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Apoya la UNAM estado pacífico


Cultura de Paz
Resolución pacífica de conflictos
Derechos Humanos
Diálogo

Distrito Federal, México. El cultivo de valores sociales, como el respeto, tolerancia, identidad nacional, integración familiar, fue señalado en un mensaje del rector de la UNAM, José Narro Robles, como la fórmula para que México alcance un Estado Pacífico.
A través del Abogado General de la UNAM, Luis Raúl González Pérez, el rector Narro Robles expuso que la casa de estudios y la Fundación Por una Convivencia Armónica comparten la preocupación por la violencia que vive el país.
El Estado pacífico --dijo-- es aquél que tiene la mira puesta en el desarrollo del país en todas sus manifestaciones --económica, política, educativa, cultural, social--, y no en la preocupación ni en la actuación supeditada por la violencia ni por el combate a la delincuencia como premisa fundamental de su permanencia como Estado.
González Pérez, quien es socio fundador de la agrupación expuso:
"Sumemos esfuerzos, proyectos acciones y propuestas que coadyuven para formar un frente compacto y decidido en la búsqueda de una sociedad que tenga en los valores sociales, la bandera para encarar la ola de violencia y afectaciones a los derechos humanos que parece no tener fin".
El mensaje de Narro Robles marcó el nacimiento de la Fundación Por una Convivencia Armónica, en una ceremonia en el auditorio "Simón Bolívar" del Antiguo Colegio de San Ildefonso de la UNAM, que se caracterizó por la voluntad común entre los asistentes por encontrar vías de solución a los grandes problemas del país.
El presidente de la Fundación Por una Convivencia Armónica, Mario Madrazo Navarro, quien había recibido de una escolta la bandera nacional, como acto emblemático de la responsabilidad que asumió a la cabeza de la asociación, dijo:
"Estoy verdaderamente emocionado, pues recibir la bandera es algo que enorgullece a los que somos mexicanos y hemos aprendido a respetarla y saber que es fuente de convivencia armónica".
Con esa decisión de respeto a los valores, agregó Madrazo Navarro, "no podemos permitir que nombres como ‘la familia' nos sea robado por grupos del crimen organizado y pasen a ser ellos los supuestos representantes de una familia".
En la reafirmación de valores, que mueve a la naciente fundación, Madrazo dijo a socios y simpatizantes.
"La familia somos nosotros, la familia son sus hijos, la familia son sus hermanos, la familia son nuestros padres, son las costumbres que nos han heredado."
"Esta bandera nos recuerda nuestra mexicaneidad, más ahora con los problemas fronterizos, que implican violaciones a los derechos humanos".
En Favor de la Cultura de Diálogo
Armando Ahued, secretario de Salud del Distrito federal, con la representación del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, reconoció que la sociedad mexicana es crítica y participativa, a la vez que siempre está dispuesta a colaborar ´para mantener y ampliar los valores en los que cree.
Es por ello, que espacios como el de la fundación naciente "deben ser apoyados por la autoridad política, porque se trata, ni más ni menos, de estimular el respeto a las reglas de convivencia y la tolerancia con quienes piensan diferente; de promover la cultura del diálogo y la conciliación como medio de solución a los conflictos".
Ahued es socio fundador de la agrupación, a la vez que funcionario público, y en ese sentido indicó:
"La verdadera comunidad se integra con la participación de todos, incluidos quienes realizan alguna actividad política, pero en calidad de integrantes de la comunidad".
Debemos hacer posible --anotó-- una sociedad civil ajena a etiquetas políticas, sin excluir a quienes son vecinos y al mismo tiempo ocupan un cargo de gobierno o de partido político, ya que las soluciones a los problemas atañen a todos y resolverlos nos beneficia a todos.
En la fundación, destacó se darán espacios de reflexión para que la sociedad proponga requisitos y candados que al mismo tiempo la blinden y la vinculen en tareas compartidas con autoridades y representantes populares, incluso en elaborar y modificar leyes y acciones de gobierno.
Este espacio, concluyó, "es un foro de formación ciudadana que busca trascender en su actividad a través del tiempo".
Socios Fundadores
La Fundación Por una Convivencia Armónica A.C., tiene un grupo fundador integrado por Armando Ahued Ortega, Emilio Álvarez Icaza Longoria, Juan Arvizu Arrioja, Luis Raúl González Pérez, Soraya Jiménez Mendívil, Mario Madrazo Navarro, Manuel Mondragón y Kalb, Jacobo Razón Avayou, Ferdinand Recio Solano, María del Carmen Segura Rangel y David Velasco Carpio.
En el evento se recogieron solicitudes de ingreso de asistentes que conocieron el diseño y el alcance de los objetivos de la agrupación, así como el valor estratégico de que la sociedad cuente con una cultura cívica formadora de una convivencia armónica.
Nota publicada el 27 de Abril de 2010 en el sitio "El Universal.com.mx"
http://www.eluniversal.com.mx/notas/676195.html

"La Mediación es lo único que nos daría más Paz”.


Mediación Penal
Justicia Restaurativa
Paz
“La verdad se construye con el otro”, señaló -citando al filósofo alemán Hans-Georg Gadamer- Marta Betancourt, docente e investigadora de la Universidad Pontificia Bolivariana de la Facultad de Comunicación Social de Medellín, Colombia, quien estuvo la semana pasada en Neuquén para conocer la experiencia de las instancias de mediación penal que valoriza la mediación como espacio de comunicación entre las partes en conflicto, en el marco de lo que se llama la justicia restaurativa, instaurada en la provincia a través del Sistema Alternativo de Resolución de Conflictos Penales dentro del ámbito de la Subsecretaría de Derechos Humanos.
Betancourt, quien llegó a Neuquén acompañada por un grupo de estudiantes de la facultad de Comunicación Social de la mencionada universidad en el marco de un viaje académico a causa del interés demostrado por el ámbito universitario de Medellín por el sistema que se está instrumentando en esta provincia, ha realizado estudios de pregrado en Comunicación Social, postgrado Maestría en Desarrollo y diplomatura en Ciencias Sociales. La materia que dio origen a su viaje es Comunicación para el Desarrollo.
¿Conocían el trabajo que está desarrollando Neuquén en materia de mediación penal en los conflictos?
Teníamos conocimiento a través de Ricardo Riva, subsecretario de Derechos Humanos y Justicia de Neuquén, quien estuvo en Colombia dictando conferencias sobre este tema invitado por la Universidad de Medellín y el Grupo Interdisciplinario de Investigación en Justicia Restaurativa (GIRE), de la misma ciudad. En estos momentos, Colombia se encuentra en proceso de implementar sistemas alternativos y nos parecía importante conocer la experiencia que están llevando aquí. Nos pareció novedoso porque la mediación es un encuentro comunicativo, es construir con el otro la verdad, es aprender del otro aunque sea mi victimario.
¿Qué sucede en Colombia en relación a la Mediación?
En Colombia tenemos la figura de la conciliación que a mí no me convence porque el conciliador dice firmen aquí, acuérdense que si no firman el acuerdo esto pasa a la ley. La conciliación es una figura muy coaccionada por la ley. Esto se hizo para descomprimir tantos expedientes que reposan en los juzgados. La mediación es una excelente oportunidad porque el mediador juega un papel importante en dar espacio y comunicación a las personas en conflicto. Pero en Colombia todavía no están conformadas las estructuras ni saben cómo llevarlas adelante. Esto se agrava cuando los analistas llegan a Colombia para observar por qué no ha podido hacer un buen proceso de diálogo y eso ocurrió por la carencia de un buen mediador para resolver los conflictos. ¿Por qué se denomina Justicia Restaurativa?
Restaurar es una cosa más integral y tiene que ver con la situación de la persona antes del hecho, cómo estaba, cómo vivía, qué pensaba, cómo era su vida cotidiana, cuáles eran sus anhelos, cuáles sus sueños, después cómo le ocurrió el hecho, qué pasó y un pronóstico que puede ser para que tenga un nuevo proyecto de vida a través de algo que tenga sentido para esa víctima.
Siempre les digo a las víctimas que a ellas no las reparen sino que apunten a la restauración que es una cuestión integral. Porque sino la víctima sufre el fenómeno de la revictimización. También la justicia restaurativa prepara a la persona para el encuentro entre víctima y victimario. Es cuando se quieren solucionar conflictos, cuando se quiere la transformación de los conflictos y ahí aparece la figura de la mediación porque entiendo que es lo más importante para abrir los espacios del encuentro con la palabra. El filósofo alemán Hans-Georg Gadamer dijo que la verdad se construye con el otro. El derecho penal le quita a la víctima la palabra y él la representa. ¿Considera a la instancia de Mediación como una propuesta filosófica?
La mediación es una estrategia irremplazable; no es la filosofía, es la estrategia; no es la política es la estrategia. En la mediación tengo que encontrarme con la palabra, tengo que verbalizar, la víctima tiene que verbalizar todo lo que ha sufrido, lo que piensa, su desamor, su desencuentro, y el victimario también. Hay una frase que siempre repito y es que la violencia más grande es cuando le impedimos la emergencia de la singularidad humana. La víctima no ha podido ver de frente a su victimario, no ha conversado con él, no tuvo la oportunidad de una figura mediadora amable que le diga ‘tienes la oportunidad de hablar’. Estoy convencida que eso es lo único que nos daría más paz.
En la Argentina aún siguen abiertas las heridas por lo que sucedió durante los años de la dictadura militar. Después de muchos años se están realizando los juicios a los represores.
En lo que pude observar hay gritos de odio, de no perdonar. No quisiera que fuera así pero lo comprendo porque los argentinos sufrieron una represión muy fuerte de los militares que aún no han asumido la responsabilidad. Y el fundamento de la justicia restaurativa es asumir la responsabilidad de los hechos. Puedo haber sido lo más malo del mundo, puedo haber torturado pero asumo mi responsabilidad, y es ahí cuando empieza a construirse el proceso de justicia restaurativa. Vislumbro que esto en el caso de la Argentina es imposible, porque los militares están muy convencidos de lo que hicieron ya que fueron formados en la Escuela de las Américas y que perseguir a la gente de izquierda como si fueran enemigos los iba a llevar al cielo. Los militares continuan creyendo en ese credo y no van a cambiar sus mentalidades por eso nunca asumirán su responsabilidad. Todavía los militares creen que son víctimas de una ley injusta para ellos. La memoria la están recogiendo solamente los sobrevivientes, los familiares. La memoria se construye con el victimario. No creo que sea posible la justicia restaurativa dentro de lo que fue la dictadura en Argentina.
Los militares representan el ejemplo más claro que la palabra no existe...
En los militares no existe la palabra, existe la orden, la obediencia debida y el perdón por decreto. ¡Que horror! Celebro que se estén juzgando a los militares en la Argentina porque cualquiera que ha robado algo está en la cárcel sufriendo penas y los militares que cometieron crímenes de lesa humanidad están libres y en muchos casos con reclusión en sus propios hogares. Las Madres de MedellínLa especialista colombiana forma parte en Medellín de un movimiento similar al de las Madres de Plaza de Mayo.
Marta Betancourt integra un movimiento social llamado Madres de la Candelaria, inspirado en la existencia y experiencia de las Madres de Plaza de Mayo. Estas mujeres caminan en círculos frente a la Iglesia de la Candelaria en el centro de Medellín, la segunda ciudad de Colombia con más de 2 millones de habitantes. Las primeras madres que salieron a marchar, hacia fines de 1998, fueron las de soldados y policías secuestrados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), luego se les unieron algunas madres de desaparecidos secuestrados por los paramilitares. Desde entonces, todos los miércoles al mediodía piden para que les devuelvan a sus secuestrados y a sus desaparecidos, al igual que las Madres de Plaza de Mayo en la Argentina. Son madres de víctimas de todos los actores armados colombianos, de las guerrillas de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional; de los paramilitares, agrupados desde 1997 como Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), y de la Fuerza Pública. “Este movimiento surgió hace diez años cuando se empezaron a juntar madres de desaparecidos. En Colombia hay unos 27.000 desaparecidos, en su mayoría jóvenes, que nadie sabe dónde están”, comentó Betancourt. “Alguien les habló que en Argentina existían las Madres de Plaza de Mayo y tomaron la idea de ubicarse en un lugar público donde pasa mucha gente para gritar consignas como ‘Los queremos vivos, libres y en paz’. Estas Madres de la Candelaria han trabajado mucho estos diez años en busca de la verdad, la justicia y la reparación. Pero en realidad es muy poco lo que consiguieron”.
Nota de Pablo Montanaro publicada el 9 de Noviembre de 2009, en el sitio "La Mañana Neuquén"

Cultura de Paz


Cultura de Paz
Educación para la Paz
Por Federico Mayor Zaragoza
Ha llegado el momento. La cultura de guerra, la economía de guerra, el dominio hegemónico de los globalizadores ha fracasado estrepitosamente, a qué precio de sufrimientos, hambre, pobreza extrema, desgarros sociales… Es preciso un nuevo comienzo, coincidiendo con el nuevo siglo y milenio.
Desde siempre han predominado la fuerza y la imposición, la violencia y la confrontación bélica, hasta el punto de que la historia parece reducirse a una sucesión inacabable de batallas y conflictos en los que la paz es un pausa, el intermedio. Y así un siglo y otro siglo, con fugaces intentos de emancipación.
Educada para el ejercicio de la fuerza, acostumbrada a acatar la ley del más poderoso, más entrenada en el uso del músculo que de la mente, la humanidad se ha visto arrastrada a las más sangrientas confrontaciones. En lugar de fraternidad, enemistad. El prójimo, próximo o distante, no ha aparecido como hermano con quien compartimos un destino común, sino como el adversario, como el enemigo al que debemos aniquilar. Y así, una cadena interminable de enfrentamientos, de ataques y represalias, de vencedores y vencidos, de rencores y animadversión, de violencia física y espiritual, jalonan nuestro pasado. Hay, por fortuna, una historia paralela invisible, cuyos eslabones han sido forjados día a día por el desprendimiento, la generosidad, la creatividad que son distintivas de la especie humana. Es una densa urdimbre, incomparable, e intransitoria, porque está hecha con el esfuerzo de muchas vidas, tenazmente dedicadas a construir, como quehacer cotidiano principal, los baluartes de la paz."
No hay caminos para la paz; la paz es el camino", nos recordó el Mahatma Ghandi. Un camino guiado por principios y valores. Por la justicia en primer lugar. La paz es, a la vez, condición y resultado, semilla y fruto. Es necesario identificar las causas de los conflictos para poder prevenirlos. Evitar es la mayor victoria. La Unesco, organización del Sistema de las Naciones Unidas a la que se encomienda explícitamente la tarea de construir la paz mediante la educación, la ciencia, la cultura y la comunicación, recuerda en el preámbulo de su Constitución que son los "principios democráticos" de la justicia, libertad, igualdad y solidaridad los que deben iluminar esta gran transición desde una cultura de violencia y guerra a una cultura de diálogo y conciliación. Fue desde la Unesco donde se inició el gran programa, en la década de los noventa Hacia una cultura de paz.
La Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, aprobada en el mes de septiembre de 1999, establece que la cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida, al ser humano y a su dignidad. En el Plan de Acción se contienen las medidas de índole educativa, de género, de desarrollo, de libertad de expresión… que deben ponerse en práctica para la gran transición de la fuerza a la palabra: fomentar la educación para la paz, los derechos humanos y la democracia, la tolerancia y la comprensión mutua nacional e internacional; luchar contra toda forma de discriminación; promover los principios y las prácticas democráticas en todos los ámbitos de la sociedad, combatir la pobreza y lograr un desarrollo endógeno y sostenible que beneficie a todos y que proporcione a cada persona un marco de vida digno; y movilizar a la sociedad con el fin de forjar en los jóvenes el deseo ferviente de buscar nuevas formas de convivencia basadas en la conciliación, la generosidad y la tolerancia, así como el rechazo a toda forma de opresión y violencia, la justa distribución de la riqueza, el libre flujo informativo y los conocimientos compartidos.
En el Manifiesto 2000 -Año Internacional para una Cultura de Paz- suscrito por más de 110 millones de personas de todo el mundo, se establece "el compromiso, en mi vida cotidiana, en mi familia, en mi trabajo, en mi comunidad, en mi país, en mi región a: respetar todas las vidas; rechazar la violencia; liberar mi generosidad; escuchar para comprenderse; preservar el planeta; y reinventar la solidaridad". De esto se trata, de involucrarnos, de implicarnos personalmente en este proceso que puede conducir, en pocos años, a esclarecer los horizontes hoy tan sombríos y permitir la convivencia pacífica de todos los habitantes de la tierra.
Son ya muchos los países, regiones, municipios que han incorporado la cultura de paz a sus Constituciones o Estatutos. Es muy importante que esta inclusión se vaya generalizando, pero es más importante todavía la conciencia popular de que ha llegado el momento de no aceptar más la imposición y la obediencia ciega al poder, porque los ciudadanos están dejando de ser súbditos, están dejando de ser espectadores para ser actores, están abandonando el silencio y el miedo para dejar de ser vasallos y convertirse en agentes de paz.
Hoy, la participación no presencial -a través de la telefonía móvil por el SMS, o por internet…- permite ya un cambio radical en lo que constituye el fundamento de toda democracia, la consulta popular. En estos diez años se han llevado a cabo muchas cosas. Pero la inercia de los intereses creados, la resistencia de los más prósperos a compartir mejor, se oponen al advenimiento de la cultura de la paz, de la palabra, de la alianza, de la comprensión. Pero pronto cederán. Ha llegado el momento.
Artículo de Federico Mayor Zaragoza, publicada el 11 de Octubre de 2009 en el sitio: "Diario de Sevilla.es"
http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/536365/cultura/paz.html

El Comité del premio Nobel otorga el Premio Nobel de la Paz a Barack Obama



Paz
Cultura de Paz

A continuación una traducción del anuncio del Comité del Premio Nobel sobre el ganador del premio Nobel de la Paz de 2009:
Premio Nobel de la Paz de 2009
Comité del Premio Nobel
"El Comité noruego del Premio Nobel ha decidido que el Premio Nobel de la Paz de 2009 se otorgue al presidente Barack Obama por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos. El Comité ha dado especial importancia a la visión de Obama de un mundo sin armas nucleares y a sus esfuerzos para lograrlo.
Como presidente, Obama ha creado un nuevo entorno en la política internacional. La diplomacia multilateral ha recuperado una posición central, con énfasis en el papel que pueden desempeñar las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales. El diálogo y las negociaciones son los instrumentos preferidos para resolver aun los conflictos internacionales más difíciles. La visión de un mundo libre de armas nucleares ha estimulado poderosamente las negociaciones de desarme y control de armamentos. Gracias a la iniciativa de Obama, Estados Unidos ahora desempeña un papel más constructivo para hacer frente a los grandes desafíos climáticos que afronta el mundo. La democracia y los derechos humanos serán reforzados.
Muy pocas veces una persona ha captado la atención del mundo y le ha dado a su pueblo esperanza para un mundo mejor en la misma medida en que lo ha hecho Obama. Su diplomacia se funda en el concepto de que los que han de dirigir al mundo deben hacerlo basándose en los valores y actitudes que comparte la mayoría de la población del mundo.
Durante 108 años, el Comité Noruego del Premio Nobel ha procurado estimular precisamente esa política internacional y esas actitudes de las que Obama es ahora portavoz principal en el mundo. El Comité apoya el llamado de Obama de que Ahora es el momento de que todos cumplamos con nuestra responsabilidad de responder a los desafíos mundiales”."
Oslo, 9 de octubre de 2009
Nota publicada el 9 de Octubre de 2009 en el sitio " America.gov”
http://www.america.gov/st/peacesecspanish/2009/October/20091009104034bpuh0.8239557.html

"El Nobel a la Esperanza"
Cada año, con el otoño viene otra caída y no precisamente de hojas, sino de las esperanzas de que la concesión de los Premios Nobel obedezca a los principios que alentaron su creación. Que la naturaleza mude de color, es inevitable. Crearse falsas expectativas y aferrarse a la idea de que la política en minúscula no invade las reuniones donde se decide la renombrada premiación, no. Por eso me recubro con el manto de la mayor indiferencia cuando las más variadas conjeturas pueblan los medios de comunicación, y los nombres aparecen y desaparecen en el crucigrama de los intereses.
De las premiaciones a los avances en la ciencia no me atrevo a opinar, sino que usualmente limito mi osadía a tres de las categorías: literatura, economía y paz. En las letras llevo ventajas, ya que el anuncio anual me une en la distancia -no que hiciese falta- con mi entrañable Margarita Cordero en un lamento silencioso porque una vez más se pasó por alto a un grande de la literatura universal, el cual en sus textos descifra con maestría los códigos del poder sin desmedro de la prosa elegante y cultivada pese a que lo leemos traducido. Me refiero al albano Ismail Kadaré. Menos mal que este año le concedieron el Príncipe de Asturias y fue el primero en recibir el Man Booker International, creado en el 2005 para complementar el Man Booker, destinado exclusivamente a escritores en inglés del Reino Unido y la Commonwealth.
Ese mismo lamento se extiende en las postrimerías del año por toda América Latina, que se pregunta perturbada si Mario Vargas Llosa heredará el karma de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, la gloria literaria argentina y de todo el mundo que se murió sin recibir el Nobel tantas y tantas veces otorgado a figuras menores de la literatura universal.
Curado de espantos, me guío por el estruendo mediático del día después, mas no porque Alfredo Nobel, cuyo apellido llevan los premios, inventara la dinamita y necesitara acallar su conciencia después que recapacitó sobre el efecto destructivo de su creación.
El plato de la discordia, vaya paradoja, suele ser el Premio Nobel de la Paz y es el que refleja sin pérdida alguna las razones políticas coyunturales que motivan la decisión. Baste recordar que en 1973 el mundo se quedó con la boca abierta cuando se anunció los ganadores: Henry Kissinger y Le Duc Tho, el negociador norvietnamita. Este último tuvo la decencia de no aceptar el premio. Kissinger lo hizo, pese a ser el arquitecto de los bombardeos aéreos de Camboya que culminaron posteriormente con la violencia genocida de los jémeres rojos cuando llegaron al poder del desestabilizado país del sudeste asiático.
A medir por las reacciones, la unanimidad brilla por su ausencia en el caso de Barack Obama, flamante ganador del Nobel de la Paz con apenas ocho meses en la presidencia de los Estados Unidos: que es extemporáneo, que no puede exhibir logro alguno a favor de la paz, que hay otras figuras internacionales con mayores méritos. De todas maneras, el joven gobernante ingresa en el club privilegiado de los presidentes norteamericanos en ejercicio galardonados. La lista es pequeña y de buena compañía: Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson. Sobre todo la del último, el doctor en filosofía idealista, convencido de las bondades del multilateralismo y la diseminación pacífica de los valores democráticos.
Me confieso entre los sorprendidos por el premio, sobre todo por el corto tiempo que lleva Obama al frente del gobierno de su país. Pero mi sorpresa termina cuando, en busca de forjarme una opinión propia no contaminada por el barrullo mediático, leo las consideraciones del Comité Noruego del Nobel para la selección: "... ha decidido que el Premio Nobel de la Paz 2009 sea otorgado al Presidente Barack Obama por sus esfuerzos extraordinarios para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos. El Comité ha asignado importancia especial a la visión y el trabajo de Obama por un mundo sin armas nucleares".
Mucha política en este último premio, sí, pero en mayúscula, como atestigua el siguiente párrafo de las consideraciones: "Como Presidente, Obama ha creado un nuevo clima en la política internacional. La diplomacia multilateral ha recuperado una posición central, con énfasis en el papel que las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales pueden jugar. El diálogo y las negociaciones son preferidos como instrumentos para resolver incluso los más difíciles conflictos internacionales".
Pocas veces el Comité ha invocado razones tan poderosas y cargadas de esperanzas como las expuestas para reconocer a un mandatario que desde el inicio mismo de su gestión ha proyectado un indudable liderazgo mundial, ha roto con el aislamiento en que se había sumido su país y devuelto valor a las herramientas más eficaces de la diplomacia y la remoción de las diferencias, no importa cuán graves y profundas. Nobel estaría orgulloso de la carga en el mensaje de paz de Obama en los diferentes foros internacionales.
Es un mensaje poderoso, explosivo si se repara en las posiciones y comportamiento del Estados Unidos republicano hace apenas un año. Conmigo o contra mí era la consigna única de unos halcones envalentonados con su propio canto de sirena y la creencia ciega de que lo suyo era una cruzada inspirada desde el cielo, reseñada en unas Sagradas Escrituras que solo leían e interpretaban correctamente Bush, los neoconservadores y la derecha más recalcitrante. Este Nobel es un rechazo a esa política, causante de más divisiones y del fortalecimiento de los enemigos a los que se proponía derrotar.
Con Obama, pienso, se ha decidido premiar la resurrección de otro enfoque de los conflictos, de una visión diferente del mundo, de sus problemas, de las soluciones, de la democracia y de los valores que sí alcanzan la categoría de universales. Y, simultáneamente aunque de manera simbólica pero efectiva, arrimar el hombro en pro de una verdad de a puño: los problemas globales necesitan de soluciones globales, es decir, en las que participemos todos, grandes y pequeños. Se busca devolverle eficacia a las Naciones Unidas como el ágora del diálogo por excelencia y reconocer que ningún país tiene el monopolio de la verdad. Tampoco el derecho a imponer sus criterios a rajatabla o, peor aún, montado en el carro de la violencia.
No se habla de hechos sino de una visión. Lo que evidencia un cansancio con esos años de una política exterior basada en la prepotencia de una apreciación unilateral. Pero, y es lo que importa, se advierte la urgencia para dar paso a la esperanza, a nuevas posibilidades a la paz, a la manera de concebirla. La fortaleza del discurso conciliador de Obama reside en el entusiasmo que convoca. En virtud de su carisma, los líderes verdaderos tienen la virtud del contagio positivo, del convencimiento, de la captación de nuevos adherentes a causas mayores. Hablamos de ideales, tal vez de ilusiones. Pero mientras más compartido, más posibilidad de convertir el sueño en realidad. Lo ha reconocido el Comité: "Solo muy ocasionalmente una persona ha capturado la atención mundial al igual que Obama y dado a la gente esperanza de un futuro mejor. Su diplomacia se funda en el concepto de que quienes lideran el mundo deben hacerlo sobre la base de valores y actitudes compartidos por la mayoría de la población mundial".
Esta vez el Comité no se ha andado con medias tintas e intentado cubrir con frases huecas las sinrazones del premio. "Gracias a la iniciativa de Obama, los Estados Unidos juegan ahora un papel más constructivo para enfrentar los retos del clima que afectan al mundo. La democracia y los derechos humanos resultarán fortalecidos".
Este Nobel de la Paz es una apuesta al futuro, concedido. Pero al futuro que cada vez más el mundo quiere. ¿O que deseamos que quiera?
Nota de Aníbal de Castro, publicada el 10 de octubre de 2009 en el sitio “Diario Libre.com”
http://diariolibre.com.do/noticias_det.php?id=218813

"Barack Obama, Premio Nobel de la Paz 2009"
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, obtuvo hoy el Premio Nobel de la Paz 2009 otorgado por el Comité Noruego, que destacó sus "esfuerzos extraordinarios" para el fortalecimiento de la diplomacia internacional y el desarme nuclear, cuando no cumplió un año de gestión como mandatario.
Jefes de gobierno, presidentes y organismos internacionales se congratularon con la decisión y consideraron que alienta la tarea de incrementar el diálogo diplomático como vía para la resolución de los conflictos.
La decisión del Comité Noruego fue recibida con sorpresa incluso por la Casa Blanca, que destacó el agradecimiento y la "humildad" de Obama.
El presidente del Comité Nobel Noruego, Thorbjoern Jagland, dijo que en la asignación del premio se dio gran importancia a los esfuerzos de Obama "por un mundo sin armas nucleares" y al nuevo "clima que creó en las relaciones internacionales".
"No estamos concediendo el premio por lo que pueda ocurrir en el futuro, sino por lo que ha hecho en el último año", dijo en una rueda de prensa, y auguró que "esto contribuya a lo que está intentando hacer".
Jagland destacó el viaje de Obama a El Cairo, en un intento de acercamiento al mundo musulmán, y la reanudación de las negociaciones para un acuerdo entre israelíes y palestinos.
El premio, que consiste en 1 millón de euros, una medalla y un diploma, será entregado el 10 de diciembre en Oslo, en el aniversario de la muerte del fundador, el industrial y filántropo sueco Alfred Nobel.
El Comité subrayó la gestión de una "diplomacia multilateral" por parte de Obama y la ponderación del rol que cumplen instituciones internacionales como Naciones Unidas.
Asimismo, manifestó que Obama privilegia el "diálogo" y la negociación como instrumentos de resolución de conflictos.
"Gracias a la iniciativa de Obama Estados Unidos tiene un rol más constructivo en el desafío por el cambio climático", sostuvo el Comité.
El documento subrayó que "el diálogo y las negociaciones son preferidos como instrumentos para resolver los conflictos, incluso aquellos más complejos. La imagen de un mundo libre de las armas nucleares estimuló fuertemente el desarme y las negociaciones sobre el control de los armamentos".
El Comité destacó que rara vez "una persona como Obama capturó la atención del mundo y dio a su pueblo la esperanza de un futuro mejor".
"Su diplomacia se funda sobre el concepto de que aquellos que guían el mundo deben desarrollar su propio rol sobre la base de valores y comportamientos que son compartidos por la mayoría de la población mundial", agregó.
La tarea del Comité, según ese texto, fue durante 108 años estimular estrategias de política internacional que hoy son representadas por Obama.
"Llegó el momento para todos nosotros de asumir nuestra parte de responsabilidad para una respuesta global a los desafíos globales", manifestó el Comité.
Los últimos premios del Comité Nobel de Noruega fueron entregados a Jimmy Carter (2002, Estados Unidos), Shirin Ebadi (2003, Irán), Wangari Maathai (2004, Kenia) y la Agencia Internacional de Energía Atómica (2005, AIEA, ONU) y al director Mohammed ElBaradei (Egipto).
También fueron galardonados en esta última etapa Muhammad Yunus y su banco especializado en microcrédito Grameen Bank (2006, Bangladesh), Al Gore y el Comité intergubernamental para los cambios climáticos de ONU (2007), y Martti Ahtisaari, ex presidente finlandés y ex enviado de ONU a Kosovo para mediación (2008).
Nota publicada el 9 de Octubre de 2009, en el sitio "Ansa Latina.com"

Notas relacionadas:

Discurso de Obama ante las Naciones Unidas

http://blogdemediacionmonterrey.blogspot.com/2009/09/discurso-de-obama-ante-las-naciones.html

Discurso de Obama ante las Naciones Unidas


Paz
Cultura de Paz

Traducción del discurso del presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama ante las Naciones Unidas, el 23 de septiembe del 2009, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Naciones Unidas, Nueva York, Nueva York.

"Buenos días, señor presidente, señor secretario general, colegas delegados, damas y caballeros, es un honor para mí hablar ante ustedes por primera vez como 44to. presidente de Estados Unidos. Me presento ante ustedes con humildad por la responsabilidad que el pueblo estadounidense me ha encomendado, consciente de los enormes desafíos en nuestro momento en la historia y decidido a actuar amplia y colectivamente en bien de la justicia y la prosperidad en mi país y en el extranjero.
He estado en mi cargo apenas nueve meses, aunque hay días en que eso parece más largo. Estoy muy atento a las expectativas que acompañan a mi presidencia en todo el mundo. Esas expectativas no son acerca de mí. Más bien, se arraigan, me parece, en el descontento con el statu quo que ha permitido que nos definamos cada vez más por nuestras diferencias, y que nuestros problemas nos dejen atrás. Pero también se arraigan en la esperanza, la esperanza en que un cambio real es posible, y la esperanza en que Estados Unidos sea el líder en lograr concretar ese cambio.
Asumí el cargo cuando muchos en el mundo habían llegado a mirar a Estados Unidos con escepticismo y desconfianza. Parte de ello se debía a las percepciones erróneas y e información equivocada sobre mi país. Parte de ello se debía a la oposición a políticas específicas y la creencia de que en ciertas cuestiones críticas Estados Unidos había actuado unilateralmente, sin considerar los intereses de los otros. Y esto ha fomentado una actitud anti estadounidense casi refleja, que con frecuencia ha servido como excusa para la inacción colectiva.
Ahora, como todos ustedes, mi responsabilidad es actuar en el interés de mi nación y de mi pueblo, y nunca pediré disculpas por defender esos intereses. Pero, mi profunda convicción es que en el año 2009, más que en cualquier otro momento de la historia humana, los intereses de las naciones y de los pueblos están compartidos.
Las convicciones religiosas que tenemos en nuestro corazón pueden forjar nuevos lazos entre la gente, o también nos pueden separar. La tecnología que utilicemos puede iluminar el sendero hacia la paz, u oscurecerlo para siempre. La energía que usamos puede sostener nuestro planeta, o destruirlo. Lo que ocurra con la esperanza de un solo niño, en cualquier lugar, puede enriquecer a nuestro mundo, o empobrecerlo.
En este recinto nos congregamos de muchos lugares, pero compartimos un futuro común. Ya no tenemos más el lujo de ser indulgentes con nuestras diferencias y excluir el trabajo que debemos hacer juntos. He llevado este mensaje desde Londres a Ankara; de Puerto España a Moscú; de Accra a El Cairo, y sobre eso hablaré hoy, porque ha llegado el momento en que el mundo avance en una nueva dirección. Debemos aceptar una nueva era de compromiso, en base al interés mutuo y al respeto mutuo, y nuestra labor debe comenzar hoy.
Sabemos que el futuro será forjado en base a los hechos y no sólo las palabras. Los discursos por si solos no resolverán nuestros problemas, se necesitará acción persistente. A aquellos que cuestionan el carácter y la causa de mi nación, les pido que consideren las medidas concretas que hemos tomado en apenas nueve meses.
En mi primer día en la presidencia prohibí, sin excepción ni equívoco, el uso de la tortura por parte de Estados Unidos de América. Ordené el cierre de la prisión en la Bahía de Guantánamo y estamos cumpliendo la difícil tarea de crear un marco de referencia para combatir al extremismo dentro de imperio de la ley. Todas las naciones deben saberlo: Estados Unidos vivirá de acuerdo con sus valores, y dirigiremos con el ejemplo.
Hemos establecido una meta clara y precisa: trabajar con todos los miembros de este organismo para destruir, desmantelar y derrotar a al Qaida y a sus aliados extremistas, una red que ha matado a miles de personas de todos los credos y naciones, y que complotó para hacer volar este mismo edificio. En Afganistán y Pakistán nosotros, y muchas naciones, estamos ayudando a esos gobiernos a desarrollar su capacidad para tomar la delantera en ese esfuerzo, trabajando al mismo tiempo para favorecer la oportunidad y la seguridad de su pueblo.
En Iraq, somos responsables de terminar una guerra. Hemos retirado a las brigadas estadounidenses de combate de las ciudades iraquíes y fijado el plazo para agosto próximo para retirar a todas nuestras brigadas de combate del territorio iraquí. Y dejado bien sentado que ayudaremos a los iraquíes en la transición hacia la responsabilidad plena por su propio futuro, y que mantendremos nuestro compromiso para sacar a todas las tropas estadounidenses para fines del año 2011.
He presentado una agenda amplia para lograr la meta de un mundo sin armas nucleares. En Moscú, Estados Unidos y Rusia anunciamos que juntos aplicaríamos reducciones sustanciales en nuestras ojivas nucleares estratégicas y en las armas para lanzarlas. En la Conferencia del Desarme acordamos un plan de trabajo para negociar y acabar con la producción de materiales fisionables para armas nucleares. Y esta semana mi secretaria de Estado se convertirá en la primera representante principal estadounidense en la Conferencia de Miembros del Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos, que se realiza anualmente.
Al asumir el cargo nombré a un Enviado Especial para la Paz en Oriente Medio, y Estados Unidos ha trabajado con firmeza y agresividad para impulsar la causa de dos estados -- Israel y Palestina -- en donde la paz y la seguridad se arraiguen y se respeten los derechos tanto de israelíes como de palestinos.
Para enfrentar el cambio climático hemos invertido 80.000 millones de dólares en energía limpia. Hemos aumentado de manera sustancial nuestras normas para la eficiencia de los combustibles. Hemos dado nuevos incentivos para la conservación, establecido asociaciones energéticas en todas las Américas y hemos pasado de ser observador a líder en las negociaciones internacionales sobre el clima.
Para superar la crisis económica que afecta a todos los rincones del mundo, hemos trabajado con las naciones del G20 para forjar una respuesta internacional coordinada de más de 2 billones de dólares en estímulo para sacar a la economía mundial del borde del precipicio. Hemos movilizado recursos que ayudaron a evitar que la crisis se extienda a los países en desarrollo. Y nos sumamos a otros para inaugurar la iniciativa de seguridad alimentaria mundial, por 20.000 millones de dólares, que les dará una mano a quienes más lo necesitan, y ayudarlos a que construyan sus propias capacidades.
También hemos reanudado nuestro compromiso con las Naciones Unidas. Hemos pagado nuestras cuentas. Hemos ingresado al Consejo de Derechos Humanos. Hemos firmado la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidades. Hemos asumido plenamente las Metas de Desarrollo del Milenio. Y planteamos nuestras prioridades aquí, en esta institución, por ejemplo, por medio del la reunión del Consejo de Seguridad que mañana presidiré, sobre no proliferación nuclear y el desarme, y por medio de los temas a los que hoy me referiré.
Esto es lo que ya hemos hecho. Pero esto es apenas el inicio de nuestra labor. Algunas de nuestras medidas han producido resultados. Algunas han sentado las bases para el progreso en el futuro. Pero que no quepa duda alguna: ésta no puede ser una misión exclusiva de Estados Unidos. Quienes solían criticar a Estados Unidos por actuar solo en el mundo no pueden ahora cruzarse de brazos y esperar a que Estados Unidos resuelva solo los problemas del mundo. Hemos procurado –de palabra y obra– una nueva era de participación en el mundo.
Es hora de que todos nosotros asumamos las responsabilidades que nos corresponden en una respuesta mundial a desafíos mundiales.
Si somos francos con nosotros mismos, debemos admitir que no estamos cumpliendo con esa responsabilidad. Consideren el curso que seguiremos si no encaramos el estatus quo: Extremistas que siembran terror en regiones del mundo. Conflictos prolongados y sin tregua. Genocidios y atrocidades masivas. Más y más países con armas nucleares. Deshiele del casquete polar y desolación de poblaciones. Pobreza persistente y pandemias. Digo esto no para infundir temor, sino para presentar los hechos: nuestros actos aún no se ajustan a la magnitud de nuestros desafíos.
Esta entidad fue fundada en la convicción de que las naciones del mundo podrían resolver sus problemas en conjunto. Franklin Roosevelt, que murió antes de ver convertida en realidad su visión para que esta institución se hiciera realidad, lo dijo de esta manera, textualmente:
"La estructura de la paz del mundo no puede ser la tarea de un hombre, o de un partido o de una nación. No puede ser la paz de las grandes naciones, o de las naciones pequeñas. Debe ser la paz que se base en el esfuerzo cooperativo de todo el mundo".
El esfuerzo cooperativo de todo el mundo. Esas palabras resuenan hoy con más verdad que nunca, cuando no es simplemente la paz, sino nuestra misma salud y prosperidad que tenemos en común. Y también sabemos que este organismo está formado por estados soberanos. Y tristemente, aunque no sea una sorpresa, este organismo con frecuencia se ha convertido en el foro para sembrar la discordia en lugar de buscar el terreno común, un lugar para jugar a la política y explotar los reclamos en lugar de resolver problemas. Después de todo, es fácil subir a este podio y culpar a los otros de nuestros problemas, absolviéndonos a nosotros mismos de la responsabilidad de nuestras opciones y nuestras medidas. Cualquiera puede hacer eso. La responsabilidad y el liderazgo exigen mucho más en el siglo XXI.
En una era en la que nuestro destino está compartido, el poder ya no es más un juego en el que uno gana y otro pierde. Ninguna nación puede, o debe tratar de dominar a otra nación. Ningún orden mundial que eleve a una nación, o a un grupo de personas, sobre los demás, tendrá éxito. Las divisiones tradicionales entre las naciones del Sur y del Norte no tienen sentido en un mundo interconectado, ni los alineamientos de naciones enraizados en las hendiduras de la desde tiempo extinta Guerra Fría.
Ha llegado el momento de darse cuenta que los viejos hábitos, los viejos argumentos, son irrelevantes a los desafíos que nuestros pueblos enfrentan. Impulsan a las naciones a actuar en oposición a las mismas metas que dicen perseguir, y a votar, con frecuencia en este organismo, en contra de los intereses de sus propios pueblos. Eso levanta muros entre nosotros y el futuro que nuestros pueblos buscan, y ha llegado el momento para que esas paredes sean derribadas.
Juntos debemos construir nuevas coaliciones para poner puentes sobre las viejas divisiones, coaliciones con diferentes religiones y credos, de norte y sur, este, oeste, negros y morenos.
La opción es nuestra. Podemos ser recordados como la generación que prefirió arrastrar las discusiones del siglo XX al siglo XXI, la que rehusó las opciones difíciles, que rehusó mirar adelante, que fracasó en mantener el paso porque nos definimos por lo que éramos en lugar de para lo que estábamos.
O podemos ser una generación que elija ver el horizonte más allá de las aguas embravecidas de adelante; que se une para servir el interés común de los seres humanos, y que finalmente le dé un significado a la promesa enraizada en el nombre que se le dio a esta institución: las Naciones Unidas.
Ese es el futuro que Estados Unidos quiere, un futuro de paz y prosperidad que solamente podremos alcanzar si reconocemos que todas las naciones tienen derechos, pero que todas las naciones también tienen responsabilidades. Ese es el acuerdo que esto funcione. Y ese debe ser el principio guía para la cooperación internacional.
Permítanme presentar hoy los cuatro pilares que considero que son fundamentales para el futuro que queremos para nuestros hijos:
la no proliferación y el desarme, la promoción de la paz y la seguridad, la preservación de nuestro planeta y una economía mundial que promueva oportunidades para todos los pueblos.
Primero, debemos frenar la propagación de las armas nucleares, y buscar la meta de un mundo sin esas armas.
Esta institución fue establecida en los comienzos de la era atómica, en parte porque se debía refrenar la capacidad del hombre para matar. Durante décadas se pudo evitar el desastre, incluso a la sombra de un duelo entre las superpotencias. Pero actualmente la proliferación está creciendo en alcance y complejidad. Si fallamos y no actuamos estaremos invitando a la carrera de armas nucleares en toda región, y la perspectiva de guerras y actos de terror en una escala que apenas podemos imaginar.
Un consenso frágil se interpone ante este resultado aterrador, y es el acuerdo básico que da forma al Tratado de No Proliferación Nuclear. Señala que todas las naciones tienen derecho a tener energía nuclear con fines pacíficos, que las naciones con armas nucleares tienen la responsabilidad de avanzar hacia el desarme, y aquéllas que no las tengan tienen la responsabilidad de renunciar a ellas. Los próximos 12 meses podrían ser determinantes para ver si este pacto se refuerza o se destruye lentamente.
Estados Unidos se propone a cumplir con la parte del acuerdo que le corresponde. Buscaremos un nuevo acuerdo con Rusia para reducir sustancialmente nuestras ojivas nucleares y lanzadores de las mismas. Seguiremos adelante con la ratificación del Tratado de Prohibición de los Ensayos, y trabajaremos con otros para hacer cumplir el tratado de manera que las pruebas nucleares queden prohibidas permanentemente. Completaremos la Revisión de la Postura Nuclear, que abre la puerta a recortes más profundos y reduce el papel de las armas nucleares. Y pediremos a los países que comiencen negociaciones en enero sobre un tratado para acabar con la producción de material fisionable para las armas.
En abril próximo seré el anfitrión de una cumbre para reiterar la responsabilidad de cada nación de asegurar los materiales nucleares en sus territorios y ayudar a las que no pueden, porque no podemos permitir nunca que un solo artefacto nuclear caiga en manos de un extremista violento. Y trabajaremos para fortalecer las instituciones e iniciativas que combaten el contrabando y robo de material nuclear.
Todo esto debe ser de apoyo a los esfuerzos para reforzar el TNP. Las naciones que se rehúsen a cumplir con sus obligaciones deben enfrentar las consecuencias. Permítanme ser claro, no se trata de señalar a naciones individuales, se trata de proteger los derechos de todas las naciones que cumplen con sus responsabilidades. Porque un mundo en que las inspecciones de la OIEA se evitan y las demandas de las Naciones Unidos se ignoran dejará a la gente menos segura, y a todas las naciones menos seguras.
Con sus actuaciones hasta la fecha, los gobiernos de Corea del Norte e Irán amenazan con arrastrarnos a esa colina peligrosa.
Respetamos sus derechos como miembros de la comunidad de naciones. Ya lo he dicho antes, y lo repetiré, estoy comprometido a una diplomacia que abra una senda hacia una mayor prosperidad y una paz más segura para ambas naciones, si cumplen con sus obligaciones.
Pero si los gobiernos de Irán y Corea del Norte eligen ignorar las normas internacionales; si colocan la búsqueda de armas nucleares por encima de la estabilidad regional y la seguridad y oportunidad para sus propios pueblos; si son indiferentes al peligro de una escalada en la carrera armamentista nuclear, tanto en el este del Asia como en Oriente Medio, entonces se les debe deducir responsabilidades.
El mundo debe mostrarse firme en conjunto para demostrar que la ley internacional no es una promesa vacua, y que los tratados serán aplicados. Tenemos que insistir en que el futuro no le pertenece al miedo.
Esto me lleva al segundo pilar de nuestro futuro: la consecución de la paz.
Las Naciones Unidas nacieron de la convicción de que los pueblos del mundo puedan vivir sus vidas, criar a sus hijos y resolver sus diferencias pacíficamente. Sin embargo, sabemos que en demasiados lugares del mundo este ideal sigue siendo una abstracción, un sueño lejano.
Podemos aceptar ese resultado como algo inevitable y tolerar el conflicto constante y paralizante, o podemos reconocer que el anhelo de paz es universal y reafirmar nuestra determinación de poner fin a los conflictos en todo el mundo.
Ese esfuerzo debe comenzar con una determinación inquebrantable de que el asesinato de hombres, mujeres y niños inocentes nunca se tolerará. En lo que respecta a esto, nadie puede tener -- no puede haber disputa alguna. Los extremistas violentos que promueven el conflicto distorsionando cuestiones de la fe se han desacreditado y aislado a sí mismos. No ofrecen nada más que el odio y la destrucción. Al hacerles frente, Estados Unidos forjará alianzas duraderas que arremetan contra los terroristas, compartan inteligencia y coordinen a las agencias de aplicación de la ley y protejan a nuestro pueblo. Nos permitiremos que exista ningún refugio seguro en Afganistán o en cualquier otro país desde donde al Qaida pueda lanzar ataques. Apoyaremos a nuestros amigos en el frente, como haremos mañana nosotros y muchos países al prometer nuestro apoyo al pueblo de Pakistán. Y emprenderemos la participación positiva que construye puentes entre las religiones y nuevas alianzas para la oportunidad.
No obstante, nuestros esfuerzos para fomentar la paz no puede limitarse a derrotar a los extremistas violentos, ya que el
arma más poderosa de nuestro arsenal es la esperanza de los seres humanos, la convicción de que el futuro pertenece a quienes desean crear y no destruir, la confianza de que los conflictos pueden acabarse y que llegará un nuevo día.
Por ese motivo, apoyaremos -- reforzaremos nuestro apoyo a campañas eficaces de mantenimiento de la paz, a la vez que reactivamos nuestros esfuerzos para prevenir los conflictos antes de que cobren fuerza. Trataremos de conseguir una paz duradera en el Sudán mediante el apoyo al pueblo de Darfur y la aplicación del Acuerdo General de Paz, para que podamos asegurar la paz que el pueblo sudanés se merece. Y en los países asolados por la violencia –desde Haití hasta el Congo y Timor Oriental–
trabajaremos en conjunción con las Naciones Unidas y otros asociados para apoyar una paz duradera.
También seguiré tratando de conseguir una paz justa y duradera entre Israel, Palestina y el mundo árabe. Vamos a seguir trabajando en esa cuestión. Ayer tuve una reunión constructiva con el primer ministro Netanyahu y el presidente Abbas. Hemos logrado algunos progresos. Los palestinos han intensificado sus esfuerzos en lo relativo a la seguridad. Los israelíes por su parte han facilitado una mayor libertad de movimiento para los palestinos. Como resultado de los esfuerzos de ambas partes, la economía en Cisjordania ha comenzado a crecer. Pero se necesita más progreso. Seguimos pidiendo a los palestinos que pongan fin a las incitaciones contra Israel, y seguimos haciendo hincapié en que Estados Unidos no acepta la legitimidad de la continuación de los asentamientos israelíes.
Ha llegado el momento-- ha llegado el momento de volver a iniciar las negociaciones sin condiciones previas que aborden las cuestiones relativas al estatuto permanente: la seguridad para los israelíes y los palestinos, las fronteras, los refugiados y Jerusalén. El objetivo es claro: dos Estados que vivan uno junto al otro en paz y seguridad: un Estado judío de Israel, con verdadera seguridad para todos los israelíes, y un Estado palestino, viable e independiente, conformado por territorios limítrofes que pone fin a la ocupación que comenzó en 1967 y que haga realidad el potencial del pueblo palestino.
Mientras tratamos de conseguir este objetivo, trataremos de conseguir también la paz entre Israel y el Líbano, Israel y Siria, y una paz más amplia entre Israel y sus numerosos vecinos. En la búsqueda de esa meta, desarrollaremos iniciativas regionales con participación multilateral, y al mismo tiempo negociaciones bilaterales.
Ahora bien, no soy ingenuo. Sé que esto será difícil. Pero todos nosotros, no sólo los israelíes y los palestinos, sino todos debemos decidir si realmente queremos la paz, o si sólo la apoyamos de boquilla. Para romper los viejos hábitos, para romper el ciclo de la inseguridad y la desesperación, es necesario que todos digamos en público lo que se reconoce en privado.
Estados Unidos no le hace ningún favor a Israel cuando no cotejamos el compromiso inquebrantable a su seguridad con la insistencia de que Israel ha de respetar los derechos y reclamos legítimos de los palestinos. Y los países de este organismo no les hacen ningún favor a los palestinos cuando optan por los ataques virulentos contra Israel en lugar de la voluntad constructiva de reconocer la legitimidad de Israel y su derecho a existir en paz y seguridad.
Debemos recordar que el precio más alto en este conflicto no lo pagamos nosotros. No lo pagan tampoco los políticos. Lo paga la niña israelí de Sderot que cierra los ojos por temor a que un misil le quite la vida en medio de la noche. Lo paga el niño palestino de Gaza que no tiene acceso a agua potable ni tampoco tiene país propio. Ellos son hijos de Dios. Y después de todas las maniobras políticas y todos los ademanes, esto trata del derecho de todo ser humano a vivir con dignidad y seguridad. Es una lección arraigada en las tres grandes religiones que llaman Tierra Santa a una pequeña parte de la Tierra. Por eso, a pesar de que habrá reveses y falsos comienzos y días difíciles,
no desistiré de tratar de conseguir la paz.
En tercer lugar, debemos reconocer que en el siglo XXI no habrá paz a menos que asumamos la responsabilidad de preservar nuestro planeta. Le doy las gracias al Secretario General por haber auspiciado el tema del cambio climático ayer.
El peligro que plantea el cambio climático no puede ser negado. Nuestra responsabilidad de evitarlo no debe aplazarse. Si seguimos por nuestro rumbo actual todos los miembros de esta Asamblea verán cambios irreversibles dentro de sus fronteras. Nuestros esfuerzos para poner fin a los conflictos se verán eclipsados por guerras motivadas por los refugiados y los recursos. La sequía y la hambruna causarán estragos al desarrollo. Las tierras donde seres humanos han vivido durante miles de años desaparecerán.
Las generaciones futuras mirarán retrospectivamente y se preguntarán por qué nos negamos a actuar, por qué no pudimos pasar-- por qué no pudimos legar un entorno digno de nuestra herencia.
Por eso, los días en que Estados Unidos le daba largas al asunto se han terminado. Seguiremos adelante con las inversiones destinadas a transformar nuestra economía de la energía y ofreceremos incentivos para que la energía limpia sea un tipo de energía rentable. Seguiremos adelante con las drásticas reducciones de las emisiones para alcanzar los objetivos que nos hemos fijado para el año 2020, y finalmente para el 2050. Continuaremos promoviendo la energía renovable y el ahorro energético, y compartiremos las nuevas tecnologías con países de todo el mundo. Aprovecharemos también cualquier oportunidad para avanzar frente a esta amenaza en un esfuerzo cooperativo con el mundo entero.
Aquellos países ricos que tanto perjudicaron el medio ambiente en el siglo XX deberán aceptar nuestra obligación de encabezar este esfuerzo. Pero las responsabilidades no se acaban ahí. Si bien debemos reconocer la necesidad de que haya distintas respuestas, cualquier acción dirigida a frenar las emisiones de carbono ha de incluir a los países emisores de carbono de rápido crecimiento, que pueden hacer más para reducir la contaminación atmosférica sin impedir el crecimiento. Cualquier iniciativa que no ayude a los países más pobres a adaptarse a los problemas que ya ha desencadenado el cambio climático y que no les ayude a recorrer el camino del desarrollo limpio, sencillamente no funcionará.
Es duro cambiar algo tan fundamental como la manera en que utilizamos la energía. Lo sé. Es aún más difícil hacerlo en plena recesión mundial. Sin duda, existe la tentación de cruzarse de brazos y esperar a que otros tomen la iniciativa, pero no podemos hacer este recorrido a menos que todos avancemos juntos. Con antelación a Copenhague, propongámonos centrarnos en lo que cada uno de nosotros puede hacer por el bien de nuestro futuro común.
Esto me lleva al último pilar que debe fortalecer nuestro futuro:
una economía mundial que ofrezca oportunidades para todos.
El mundo aún se está recuperando de la peor crisis económica desde la Gran Depresión. En Estados Unidos, vemos que el motor del crecimiento empieza a dar vueltas, pero sin embargo muchos siguen pasando apuros para encontrar empleo o pagar las cuentas. En todo el mundo, vemos indicios prometedores, pero poca certeza acerca de lo que nos depara el futuro. Demasiadas personas en demasiados lugares atraviesan las crisis diarias que cuestionan nuestra humanidad:
la desesperación de un estómago vacío, la sed provocada por la disminución de los suministros de agua, la injusticia de que un niño muera de una enfermedad tratable, o una madre que pierde la vida al dar a luz.
En Pittsburgh, trabajaremos con las economías más grandes del mundo para trazar un rumbo hacia el crecimiento equilibrado y sostenido. Esto implica tomar las debidas precauciones para garantizar que no nos rindamos hasta que nuestros pueblos vuelvan a trabajar. Esto significa tomar medidas para reactivar la demanda para que la recuperación mundial pueda sostenerse. Significa también establecer nuevas normas y fortalecer los reglamentos de todos los centros financieros para poner fin a la codicia y los excesos y los abusos que nos llevaron a este desastre, y para evitar que una crisis como ésta vuelva a ocurrir.
Sin embargo, en momentos de semejante interdependencia, tenemos el interés moral y pragmático en cuestiones más amplias de desarrollo, cuestiones de desarrollo que existían incluso antes de que se produjera esta crisis. Así que Estados Unidos continuará su histórico esfuerzo para ayudar a que las personas se alimenten a sí mismas. Hemos asignado 63.000 millones de dólares para llevar adelante la lucha contra el VIH/SIDA, para poner fin a las muertes por tuberculosis y malaria, para erradicar la poliomielitis y para fortalecer los sistemas de salud pública. Nos hemos sumado a otros países en contribuir vacunas contra la gripe H1N1 a la Organización Mundial de la Salud. Vamos a integrar más economías nacionales en un sistema de comercio mundial. Vamos a apoyar los Objetivos de Desarrollo del Milenio y acercarnos a la cumbre del año próximo con un plan global para hacerlos realidad. Vamos a fijar objetivos para erradicar la pobreza extrema en nuestro tiempo.
Ahora es el momento para que todos pongamos nuestro granito de arena. El crecimiento no será sostenido ni compartido a menos que todos los países acepten sus responsabilidades. Eso significa que los países ricos tienen que abrir sus mercados a más productos y echarle una mano a los que tienen menos, y también reformar las instituciones internacionales para dar mayor voz a más países. Por su parte los países en desarrollo tienen que eliminar la corrupción, que es un obstáculo para el progreso, ya que las oportunidades no pueden prosperar cuando las personas están oprimidas y las empresas tienen que pagar sobornos. Por ese motivo, nosotros apoyamos la policía honesta y los jueces independientes; la sociedad civil y un sector privado dinámico. Nuestro objetivo es sencillo: una economía mundial en el que se sustenta el crecimiento y donde hay oportunidades para todos.
Ahora bien, los cambios de los que he hablado hoy no serán fáciles de hacer ni se lograrán solo porque líderes como nosotros se presenten en foros como éste, independientemente de lo útiles que sean, puesto que al igual que en cualquier asamblea de miembros, el verdadero cambio sólo se produce a través de los pueblos a los que representamos. Por eso, en nuestras capitales, debemos emprender la dura labor de sentar las bases del progreso. Es ahí donde crearemos el consenso que ponga fin a los conflictos, que aproveche la tecnología para propósitos pacíficos, que cambie la forma en que utilizamos la energía y que fomente el crecimiento que pueda sostenerse y compartirse.
Yo creo que los pueblos del mundo desean ese futuro para sus hijos. Por eso, se debe defender los principios que garantizan que los gobiernos reflejen la voluntad de sus pueblos. Estos principios no pueden ser ideas de última hora;
la democracia y los derechos humanos son elementos esenciales para el logro de cada uno de los objetivos que he mencionado hoy, ya que es más probable que los gobiernos del pueblo y por el pueblo actúen conforme a los intereses generales de sus propios pueblos, en lugar de los intereses limitados de quienes están en el poder.
La prueba de nuestro liderazgo no será la medida en que fomentemos los temores y antiguos odios de nuestros pueblos. El verdadero liderazgo no se mide por la capacidad de silenciar a la disidencia, ni de intimidar o acosar a la oposición política. Los pueblos del mundo desean un cambio y han dejado de tolerar a quienes están en el lado equivocado de la Historia.
La Carta de esta Asamblea nos compromete a cada uno de nosotros—cito textualmente— “a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en 1a dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres”. Entre esos derechos figura la libertad de decir lo que se piensa y rendir culto como se quiera, la promesa de la igualdad de las razas y la oportunidad para que mujeres y niñas busquen su propio potencial, la capacidad de los ciudadanos a tener voz en cómo se les gobierna y a tener confianza en la gestión de la justicia. Porque al igual que ningún país debe ser obligado a aceptar la tiranía de otro, ninguna persona debe ser obligada a aceptar la tiranía de su propio pueblo.
Como afro estadounidense, jamás olvidaré que no estaría aquí hoy sin la búsqueda constante de una unión más perfecta en mi país. Ese hecho guía mi convicción de que, a pesar de lo negativas que puedan parecer las circunstancias, quienes eligen el lado de la justicia pueden forjar un cambio transformador. Yo me comprometo a que Estados Unidos siempre estará del lado de quienes defienden su dignidad y sus derechos, del lado del estudiante que quiere aprender, del votante que exige ser escuchado, de los inocentes que desean ser libres, de los oprimidos que anhelan igualdad.
La democracia no se puede imponer en ningún país desde el exterior. Cada sociedad debe encontrar su propio camino, y ningún camino es perfecto. Cada país seguirá el rumbo que traza la cultura de su pueblo y sus tradiciones pasadas. Reconozco que Estados Unidos se ha comportado con demasiada frecuencia de modo parcial en la promoción de la democracia. Pero ello no debilita nuestro compromiso, sino que lo refuerza. Hay principios fundamentales que son universales, hay verdades que son evidentes y Estados Unidos de América nunca vacilará en sus esfuerzos por defender el derecho de todos los pueblos a determinar su propio destino.
Hace sesenta y cinco años, un agotado Franklin Roosevelt se dirigió al pueblo estadounidense en su cuarto y último discurso de investidura. Tras años de guerra, trató de resumir las lecciones que podían extraerse de los terribles sufrimientos y enormes sacrificios que habían tenido lugar. “Hemos aprendido a ser ciudadanos del mundo, a ser miembros de la comunidad humana”, dijo.
Las Naciones Unidas fue un organismo creado por hombres y mujeres como Roosevelt, de todos los rincones del mundo, de África y Asia, de Europa y de las Américas. Estos arquitectos de la cooperación internacional tenían un idealismo que era cualquier cosa menos ingenuo, que estaba arraigado en las duras lecciones de la guerra, en la sabiduría que los países podían promover sus intereses mediante la acción conjunta en lugar de fragmentada.
Ahora nos corresponde a nosotros, puesto que esta institución será lo que nosotros hagamos de ella. Las Naciones Unidas hacen el bien en todo el mundo: alimentan a los hambrientos, cuidan a los enfermos, reparan lugares que han sufrido conflicto, pero también se esfuerza por imponer su voluntad y por estar a la altura de los ideales de su fundación.
Creo que esas imperfecciones no son motivo para alejarse de esta institución, sino que son un llamamiento a redoblar nuestros esfuerzos. Las Naciones Unidas pueden ser un lugar donde discutimos las viejas quejas o establecemos un terreno común; un lugar donde nos centramos en lo que nos diferencia o en lo que nos une; un lugar donde consentimos la tiranía; o una fuente de autoridad moral. En resumidas cuentas, las Naciones Unidas pueden ser un organismo que está desconectado de lo que importa en la vida de nuestros ciudadanos o un factor indispensable para promover los intereses de los pueblos a los que servimos.
Hemos llegado a un momento decisivo. Estados Unidos está listo para comenzar un nuevo capítulo de la cooperación internacional, que reconozca los derechos y las responsabilidades de todos los países. Así pues, con confianza en nuestra causa y con el compromiso a nuestros valores, hacemos un llamado a todos los países a unirse a nosotros en la creación del futuro que tanto se merecen nuestros pueblos.
Muchas gracias a todos."
Discurso publicado en el sitio "America.gov".

21 de Septiembre, Día Internacional de la Paz 2009. Desarme y no proliferación




Paz
Cultura de Paz
El Día Internacional de la Paz, que se observa todos los años cada 21 de septiembre, es un llamamiento mundial a la cesación del fuego y a la no violencia. Este año el Secretario General está pidiendo a los gobiernos y a los ciudadanos que centren su atención en el desarme nuclear y la no proliferación.
El 13 de junio de 2009, el Secretario General Ban Ki-moon lanzó una campaña por medio de plataformas múltiples con el lema Debemos desarmarnos para conmemorar el conteo de 100 días que culminarán en el Día Internacional de la Paz, el 21 de septiembre.
Durante los cien días de la campaña, las Naciones Unidas crearán conciencia acerca de los peligros y los costos de las armas nucleares dando a conocer diariamente una razón que explique por qué el desarme nuclear y la no proliferación son tan fundamentales, por medio de Twitter y las redes sociales Facebook y MySpace. Se han sumado a la campaña lanzada por el Secretario General, el Mensajero de la Paz de las Naciones Unidas Michael Douglas, quien desde 1998 ha sido un paladín de la causa del desarme en nombre de las Naciones Unidas, y el actor estadounidense Rainn Wilson, protagonista de la serie de TV The Office.
Cualquier persona puede participar firmando una Declaración para apoyar la campaña del Secretario General destinada a liberar al mundo de las armas nucleares, y ofreciendo sus propias razones por las cuales Debemos desarmarnos en el espacio destinado para ello a continuación de este texto.
La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció en 1981 el Día Internacional de la Paz para “conmemorar y fortalecer los ideales de paz en cada nación y cada pueblo y entre ellos”. Veinte años después, la Asamblea General decidió que el 21 de septiembre de cada año se observara un “día de cesación del fuego y de no violencia en todo el mundo " e invitó a todos los Estados Miembros, a las organizaciones y a todas las personas a conmemorar ese día, entre otras cosas mediante la educación y la sensibilización del público, y a cooperar con las Naciones Unidas en el establecimiento de una cesación del fuego a nivel mundial.

Día Internacional de la Paz
21 de Septiembre

En el año 1981, La Asamblea General declaró que el día de la apertura de su período ordinario de sesiones en septiembre sería «proclamado y observado oficialmente como Día Internacional de la Paz, y dedicado a conmemorar y fortalecer los ideales de paz en cada nación y cada pueblo y entre ellos» (resolución 36/67).
El 7 de Septiembre de 2001, la Asamblea General decidió que, a partir del 2002, el Día Internacional de la Paz será observado cada 21 de septiembre, fecha que se señalará a la atención de todos los pueblos para la celebración y observancia de la paz (resolución 55/282). Declaró que «el Día Internacional de la Paz se observará en adelante como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, a fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para cumplir una cesación de hostilidades durante todo ese Día». También invitó a todos los Estados Miembros, a las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, a las organizaciones regionales y no gubernamentales a conmemorar de manera adecuada el Día Internacional de la Paz realizando, entre otras cosas, actividades educativas y de sensibilización de la opinión pública, y a colaborar con las Naciones Unidas en el establecimiento de una cesación del fuego a nivel mundial.

"El diálogo es señal de fuerza" -Jonas Gahr Stoere. Ministro de Relaciones Exteriores de Noruega


Cultura de Paz
Mediación para la Paz

El negocio de Jonas Gahr Stoere es la paz, pero sabe de violencia. Sobrevivió a un atentado talibán el año pasado en un hotel de Kabul que dejó un saldo de seis muertos, entre ellos un periodista noruego que viajaba con él. Stoere, ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, no ha permitido que el trauma y el horror de aquel incidente diluya el esmero con que su Gobierno insiste en inmiscuirse en los asuntos de países lejanos, promocionando siempre el diálogo como solución a los conflictos.
Noruega es un país de apenas cinco millones de habitantes, extremadamente rico debido a la abundancia que posee de petróleo y gas natural. El Kuwait del norte invierte casi mil millones de euros al año en la mediación de conflictos armados, lo cual permite al Gobierno de Noruega un papel en la política internacional muy por encima de su tamaño. Expertos en cómo hacer la paz, con experiencia de diálogo acumulada en cuatro continentes desde el final de la Guerra Fría, actúan directamente a través de sus diplomáticos o a través del Centro Henri Dunant, organismo especializado en la mediación cuyo principal contribuyente es el Gobierno de Noruega. Stoere, conocida figura en los foros internacionales, es el líder noruego de la política de la paz.
Pregunta. No todo el mundo está favor del diálogo como solución a los conflictos violentos.
Respuesta. Sí. Hay quienes insisten en que el diálogo es señal de debilidad. No estoy de acuerdo. Digo que el diálogo es señal de fuerza. ¿Por qué? Porque participar en un diálogo no significa abandonar tus valores y principios; significa ocupar el centro político, el lugar donde la gente real vive. Los que dicen que hay que estar con nosotros o en contra no están haciendo caso a la gente decente de a pie. Si no usamos el diálogo en nuestras culturas multiculturales lo que tenemos es un monólogo, y eso nos hace menos sagaces, más tontos, más peligrosos, y logra que definamos nuestras identidades en oposición a las identidades de otros.
P. Noruega habla muchas veces con grupos que ciertos Gobiernos consideran terroristas, por ejemplo con Hamás en Palestina. ¿Qué opina EE UU de esto?
R. Tenemos la valentía de decirles incluso a nuestros amigos más cercanos, como los norteamericanos, que hablaremos con Hamás, que hablaremos con todas las partes en el conflicto de Oriente Próximo. Ahora, la posición pública de Estados Unidos sobre este tema es una, pero lo que dicen en privado es otra cosa. Condoleezza Rice [la secretaria de Estado de George W. Bush] nos dijo en septiembre que nuestra actuación con los palestinos tenía valor para el proceso de paz. Hillary Clinton también ha expresado su aprecio por el trabajo que hacemos. Y la UE también. Comparten nuestro análisis de que hay que hablar con todas las partes en Palestina, sin excluir a Hamás, y se lamentan de no poder hacerlo. Todos entienden que hay cosas que podemos hacer los pequeños países que los grandes no pueden. Podemos intentar cosas sin pagar un precio político.
P. ¿Por qué Noruega?
R. Tenemos una larga tradición misionera y de ayuda humanitaria en todos los rincones del mundo, lo cual nos da conocimiento y acceso a la gente local en los lugares de conflicto, por ejemplo en la frontera entre Pakistán y Afganistán. Noruega no posee bagaje colonial ni tiene intereses económicos en estos lugares, lo cual hace que Noruega sea vista como una interlocutora honesta. Intervenimos sólo en países en los que no tenemos intereses nacionales obvios en juego. El hecho de que carecemos de peso militar, estratégico, financiero y político es nuestra fuerza. Si sumas eso a la experiencia que tenemos acumulada en la mediación entonces se explica que las fuerzas políticas de Filipinas, Sri Lanka, Oriente Próximo, América Latina y otros acudan a nosotros.
P. ¿Pero tiene que ver algún interés nacional noruego entre tanto altruismo?
R. Sí. Tener estas redes internacionales y conocimiento y experiencia sobre el terreno en muchos lugares conflictivos nos da un acceso a la mesa de los grandes del mundo que no tendríamos si no hiciéramos este tipo de trabajo.
P. ¿Obama cambia las cosas? ¿Le dará más importancia al papel mediador de Noruega?
R. Creo que Obama entiende que el instrumento más potente en la caja de herramientas que posee es el diálogo, que va ligado a la potencia militar, claramente. Con lo convencidos que estamos en Occidente de representar valores universales, negarnos al diálogo no es la forma de influir en el resto del mundo o de maximizar nuestros intereses.
Nota de J. Carlin, publicada el 13 de Septiembre de 2009 en el sitio "El País.com"
http://www.elpais.com/articulo/internacional/dialogo/senal/fuerza/elpepuint/20090913elpepiint_7/Tes

Para saber más del Centro HD. Centre for Humanitarian Dialogue. Mediation for Peace.

http://www.hdcentre.org/

Cultura de Paz







-Cultura de Paz-

La Cultura de Paz es el conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto de la vida, de la persona humana y de su dignidad, de todos los derechos humanos; el rechazo de la violencia en todas sus formas y la adhesión a los principios de democracia, libertad, justicia, solidaridad, cooperación, pluralismo y tolerancia, así como la comprensión tanto entre los pueblos como entre los grupos y las personas sin importar sexo, etnia, religión, nacionalidad o cultura.

En la construcción de una cultura de paz es de gran importancia prevenir los conflictos atacando sus causas mediante el diálogo y la negociación; reconocer la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; así como la libertad de expresión, opinión e información.

Para que nosotros mismos y las generaciones venideras podamos cosechar los frutos de esta Cultura de Paz, debemos actuar desde ahora. Es preciso:

Fomentar la educación para la paz, los derechos humanos y la democracia, la tolerancia, y la comprensión internacional;

Proteger y respetar todos los derechos humanos, sin excepción alguna, y luchar contra toda forma de discriminación;

Promover los principios democráticos en todos los ámbitos de la sociedad;
Vivir la tolerancia y la solidaridad;

Luchar contra la pobreza y lograr un desarrollo sostenible en provecho de todos, capaz de proporcionar a cada persona un marco de vida acorde con la noción de dignidad humana;
Proteger y respetar nuestro medio ambiente.
Fuente: Centro de Información de las Naciones Unidas para México, Cuba y República Dominicana
http://www.cinu.org.mx/paz/#cultpaz

Mediación Escolar: Educación para la paz


-Mediación Escolar-
-Cultura de Paz-
La Comisión de Niñez y Adolescencia en Riesgo del arzobispado de Buenos Aires dictará del 6 de marzo al 12 de junio un curso sobre Mediación Escolar, dirigido a educadores, profesionales de la salud y miembros de la comunidad en general.


El curso se organizará en 15 encuentros de 3 horas cada uno y se dictará los viernes de 18 a 21 en la sede de la Comisión (Venezuela 4145, Buenos Aires), con una duración total de 45 horas reloj.

Estará a cargo de la doctora Andrea Lapasset, miembro del equipo docente del Plan Social de Asistencia Jurídica a la Comunidad,, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.


“La mediación es un procedimiento de resolución pacífica de los conflictos que puede convertirse en una poderosa herramienta de cambio social en donde se involucra a niños y adolescentes, a miembros de toda la comunidad escolar y a la sociedad en general ya que los alumnos, junto con docentes y padres se, convierten en poderosos agentes de divulgación y transformación”, explican los responsables.


“Es propio de la filosofía de la mediación -agregan-, el pensamiento de que el poder puede compartirse y de que todos pueden ganar cuando se resuelven los conflictos”.


Más información: cadenya@pastoralfamiliar.org.ar, (011) 4982-4611 y http://www.pastoralfamiliar.org.ar/
Publicado en el sitio "aica.org.", el 21 de Enero de 2009

Revista Conexión Social

Universidad Autónoma de Zacatecas presenta: Panel del Día Internacional de la Paz

Mediación. Temas selectos

Cultura de Paz y Mediación

Negociación

Métodos Alternos de Solución de Conflictos de José Benito Pérez Sauceda

Métodos Alternos de Solución de Conflictos de José Benito Pérez Sauceda
Métodos Alternos de Solución de Conflictos: Justicia Alternativa y Restaurativa para una Cultura de Paz por José Benito Pérez Sauceda

Mediación Monterrey

Mediación Monterrey

Mediación Monterrey. Por una regia y pacífica solución. Creador/Coordinador: José Benito Pérez Sauceda. Mediación Monterrey desde 2008.

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