Desde hace tiempo y
como forma de desarrollar en la práctica el proyecto de construcción de Paz que
propone Equipo IMCA, hemos sugerido trabajar en aquello que denominamos
“dinámica de mediación”.
Ante todo queremos destacar una vez más que cuando nos
referimos a la Paz, no aludimos a la
quietud de los cementerios, ni siquiera a la ausencia de guerra u otra agresión
física.
Cuando sostenemos que es necesario construir la Paz, estamos
afirmando, como lo hacen la Doctrina Social de la Iglesia y también Johan
Galtung, que es necesario construir estructuras sociales y culturales justas,
donde todos y cada uno puedan realizarse como personas y que permitan a cada
otro el mismo logro.
Si bien la Paz, es un anhelo de todos, no podemos dejar de
reconocer que es necesario profundizar en su verdadero significado y, mucho
más, en elaborar estrategias para que esa aspiración se convierta en acto.
Como ya lo hemos puntualizado en otras publicaciones, sólo haremos aquí algunas puntualizaciones
para fijar nuestra posición frente al trabajo de construcción de Paz.
En primer lugar, la Paz no es una meta sino un camino, su
construcción no termina nunca. Consideramos la Paz como un determinado estado
de convivencia y sabemos que la convivencia entre los seres humanos es
fluctuante y muchas veces azarosa, motivo por el cual debemos trabajar en forma
permanente para mantener relaciones armoniosas.
Para construir Paz es necesario atacar las causas que
generan violencia en cualquiera de sus manifestaciones. Es decir, no trabajamos
sobre las consecuencias de una mala convivencia, sino sobre las causas que la
provocan. Construimos Paz positiva.
Este trabajo de construcción requiere cooperación y cambio.
Ello supone que no es un trabajo individual, sino una responsabilidad de todos
y que es necesario producir cambios, modificaciones en el sistema social, para
revertir las causas que entorpecen una sana convivencia.
Para producir este cambio de estructuras injustas la
“dinámica de mediación” tiene un lugar de privilegio.
¿En qué consiste la “dinámica de mediación”? Se trata de una
intervención mediadora programada en función de la existencia de determinado
grupo. Lo primero que debe hacer el
mediador para poner en práctica esta dinámica, será preocuparse por conocer
previamente la composición de ese grupo, sus características, su estructura y
los aspectos particulares de la vida interna de ese conjunto de personas y de
sus componentes.
Los recursos de los mediadores para desarrollar su trabajo,
provienen de una investigación permanente e interdisciplinaria. Es por ello que
en esta ocasión hemos encontrado útil completar el análisis del trabajo de
“dinámica de mediación”, con algunos conceptos propuestos por el Papa
Francisco, quien sostiene que “para avanzar en esta construcción de un pueblo
en paz, justicia y fraternidad, hay cuatro principios relacionados con
tensiones bipolares propias de toda realidad social… los cuales constituyen el
primer y fundamental parámetro de referencia para la interpretación y la
valoración de los fenómenos sociales”.
Esos principios, válidos para nuestro trabajo de “dinámica
de mediación”, son los siguientes:
1) El tiempo es superior al espacio.
2) La unidad prevalece sobre el conflicto.
3) La realidad es más importante que la idea.
4) El todo es superior a la parte.
1) El tiempo es superior al espacio.
2) La unidad prevalece sobre el conflicto.
3) La realidad es más importante que la idea.
4) El todo es superior a la parte.
1) Si
consideramos el tiempo como un concepto de plenitud, en el sentido de un
horizonte que se abre por delante, en nuestro trabajo de dinámica de mediación
podemos estimular esa visión frente al significado del espacio, que se reduce
al momento y cuyos límites son acotados. Esto ayuda a no privilegiar los
espacios de poder, sino los tiempos de los procesos.
2) Es
necesario enfrentar y superar el conflicto para no quedar atrapado y no perder
el sentido profundo de la unidad.
3) La idea
está en función de la captación, la comprensión y la conducción de la realidad.
Esta última debe ser rescatada, ya que existen diversas formas de ocultarla y
esto es lo que debe ser evitado, para lograr relaciones armónicas entre las
personas.
4) Para
explicar este postulado de que el todo es superior a la parte, el Papa
Francisco utiliza la figura del poliedro: “El modelo es el poliedro, que
refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad”.
Esto nos demuestra también que el todo es mucho más que la suma de todas las
partes, ya que la figura del poliedro permite recoger lo mejor de cada uno.
Este acotado espacio no nos permite profundizar, sólo hemos
querido hacer este aporte para la reflexión de los mediadores, ya que estos
postulados resultan útiles para la intervención mediadora, sobre todo en grupos
en los que se trabaje en conjunto para producir cambios estructurales que
permitan una mejor convivencia, priorizando el respeto mutuo y reconociendo la
dignidad eminente de cada uno.
María Alba Aiello de Almeida. Mediadora. Abogada. Docente. Secretaria académica de Equipo
IMCA. Co-directora de la Maestría en Mediación de la Universidad de Alcalá de
Henares.
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