráfico habrá que hacerse una lista amplia que va desde sectores interesados, sectores afectados, institucionalidades, académicas, internacionales, gubernativas, etc.”
Ante la ausencia de una “propuesta global alternativa”, lo que Fisas plantea son aquellos “criterios esenciales” y “democratizar el debate sobre las soluciones aplicadas”, con todas las personas e instituciones con experiencia en la temática; la convocatoria a los países amigos/acompañantes/garantes a una revisión de su responsabilidad en la temática; insertar la discusión sobre drogas y conflicto en el marco del debate en el sistema de Naciones Unidas; convocar la concreción de una agenda común que supere las limitaciones de la política actual y que haga frente al “efecto globo” de traslado de cultivos, convocar a los Estados Unidos a un debate con los países de la región y la Unión Europea. El alto al fuego significa abordar el narcotráfico y el crimen organizado desde una agenda de negociación, desde la construcción conjunta de las condiciones para un proceso de paz o su equivalente en este tipo de conflictos.
En Ciudad Juárez, en las partes conflictivas del país... un alto al fuego puede implicar una misión de paz, un alto al fuego, supervisado por las Fuerzas de Paz de la ONU. Quien declaró la guerra tendría que declarar el alto al fuego y si no lo hace, que lo haga la ciudadanía, que lo haga la sociedad.
¡Unámonos todos en esta gran campaña! ¡Empecémosla en Ciudad Juárez¡ ¡Alto al fuego!
Artículo de Francisco Rodríguez Pérez, Economista y analista político, publicado el 23 de Marzo de 2010 en el sitio "Diario.com.mx"
http://www.diario.com.mx/nota.php?notaid=3f60ecee259776379452163d722f9cca Es urgente para todos, aun para ellos, lograr una salida al fenómeno del narcotráfico y las distintas variantes del crimen organizado, con sus cada vez más violentas expresiones, azuzadas por el entorno de “guerra”, genocidio y exterminio.
Urge un alto al fuego para tratar estos conflictos y sus réplicas, convertidas en parte de lo cotidiano, en el nivel de la calle. Urge una agenda sustentada en los criterios básicos de investigación, de intervención, de intermediación y de diálogo. ¿Diálogo entre quiénes? Diálogo entre todos para iniciar un proceso de paz, para oponer una cultura de Paz a la cultura de odio, muerte y destrucción que implica la guerra.
Quizá se ha tocado fondo, no esperemos más, con el conflicto internacional en ciernes que significa el crimen de las personas relacionadas con el Consulado estadounidense en Ciudad Juárez; no esperemos que arda más Monterrey o que sigan cimbrándose Acapulco o Culiacán.
Pensemos y establezcamos los “criterios esenciales” de negociación, de investigación, de intervención, de intermediación, de superación de conflictos, como lo expone, entre otros, Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz y titular de la Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona, en España.
Fisas es doctor en estudios sobre paz por la Universidad de Bradford, Premio Nacional Derechos Humanos 1988, y autor de más de treinta libros sobre conflictos, desarme e investigación sobre la paz. En ese contexto podemos situar al narcotráfico, al crimen organizado y las severas consecuencias de una guerra mal declarada y peor dirigida.
En el Anuario 2008 de Procesos de Paz, Fisas señala que el debate histórico del narcotráfico “está liderado por tres grandes líneas de pensamiento: la prohibicionista, la de reducción del daño y la de legalización. La primera está encabezada por los Estados Unidos. La segunda está avalada por organismos de salud y de políticas de desarrollo, así como por círculos académicos. La tercera es un tema frecuente en artículos de opinión.
“La dificultad para conciliar o poner a dialogar estas corrientes queda reflejada en la actual contradicción en el propio sistema de Naciones Unidas entre los informes y criterios de la UNODD frente a la OMS, FAO, PNUD, ACNUDH e, incluso, el Banco Mundial.”
Si bien, no se puede pretender solucionar un debate de escala mundial, extremadamente complejo, a partir de una mesa de negociación, dice Fisas, tampoco se debe claudicar en el derecho soberano a construir una salida con sentido nacional, pero inscrita y de la mano con la realidad internacional.
Fisas señala que “es fundamental considerar este fenómeno como una actividad compleja, que no está representada por un actor en específico, sino por una multiplicidad de actores y factores intervinientes en la configuración del narcotráfico con sus componentes de naturaleza criminal, económica, política, institucional, social, además de su desenvolvimiento internacional. Entonces, al momento de definir ‘los interlocutores’ para la superación del narcotráfico habrá que hacerse una lista amplia que va desde sectores interesados, sectores afectados, institucionalidades, académicas, internacionales, gubernativas, etc.”
Ante la ausencia de una “propuesta global alternativa”, lo que Fisas plantea son aquellos “criterios esenciales” y “democratizar el debate sobre las soluciones aplicadas”, con todas las personas e instituciones con experiencia en la temática; la convocatoria a los países amigos/acompañantes/garantes a una revisión de su responsabilidad en la temática; insertar la discusión sobre drogas y conflicto en el marco del debate en el sistema de Naciones Unidas; convocar la concreción de una agenda común que supere las limitaciones de la política actual y que haga frente al “efecto globo” de traslado de cultivos, convocar a los Estados Unidos a un debate con los países de la región y la Unión Europea. El alto al fuego significa abordar el narcotráfico y el crimen organizado desde una agenda de negociación, desde la construcción conjunta de las condiciones para un proceso de paz o su equivalente en este tipo de conflictos.
En Ciudad Juárez, en las partes conflictivas del país... un alto al fuego puede implicar una misión de paz, un alto al fuego, supervisado por las Fuerzas de Paz de la ONU. Quien declaró la guerra tendría que declarar el alto al fuego y si no lo hace, que lo haga la ciudadanía, que lo haga la sociedad.
¡Unámonos todos en esta gran campaña! ¡Empecémosla en Ciudad Juárez¡ ¡Alto al fuego!
Artículo de Francisco Rodríguez Pérez, Economista y analista político, publicado el 23 de Marzo de 2010 en el sitio "Diario.com.mx"
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