Ciragal y
Acorda Mediación organizaron ayer en el centro Social Afundación una jornada
sobre mediación en conflictos de herencia.
El experto
internacional Antonio Tula ofreció una completa visión sobre cómo hay que
enfrentarse a estas situaciones para llegar a un final satisfactorio para todos
sin tener que llegar al juzgado. Nacido en Mendoza (Argentina) Antonio Tula es
abogado y dejó su profesión hace veinte años para dedicarse a la mediación.
Trabaja en el ámbito de la justicia argentina pero también ha realizado
mediaciones en diferentes países, entre ellos España.
¿Cómo se
enfrenta un mediador a una familia que vive un conflicto por la herencia?
Lo más
importante es poder construir la historia familiar, cómo fueron los vínculos,
cuáles son las quejas, las culpas y cuestiones que quiere plantear cada uno y
sobre todo cómo se ha planteado el problema. Así que hay queconocer los
conflictos para poder entrar en el terreno patrimonial, que es el objetivo de
la mediación.
Un
conflicto en el que se mezclan los sentimientos familiares y el patrimonio que
debe repartirse debe ser de los más complicados.
Exacto. Por
eso antes de poder llegar al tema del contenido hay que tratar las relaciones,
porque si no se enquistan las diferencias que a veces son heredadas con el
patrimonio, vienen anexas. Esto son paradigmas que no son fáciles de romper.
En su
experiencia en la mediación de este tipo de conflictos ¿cuál ha sido el que le
ha llevado más tiempo?
Mi
experiencia es en conflictos familiares y la herencia es una de las vertientes
de los conflictos en las familias. Hace muchos años tuve una experiencia que me
llevó casi un año, pero fue única, la mayoría pueden resolverse en cinco o seis
reuniones, un mes o mes y medio en el peor de los casos. Teniendo en cuenta
cómo son los tiempos judiciales estamos hablando de un periodo muy corto para
llegar a un acuerdo.
¿Cuál es el
momento más delicado en esta mediación?
Es el
momento en que cada parte empieza a contar su postura, su visión, lo que desea
y cuál es su lugar en el conflicto. Es el momento más delicado porque la
controversia es alta. Es el punto álgido porque cada uno cuenta lo que se ha
callado durante treinta o cuarenta años. Es algo que viene cargado de
sentimientos, emociones y recuerdos con respecto a la figura que ya no está.
Ahí hay que trabajar con mucha fuerza en los vínculos. Una vez que se comienzan
a trabajar los intereses más tangibles que las partes tienen, ahí ya empieza a
calmarse la cosa.
¿Cuándo es
el momento en que los miembros de la familia se dan cuenta de que deben
iniciarse las cesiones?
No hay un
parámetro único. Cada familia tiene sus singularidades. Pero lleva varias
reuniones encontrar no un ceder sino un flexibilizar. Porque ceder implica una
renuncia y a veces hay escenarios posibles de solución que maximizan las
posibilidades de obtener lo que uno quiere sólo cambiando la forma de la
retribución. Tuve un caso de una cuantiosa herencia en la que no había un solo
inmueble porque el causante vivía alquilado pero tenía una pinacoteca que valía
casi un millón de euros. Así que cada conflicto tiene su historia.
Usted que
es un experto en conflictos familiares ¿es el de la herencia el más espinoso o
hay otros?
Creo que
los más complejos son los divorcios, sobre todo cuando vienen con una historia
muy fuerte en la crisis de la pareja. Es más complejo trabajar en la disolución
de la sociedad conyugal que en una herencia.
Ana Fuentes. Vigo, España. 12/06/15