Con
el devenir de los años llegué a la conclusión de que la decisión de optar por
la carrera de Económicas fue acertada.
Luego
pasé del balance a la toga, y ahora que veo los innumerables problemas a los
que se enfrenta la Administración de Justicia y justo cuando empezaba mi
desánimo de ese vestido negro y de tanta venia, apareció un rayo de luz al
final del túnel: La Mediación.
Para
situar esta figura hay que empezar diciendo que en España estamos
judicializando cada momento de la vida (piénsese en el señor ocioso que se
acerca al Ayuntamiento a denunciar a su vecino de la acera de enfrente porque
éste ha instalado una máquina de aire acondicionado sobre la fachada o porque
ha cerrado su terraza…) Ello conlleva un sobrecoste administrativo (recursos
materiales y humanos, adscritos a la Administración de Justicia) y a su vez, a
un colapso en la resolución de los conflictos.
Si
partimos de la base de que ninguna resolución de conflictos que se dilate
excesivamente en el tiempo satisface a ninguno de los litigantes, fácilmente
entenderemos la fatiga psicológica que nos causa sabernos parte de un proceso
judicial.
Si
ésta es la situación de partida, y de pronto nos enteramos de que existe una
alternativa más económica y más rápida ¿No es motivo suficiente para que
alberguemos optimismo acerca de dicha vía? Por esta razón, ha renacido en mí la
esperanza de que mi nueva profesión – mediador- ha de satisfacer en mayorgrado
a las partes contendientes, en contraposición a la satisfacción que les podría
ofrecer con mis argumentos actuales.
Ahora
bien, para ser un buen mediador tengo claro que no sólo debo conocer el código
(impensable no conocerlo), sino algo más importante: las técnicas del coaching,
de psicología o de resolución de conflictos, así como técnicas de comunicación
y otras muchas habilidades.
El
buen mediador es un artista, como el mediar es así mismo un arte. Creo que el
aprendizaje de esta técnicas, no sólo sirve para componer acuerdos para terceros,
sino para dar solución a cada conflicto con el que nos encontrarnos en la vida
y del cual somos parte. Piénsese por ejemplo en un accidente de tráfico donde
después del golpe salen todos los ocupantes de sus vehículos crispados…
Piénsese en la ira que puede despertar entre los pasajeros de un avión el
anuncio de la cancelación del vuelo… En estos y otros muchos casos del día a
día debemos saber gestionar unas veces el conflicto puertas afuera, y otras
veces, las más, el conflicto que nos enfrenta a nuestro entorno, que por
momentos se ha convertido en hostil.
El
conocimiento de las técnicas de relajación y comunicación, del coaching y de la
inteligencia emocional, como mínimo, es el camino para ser un gran mediador, no
sólo en los conflictos externos, sino también el los conflictos internos que a
menudo sufrimos entre una parte del yo más visceral y la otra del yo más
racional. Por todo ello, YO QUIERO SER MEDIADOR
Como
Presidente de ACORDE, Asociación por el Derecho Concursal Ético invito a
los profesionales a que se sumen a esta vocación para hacer que los conflictos
relativos a la insolvencia se resuelvan extramuros de los Juzgados, yasí hacer
juntos, desde esta Asociación, un mundo un poco más justo.
Fernando González González. Diario Jurídico.com. 27/09/2012
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