Tras oír
hace unas semanas como un psicólogo conocido hablaba de que ciertos
infractores deberían valorar el suicidio
como una posible salida ética me surgieron multitud de interrogantes.
Efectivamente
existen delincuentes con una personalidad que hace muy difícil su pronóstico
favorable de reinserción. Ojalá viviéramos en un mundo ideal, en los que los
“buenos ganan”, los “malos tienen su merecido” pero además después de ser
castigados se arrepienten, salen de prisión y no vuelven a delinquir.
Vivimos en
un mundo imperfecto, los seres humanos no actuamos de forma racional,
generalmente nuestras acciones son mezcla de emociones, intuición y lógica. El
aspecto emocional es esencial y no se puede olvidar, esto es lo que nos lleva a
encontrarnos con situaciones “imperfectas”,
al menos teóricamente, como los infractores psicópatas.
Hasta ahora
tenemos claro que estos delincuentes carecen de valores restaurativos
esenciales, uno de ellos la empatía, es decir la capacidad para entender y
comprender a los seres vivos que nos rodean. Pero la Justicia Restaurativa y
sus procesos como la mediación penal o conferencias tienen mucho que decir en estos casos.
Todas las
teorías acerca de la justicia deben ir desarrollándose poco a poco, en el caso
de la Justicia Restaurativa, esta evolución debería cimentarse en el cambio de
dos paradigmas:
1- desde el punto de vista jurídico y como afirma Howard Zehr, el cambio es dejar
de centrarnos en el binomio delito- pena y basarnos en el de daño-reparación
2- pero también sería bueno tal y como decía
Thomas Kuhn basarnos en un paradigma psicológico-filosófico y en lugar de
obligar a la gente a comportarse de manera adecuada ante la amenaza del
castigo, se debería alentar el desarrollo de la empatía
Siguiendo a
Thomas Kuhn, y aplicando todo esto a la Justicia Restaurativa, si tratamos de
generar empatía en las partes, los beneficios son importantes, por un lado se
puede conseguir que el infractor aprenda que no debe delinquir pero no por el
temor a recibir un castigo sino porque ha comprendido que con esta actitud está
dañando a una persona, a un ser humano.
En estos
infractores la Justicia tradicional falla, pero también de forma teórica
fallaría la Restaurativa porque el psicópata generalmente no tiene miedo al
castigo y además tiene una incapacidad de sentir empatía, de sentir el dolor
ajeno.
No
obstante, los procesos restaurativos como herramientas o métodos para abordar
cómo hacer las cosas bien tras el delito son en sí mismos, procedimientos que
crean y favorecen el crecimiento de los valores restaurativos (como respeto,
responsabilidad, empatía e interrelación) en el
infractor, en la víctima y en la comunidad. Son procesos que ayudan a
encontrar la humanidad “perdida” u “olvidada”. Se ha demostrado que muchos
infractores que hasta ese momento no demostraban ninguna clase de sentimientos
hacia las víctimas, por el hecho de encontrarse cara a cara con ellas, algo cambia en sus cerebros comenzando un
proceso transformador.
Estos
procedimientos pueden generar en muchos delincuentes, un punto de inflexión
para que tras hacer lo correcto y asumir su responsabilidad, decidan aprovechar
la oportunidad para quitarse el “peso del estigma de ser delincuente”.
Recuperaran su humanidad porque la sociedad les va a mirar por lo bueno que
hagan desde ese momento en adelante. Supone para ellos, una ventana hacia el
futuro.
Además las
víctimas y la comunidad también recuperan su sentimiento de cierta seguridad y
de confianza en la gente que les rodea. Aprenderán a comprender que aunque
viven en un mundo imperfecto, no todas las personas son malas o criminales, de
esta forma también se reencontraran con su “humanidad” pérdida.
Por
supuesto que este punto de inflexión es realmente complicado que se pueda dar
en ciertos infractores, que carecen precisamente de los valores morales y
éticos necesarios para reencontrarse con su humanidad y es complicado además
que surja en ellos la empatía, este valor restaurativo esencial. Sin embargo, vivimos en una sociedad en continua
evolución, aunque nosotros nos seguimos anclando en el pasado. Mantenemos, a
pesar de los avances que el ser humano no puede cambiar, como dice Daniel
Reisel ¿si nosotros damos por perdidos a los psicópatas?, ¿qué motivo tendrían
ellos para querer cambiar?
Daniel
Reisel estudia el cerebro de los psicópatas y se hace una pregunta: en lugar de
almacenar estos psicópatas ¿no deberíamos usar nuestros conocimientos sobre el
cerebro para ayudar a su rehabilitación?
Si en el
cerebro se pueden crear nuevas conexiones neuronales después de una lesión…
¿podríamos ayudar a los psicópatas a que el cerebro vuelva a crear moral?
Parece que nuestra habilidad para socializar, para conocer y comprender acerca
de lo bueno y lo malo se desarrolla en nuestros primeros años de vida. La base
de nuestro comportamiento moral es innata. Y sin embargo, si no lo
desarrollamos correctamente en nuestra infancia, tendremos una carencia muy
difícil de suplir pero no imposible.
En nuestro
cerebro podemos encontrar la amígdala la cual está íntimamente relacionada con
la empatía, cuanto más activa es, más empática es la persona.
Los
estudios han demostrado que precisamente esta amígdala es deficiente en el
cerebro de los psicópatas. A esto también se une el hecho de que muchos de estos
delincuentes fueron víctimas y tuvieron una infancia traumática, lo que
probablemente hizo que no pudieran desarrollar esta parte del cerebro
de forma adecuada y como se hace
en la mayoría de los seres vivos, con esto perdieron una oportunidad de que se
generara en ellos, los valores morales y sociales que en el común de la
población surgen en los primeros años de nuestra vida.
Pero hay
una esperanza y es que las neuronas, aunque complicado, pueden surgir en una
edad adulta, la neurogénesis puede darse en los adultos. Con esto no quiero decir que los psicópatas
deban eludir la cárcel porque tienen una deficiencia en el cerebro, sin
embargo, encerrarlos en la cárcel simplemente, no solo no ayuda a regenerar su
cerebro sino que los hará más hostiles. En lugar de darlos por irrecuperables,
la Justicia Restaurativa y sus procesos ofrecen una oportunidad de hacerlos
responsables.
Se ha visto
que en un encuentro cara a cara con la víctima, el cerebro del infractor
reacciona y la amígdala (responsable de la empatía) responde a los estímulos
porque quizá por primera vez, muchos de ellos verán a la víctima como un ser
humano con emociones y sentimientos. Sería necesario la cooperación de ciencia
y otras disciplinas para poder seguir investigando como reinsertar a estos
psicópatas en la sociedad por ellos mismos, pero también por nosotros por las
víctimas y potenciales futuras víctimas.
Para esto
es necesario como dice Daniel Reisel cambiar nuestras propias amígdalas y ver
que es posible que muchos puedan cambiar y en este proceso, sin duda, la
Justicia Restaurativa es una herramienta eficaz por cuanto favorece
precisamente el encuentro del infractor con su humanidad y de paso favorece la
reparación y mejor atención de las víctimas.
Virginia Domingo: Coordinadora del Servicio de mediación penal de Castilla y León y Presidenta de la Sociedad Científica de Justicia Restaurativa
Virginia Domingo. Lawyerpress.com. 01/09/14
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