Álava, España. Hace cuatro años que Txetxu Urkiola se adentró en el mundo de la mediación vecinal. Tenía experiencia como árbitro de consumo del Gobierno vasco «y desconocía esta nueva faceta». Incluso le parecía que no tenía mucho sentido. Pero desde 2007 su opinión es otra bien distinta. «Ahora soy un fanático de la mediación vecinal, estoy convencido de que es el futuro para resolver conflictos vecinales, siempre que haya voluntad», plantea desde su despacho Bas Asesores Abogados de San Sebastián.
-Pero usted es abogado. Como se suele decir, no está tirando piedras contra su propio tejado.
-Es que estoy convencido de las ventajas de la mediación. Si existe voluntad entre las partes, en este caso entre los vecinos, sirve para arreglar muchos conflictos.
-¿Ventajas?
-Sí. Es un proceso más amable, ágil, económico, civilizado e incluso respetuoso. Se mejora la convivencia. En Vitoria tiene buena acogida.
-Sólo tiene buenas palabras. ¿No se ha encontrado nunca con una situación embarazosa o agresiva?
-Sí, claro. Una vez me tuve que poner en medio de dos vecinos, porque se iba a traspasar la línea roja, pero no suele ser lo habitual. La gente es civilizada.
-¿Traspasar la línea roja? ¿Es que iban a llegar a las manos?
-Sí, más o menos eso.
-¿Tan grave era la situación? ¿Qué había ocurrido?
-No recuerdo el conflicto en concreto pero sí puedo decir que la mayoría de las veces el motivo es una situación absurda, un problema de ruidos, que arrastras la silla muy fuerte, que pones la música alta... También me he dado cuenta de que en Vitoria influyen dos situaciones; hay edificios con estructuras de madera en los que el ruido traspasa paredes y techos con más facilidad y mucha gente en la ciudad trabaja a turnos y si entran a las seis de la mañana van a dormir pronto, a las diez de la noche por ejemplo, y el vecino a esa hora igual todavía no ha empezado a cenar.
-¿Ha tenido más situaciones complicadas para usted?
-Recuerdo un caso curioso. Hablando con dos personas cara a cara, uno le reprochaba a otro algo y éste no lo entendía e incluso se ponía agresivo. Yo le decía lo mismo, se lo repetía palabra por palabra, y ya estaba de acuerdo. A veces se deteriora la relación o el problema viene de lejos y todo se agrava.
-¿Cuáles son las reglas de oro de un mediador?
-Cada maestrillo tiene su librillo, su propia metodología. Pero yo creo que sí hay una serie de cosas importantes: hay que saber escuchar a las partes y que se den cuenta de que lo estás haciendo, no mentir por supuesto, no crear falsas expectativas, ser imparcial y neutral y mantener la confidencialidad.
-¿Duran mucho los procesos de mediación?
-Yo trato de resolverlos en dos sesiones, pronto te das cuenta de si puede haber o no acuerdo.
-¿Se ha llegado a desesperar en alguna de ellas?
-No, al contrario. Rara vez me doy por vencido. Incluso he llegado a reabrir expedientes si pienso que puede haber solución. Desde que estoy en la mediación, mi filosofía de ver las cosas ha cambiado. La clave es dialogar y no ser egoísta.
J. C. Berdonces. El Correo.com. 27/03/11
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