Rosario, Argentina. Mientras el saturado y burocrático sistema judicial santafesino es reformado para mejorar su capacidad de respuesta, la mediación es una alternativa que en la última década viene ganando terreno para solucionar conflictos más rápidamente. Desde hace dos años, la modalidad también se aplica en el fuero penal y su implementación —al menos en Rosario— marca una tendencia: la mediación no llega a concretarse en la mayoría de los casos, pero cuando eso se logra se resuelve un 76% de los conflictos. Una muestra de que hablando la gente se entiende y de que la justicia no sólo —o no siempre— se trata de culpas y castigos.
Desde 2009 la mediación se emplea en casos penales que, en general, son problemas de convivencia o denuncias cruzadas. Someterse a este sistema es voluntario y requiere acuerdo de ambas partes. No se aplica, por ejemplo, si el imputado es reincidente o si se trata de violencia familiar bajo un mismo techo.
En la Oficina de Mediación Judicial de los Tribunales de Rosario que coordina Jorge Giandoménico trabajan funcionarios del Poder Judicial capacitados a tal fin. En su mayoría son abogados, pero la modalidad tiene un enfoque interdisciplinario que requiere abordar lo relacionado con el contexto social o la personalidad de los implicados. Así, la trabajadora social María Ana Diez y la psicóloga Inés Zayas se encargan de las instancias previas a la mediación, que puede ser pedida por una de las partes o sugerida por un juez.
Un ejemplo. A veces considerados menores, los problemas entre vecinos pueden llegar a extremos absurdos no sólo en las películas y originar causas penales.
Por ejemplo, una mañana dos vecinos coinciden, cerca mediante, en sus respectivos jardines. Uno durmió muy mal y considera que es tiempo de insistir con un viejo reproche sobre las hojitas que el viejo árbol del otro deja caer sobre su pileta. El reproche recibe una violenta réplica verbal con frases ilustrativas como “te voy a reventar”. Cegado de bronca, el destinatario desestima su impronta metafórica y la interpreta literalmente como una amenaza que denuncia, gratis y sencillamente, en Tribunales. Y si el agresor esgrimía un par de tijeras porque justo estaba podando plantas, la amenaza puede rotularse como calificada.
Cuando ese conflicto llega a un juzgado, la carátula no dice mucho de esta historia. En general esas causas se agotan con el tiempo sin dar respuesta a las partes en pugna. Pero si se emitiera un veredicto, tal vez tampoco podría hablarse de justicia o de solución de un conflicto.
“Son causas referidas al ámbito doméstico, amenazas, delitos o conflictos económicos menores. Usualmente no se resuelven porque no son prioritarias para los juzgados y las denuncias quedan en el olvido. La mediación posibilita que la víctima sienta que hay un sistema de justicia que funciona”, opina el abogado penalista Froilán Ravena. “Son causas que siempre terminan en archivo —acota su colega Malena Corvalán— y, en ese sentido, la mediación es positiva porque implica tratar el conflicto y ayuda a que la gente obtenga respuestas del sistema”.
Exito. En 2010, unos 400 casos fueron remitidos a mediación. Más de la mitad finalizó sin éxito, ya que un 46% no fueron aceptados por las partes y un 12% eran no mediables. Pero en el 30% de mediciones aceptadas, hubo un 76% de acuerdo.
La mediación se inscribe en cambios de paradigmas que afectan a la Justicia y a la sociedad en general. Por ejemplo, si lo usual siempre fue delegar problemas legales o de salud a un profesional, la mediación implica asumir una responsabilidad distinta: son los implicados quienes pueden solucionar el problema. “Es una lógica distinta. Tampoco hay un juez que diga quién tiene la culpa. Si te hice un daño, pido disculpas y me comprometo a no hacerlo más. Es asumir con adultez la responsabilidad de convivir en sociedad”, explica Zayas.
Si la mediación es exitosa, se firma un acta vinculante para que el juez dictamine. “Si ya no hay motivos, amenazas ni denuncias —explica Diez— el conflicto terminó. No deben hacerse amigos, sólo dejar de molestarse”.
“A veces —agrega la abogada de familia Silvia Romero— quien denuncia no quiere ir a juicio sino ser escuchado. La mediación aporta un ámbito para ello”
Andrés Abramowski. La Capital.com.ar. 6/Nov/2010
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