Piensa que la mediación es como
la fruta madura. Caerá por su propio peso a su tiempo. Pero a Lourdes Arastey,
presidenta de la sección española de GEMME, el Grupo Europeo de Magistrados por
la Mediación, le preocupa que no se entienda cuál es su verdadera naturaleza.
“Hace falta mucha ‘evangelización’ todavía; los efectos, cuando está aplicada y
extendida, se sentirán positivamente”, afirma.
Lourdes Arastey, 56 años, es
magistrada de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo desde 2009. Se hizo
juez en 1985, por oposición. Ha servido en el Juzgado de lo Social 7 de
Barcelona y en la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña. Además ha sido profesora asociada del Departamento de Derecho de
Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Barcelona.
La magistrada Arastey no sólo
tiene fe en la mediación, cree que es la respuesta para acabar con el colapso
que parte de la justicia está viviendo.
El problema, según ella, es que
la gente confunde el significado de lo que es la mediación.
"Me acuerdo de un asunto que
utilizamos para visualizar lo que es la mediación. Era una señora que había
sido despedida de una panadería. En un pueblo pequeño, donde todo el mundo se
conoce. La señora llevaba toda la vida trabajando en la panadería, una empresa
familiar. En la panadería trabajaban dos empleadas. Imagínense el drama. No era
la única persona de su familia la que había trabajado allí, también su padre.
Era un despido por causas económicas".
Una situación en la que se
mezclaban también los sentimientos…
Así es. Las partes habían optado
por la mediación. La señora estaba llorando y el empresario trataba de que
entendiera las razones económicas. La mujer siguió llorando. Hasta que en un
momento el hombre le preguntó: ‘¿Qué quiere, ya le he explicado…?’. Y ella
contestó: ‘¿Yo sólo quiero que me diga por qué me ha elegido a mí?’. Él se lo
explicó. Cuando terminó el encuentro, el despido se mantuvo pero acabó con un
acuerdo y la mujer desistió de la demanda.
A eso se denomina ‘justicia
restaurativa’.
Es que eso es la mediación. La
mediación es justicia restaurativa. No es que la gente no lo entienda, es que
no lo sabe. Creen que la mediación es intermediar. Uno pide 50, el otro ofrece
25, al final 35. Eso no es mediación, eso es negociación.
El porqué del conflicto es muy importante,
igual que el factor humano. El factor humano es esencial.
En España la mediación se ha
contemplado como un ejercicio voluntario de las partes, ¿no es así?
Efectivamente.
Sin embargo, estará usted de
acuerdo de que para que la mediación funcione tiene que estar incluida dentro
de la propia ley, para que cuando el caso llegue a la Administración de
Justicia, por sus características, pueda ser diferido obligatoriamente a ello…
Cada vez lo estamos viendo en
todos los países de Europa.
¿Cuántos jueces forman parte de
GEMME en España?
Doscientos cincuenta.
De un total de 5.400. Para que
nos aclaremos, ¿qué es GEMME y a qué se dedican ustedes?
Es una asociación que se creó en
Francia en 2003. Su impulsor fue Guy Cavinet, presidente del Tribunal Supremo
francés. Un hombre avanzado para su tiempo. Vive todavía. Crea la asociación,
partiendo de la idea –tras una profunda reflexión- de que realmente los jueces
no somos útiles del todo. Que no estamos solucionando los problemas de los
ciudadanos.
A partir de ahí, busca este
método, la mediación, para incorporarlo a la Justicia. Desde su punto de vista,
y también de todos los que formamos parte de GEMME, la Administración de
Justicia tiene que contemplar la opción de la mediación como una posible
solución al conflicto judicializado.
A una primera reunión oficial se
invitó a gente suelta, jueces de toda Europa, sensibilizados, preocupados por
la situación de la Justicia. De aquí fueron un grupito de españoles. A partir
de ahí se crearon secciones nacionales.
A día de hoy, todos los países
que formamos la Unión Europea, los 28, tenemos nuestra propia sección. Yo soy
la presidenta de la Sección Española de GEMME.
¿En la Unión Europea hay
sensibilidad hacia la mediación?
Mucha, más que nunca. La
Directiva 2008 de la UE la ha fomentado mucho. Ahora estamos en pleno análisis
del avance. En España, por el contrario, va muy lenta.
¿Es aplicable a todas las
jurisdicciones?
A todas, aunque el panorama
normativo está más estructurado en civil y en mercantil. Sin embargo, nuestras
propias estadísticas –que proceden del Consejo General del Poder Judicial- nos
están diciendo que están dando un resultado muy bueno en penal. Algo
sorprendente.
Suponemos que en lo que antes se
denominaban faltas…
La mediación es un mecanismo que
se adapta un poco a cada tipología del conflicto. La mediación penal no es la
misma que la mediación en familia, en civil o en mercantil.
Pero el concepto, grosso modo, es
que al final las partes se sienten y hablen de su problema en un ámbito
determinado de confidencialidad, para que cada uno comprenda el punto de vista
del otro. En penal se están produciendo unas experiencias preciosas.
¿En qué tipos de casos?
Pues mira el ejemplo buenísimo
que seguro que habéis seguido y, que además, es maravilloso y es un poco la
idea de la Justicia restaurativa. No está judicializado sino en la fase de ejecución de la pena, que es el tema
de Nanclares.
Pero este Gobierno lo había
frenado…
Lo ha frenado, ya no existe.
Con el Gobierno de Zapatero la
mediación penal iba a toda velocidad.
Efectivamente. Eso está frenado
totalmente, pero ha quedado sembrada la idea. Cuando a la gente en penal les
dices que la mediación no significa pactar, porque hay mediaciones en las que
no hay acuerdo, pero les cuentas los resultados que se obtienen, las cosas
comienzan a cambiar.
Tenemos como ejemplo las
experiencias de la prisión de Nanclares, en las que terroristas y víctimas
hablan de lo sucedido. ¿Qué acuerdo hay ahí? Ninguno. Pero hay restauración.
Hay restauración de dolor, de posicionamiento, de satisfacer cosas que jamás
vas a ver en un proceso judicial. Esa es la filosofía.
¿Está de acuerdo con la frase de
que mediar es comenzar a ceder por ambas partes?
Yo creo que va más allá de todo
esto. Insisto en ello porque es muy importante. Lo veo en los conflictos
laborales.
En Costa Rica lo están haciendo
con delitos menores. Con los llamados “círculos de paz”, en los que intervienen
las partes, el agresor y el agredido, sus representantes legales, personas de
la comunidad, bajo la dirección de uno o dos mediadores. Luego, el juez, en una
entrevista posterior, sanciona el acuerdo.
Sí. Hay diferentes técnicas. Es
justicia restaurativa. El agresor resarce a la víctima, le pide perdón, y
cumple con el castigo acordado, que normalmente no es la cárcel.
Y todo se hace en la intimidad de
una reunión privada. Quizá por eso los medios de comunicación no muestran
demasiado apoyo hacia la mediación. Hay mucha resistencia.
Hay muchos territorios que, en
ese sentido, son los que ofrecen resistencia.
Se ofrece resistencia por
desconocimiento. Es lo de siempre. Lo que no conocemos no lo queremos. Y luego,
da miedo. Ese temor se da también en los jueces, pero sobre todo en los
abogados, porque si los abogados no creen en la mediación…
Los abogados piensan que con la
mediación van a tener menos ingresos que con la justicia tradicional.
Eso es una falacia. La pérdida
del negocio, que es su gran temor, es una falacia. Si yo tengo un cliente, con
el que, tal vez, voy a llevar hasta el Tribunal Supremo, quizá gane mucho
dinero. Pero no sé si el cliente me va a durar mucho más.
En cambio, si yo a un cliente le
gestiono su conflicto y se lo solvento, y sale satisfecho…, de acuerdo que solo
me ha durado dos días, pero también solo me ha durado dos días. Y no he estado
tres años trabajando con él. Quiero decir, que las cosas hay que medirlas de
otra manera.
En la mediación el factor humano
es fundamental. No todo el mundo sirve para mediar, ni jueces, ni abogados, ni…
Ya, pero aquí también hay un
error. Los jueces nunca van a mediar.
En 2012 el magistrado Casiano
Rojas, titular, entonces, del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo 1 de
Badajoz recibió uno de los premios Calidad de la Justicia del CGPJ a una
justicia más eficaz por introducir la mediación en esa jurisdicción. Rojas
transaba entre ciudadanos y Administración local…
Transar no es mediar. Eso es
conciliación. Cuando hablamos de mediación jamás el mediador tiene que tener
una posición de poder de ningún tipo. Precisamente porque la mediación se
desarrolla en un ámbito de confidencialidad total donde las partes van a hablar
de su problema tal cual es.
Como juez no puedo ser mediador.
Ese es un debate también que ya está muy superado en toda Europa. A veces se
dice que hay jueces en algunos países que hacen de mediadores. Están formados
como mediadores y actúan como mediadores, no como jueces. Aunque sea dentro del
órgano.
Pero sí que tienen dualidad de
papeles.
Pero no en el proceso. Para
llegar a eso estamos todavía muy lejos no. Quiero decir, que ni siquiera creo
que sea deseable.
Primero eso. Segundo, les pasa un
poco lo mismo a los abogados. Ahora, está la moda de la mediación. Todo el
mundo está con la mediación para aquí y para allá. Yo soy mediador, dicen
muchos. A ver, como juez tienes que saber que es la mediación sin que para eso
te conviertas en mediador. Son dos cosas distintas.
Luego, estamos hablando de
mediación judicializada, es decir, intra-judicial, pues tenemos la tercera pata. Y es que las
Administraciones Públicas no invierten en esto.
Tenemos el problema de siempre.
Invertir en mediación supone un
ahorro brutal para la Administración de Justicia. Se lo hemos dicho por activa
y por pasiva al Ministerio. Lo hemos repetido en todas partes.
Está cuantificado cuánto cuesta
cada procedimiento al Estado y no a las partes. Pues si el mismo procedimiento
se resuelve en mediación, le va a costar una decima parte, algo ínfimo cuando
en medios materiales no tiene que poner prácticamente nada.
El otro día su compañero Pascual
Ortuño, vicepresidente de GEMME Europa, identificaba algunos de los obstáculos
que había para que la mediación funcionara en España, y una de las cosas es el
sistema de módulos, el baremo interno que se aplica para valorar el trabajo de
los jueces.
Bueno, sí. Sobre todo porque
estamos hablando de órganos que están súper saturados en su gran mayoría.
Entiendo que meter ‘inventos’ en un área en el que no tienes ni espacio
temporal, ni espacio vital, ni espacio emocional es difícil que funcionen.
En general la carrera está muy
quemada, sobre todo, en las trincheras. Eso puede ser una reacción. Lo de los
módulos también puede serlo porque ya sabes qué les va parte del salario.
Es un esquema que nunca se ha
solventado. Se lanzo esa historia hace montones de años y no ha habido Consejo
que le pusiera el cascabel al gato ni Ministerio tampoco. Pero no creo que sea
el mayor problema.
En estos momentos, a los jueces
les faltaría tener una estructura en la que pudieran confiar.
Porque si yo, juez de primera
instancia, creo en la mediación y decido derivar a mediación, ¿adónde lo
derivo?
El Consejo acaba de firmar, creo
que en abril, varios convenios con las Comunidades Autónomas. Todas vienen
corriendo a hacerse la foto y a firmar el Convenio, pero después no hacen nada.
‘Hacer algo’ es imprimir folletos
explicativos.
Para que la mediación tenga éxito
lo único que se necesita, en cada palacio de justicia, es una habitación más
pequeña que este despacho.
Luego, estructurar como acceden a
los casos los mediadores que son externos y ajenos. Cómo controlamos los niveles estadísticos antes y previos.
Y ahí estamos. Con el Consejo,
que sí hace protocolos.
Pero eso ya lo hacía el anterior
Consejo también, y el anterior también.
Pero se ha ido avanzando mucho.
Ya pero no es una cosa nueva. El
problema que tiene la mediación es que, para que tenga éxito, tiene que estar
incluida dentro de la ley, como una solución. Como se hizo en Washington D.C.
¿Está de acuerdo?
Sí, pero aquí está la Ley de
Enjuiciamiento Civil y la Ley Familiar.
El modelo de Washington D.C dice
que cuando un justiciable llega a los Juzgados con su caso, éste es estudiado y
después se le dice, ‘esto se resuelve a través de la mediación’ y va a
mediación. Si esto se encaja de esa manera en España el sistema funcionaría
como un tiro.
Sí, sin duda.
¿Cuánto tiempo falta para llegar
a eso?
No creo que falte mucho. A mí lo
que me preocupa no es tanto eso, porque viene incorporado en la nueva Ley de
Estatuto de la Víctima.
A mí lo que me preocupa es que en
este país, que hacemos todo igual, pasamos del calvo a dos pelucas. Con lo cual
me da miedo que haya muchas leyes. No creo que el problema esté en que nos
pongan más leyes para que haya más mediación.
O sea, más medios.
Ahí sí. Eso es otra cosa.
Porque usted no cree que el
Boletín Oficial del Estado tenga efectos mágicos, ¿verdad? Los políticos sí lo
creen, ya lo sabe.
[Se ríe]. No, no creo en los
efectos mágicos del BOE. Porque ahora está de moda hablar de mediación y
llamamos mediación a cualquier cosa. Siempre hacemos lo mismo, matamos el
invento por el uso y abuso, de alguna manera.
Por lo tanto, miedo me da cuando
quieren meter cosas en la mediación.
En la Ley Procesal Laboral no hay
ningún trámite, cosa que sí hay en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
En un juzgado de los Social de
Barcelona hemos puesto en marcha una experiencia que está siendo súper bonita.
No necesitamos para nada la ley para decirles a las partes que se les ofrece
este servicio y si lo quieren utilizar, ellas mismas acuerdan la suspensión
libre del procedimiento.
No se necesitan más leyes pero sí
que se necesita tener ese medio.
Porque si los jueces tienen el
medio, en la puerta de al lado, lo usaran.
Si no, no, porque no estamos para
estar buscando por ahí el sistema.
Esto ha nacido porque han sido
jueces muy proactivos. Pero ha llegado un momento que tanto voluntariado no
puede ser no. Yo creo que el punto está en los medios. Que ya digo que, a día
de hoy, son ridículos.
¿Se necesita mucho dinero para
implantar la mediación?
Muy poco. Además tenemos otra
historia, que estos son medios transferidos. Es el Estado de las Autonomías, y
se lo dice una catalana.
Es que no hay que decirlo una
vez, hay que decirlo 13 veces. Porque son 12 Autonomías con competencias
transferidas en Justicia y 5 en las que no lo son y que administra el
Ministerio de Justicia.
Por lo tanto, depende de cada
sitio.
En Cataluña por ejemplo para
montar el sitio este que montamos, que entró en funcionamiento, ahora hace un
año. Cinco juzgados de lo Social, van primero, convencen a los jueces, van
cinco voluntarios, ya los tenemos. Cinco secretarios. Ahora, letrados de la
Administración de Justicia, esa es otra historia. Es como un matrimonio que hay
que convencer a la doble pareja.
Después, el personal, porque
nosotros somos así, cuando le dices que cuando llegue el asunto en este caso
usted lo que hará es esta providencia, te responden, Huy, ¿y esta providencia
por qué. Y entonces te salen los sindicatos.
Dicho todo lo cual. Hecho toda
esta parte tan complicada, la Generalitat que nos deja una habitación con una
mesa y tres sillas. ¡Huy, pero si es el cuarto de las escobas!
Pero ya funciona, y muy bien. Hay
experiencias preciosas. Pero ahora estamos rezando para que deje de ser una
cosa montada con pinzas y que no se institucionalice. Que no sea un simple
experimento que se eche a perder porque llegue uno que diga que esa habitación
no, porque se necesita un cuarto para el café.
Los miembros de GEMME España
deben ser vistos por sus compañeros como bichos raros.
Sí, un poco, sí, pero los jueces,
en general, somos vistos como poco menos que bichos raros.
¿Qué se necesitaría ahora mismo
para que la mediación tal como la atendéis desde GEMME echara raíces rápidas en
este país?
Estructurar unidades de mediación
en el seno de los órganos judiciales.
Es decir, crear la salita de la
que hablaba.
Sí, parece que estoy hablando de
un gran departamento. No. De hecho, ni siquiera estoy hablando de personas
porque no necesito a nadie. El juez ya lo tengo, el secretario ya lo tengo y el personal lo tengo.
Con lo cual, lo único que
necesito es vincular eso con el aporte de mediadores, que eso es un problema
importante de quien tal y estos señores no pueden ser gratis porque son
profesionales. Y decimos que la mediación ha de ser la profesionalización al
máximo.
Por tanto, yo tengo que vincular
los mecanismos de control de calidad vía títulos universitarios bien hechos, no
el registro del Ministerio de Justicia en donde hay 10.000 mediadores porque
estoy igual que antes. No puedo derivar al registro porque estoy igual de
antes.
Luego, un control, que eso en
otros países como Holanda lo tienen muy bien hecho ya, que ser mediador
acreditado ante un tribunal tiene un plus. Y por tanto, eso es una obligación y
un deber. Es decir, hay que estructurar eso, trabajar eso.
Eso tampoco es tan difícil de
sentarse a trabajarlo.
Y con eso la cultura de la
mediación echaría raíces rápidamente es España.
Sí. Porque sí eso funciona desde
los tribunales, y en eso estamos de acuerdo todos los países en estas reuniones
que vemos, si la mediación intra-judicial arranca por derivación va hacia
abajo. Los abogados ya no trabajaran el caso de la misma manera.
Los abogados están todos educados
para litigar. Pero si yo me tengo que preparar el asunto pensando que cuando
llegue al juzgado el juez me va a decir
vayan ustedes a mediación, la parte me va a decir oiga usted que me ha
dicho que resulta que ahora puedo solucionar esto de otra manera.
Encascado hacia abajo va a
funcionar. Es más, lo está demandando la gente.
Confilegal.com. España, 19/10/15