Madrid, España. Es frecuente
escuchar que la crisis económica que vivimos es la cara visible de otros problemas más profundos que
afectan a unos sistemas tradicionales
que, colapsados, ya no dan más de sí.
La clase política, la banca, los sindicatos,
los rancios enfoques empresariales, la universidad convencional, los desfasados
métodos de enseñanza, el poder judicial y hasta nuestro sistema constitucional
se encuentran cuestionados, y no solo por la podredumbre y degeneración que
conocemos gracias a los escándalos que están saliendo a la luz en algunos de
estos ámbitos, sino también porque se percibe que ya no responden a las
verdaderas necesidades de los ciudadanos.
En esta situación resultan imprescindibles los
cambios y, desde luego, a ser posible, pacíficos, meditados y guiados por la
intención de un futuro mejor. No podemos seguir pensando y haciendo lo mismo si
verdaderamente queremos ver resultados diferentes.
Mucho se ha dicho en sobre la
incapacidad y falta de voluntad de la mayor parte de la clase política para
acometer los cambios que España necesita, así como sobre la oportunidad perdida
que está suponiendo el que enfrenten las dificultades con tan poco espíritu
regenerador. Pero no quiero incidir ahora
en ello. Prefiero aportar mi pequeña contribución con la referencia a algunas
herramientas de transformación que pueden utilizarse en muy diversos ámbitos.
Porque si la sociedad no puede tener muchas esperanzas en un liderazgo político
reformador, sus elementos esenciales sí pueden buscar su propia mejora.
En consonancia con este nuevo paradigma, con
este afán por la transformación o
regeneración de lo que ya no funciona, descubrí hace unos años la mediación. Y,
más recientemente, el coaching.
La mediación es uno de los métodos que existen
para resolución alternativa de conflictos, destinada a abordarlos de la mejor
manera posible. La voz latina “resolutio” significa “liberación” (lo re-suelto)
y solutio, a su vez, significa “soltura, facilidad”. De alguna manera, cuando
las partes han logrado resolver su conflicto, se han liberado de la tesitura en
la que permanecían atrapadas.
Ahora bien, aunque no se llegue a ese final
ideal de resolución, la mediación es siempre un proceso útil para los implicados
que gracias a la intervención de un buen mediador (tercero neutral) gestionarán
el conflicto mejorando la comunicación interpersonal, siendo ellos mismos los
protagonistas y dueños de tal proeza.
Se trata de una vía diferente a la tradicional
judicial que choca abiertamente con la mentalidad y la cultura jurídica que ha
imperado e impera en España. Supone un valioso complemento a las posibilidades
de la negociación, cuyas opciones multiplica, y en tanto potencia la
responsabilidad individual en la solución de los propios conflictos, tiene una
indudable carga social transformadora en favor de una mayor autonomía y madurez
de los afectados. Así ha funcionado en otros muchos países, aunque entre
nosotros aún no hemos podido comprobarlo dado que la mediación, hasta ahora,
apenas ha calado en nuestro suelo patrio.
Por su parte el coaching es un proceso de
exploración y trabajo intensos por parte de una persona o grupo de personas
que, gracias a la intervención de un buen coach, gestionan ellas mismas el cambio
deseado, la transformación necesaria o el logro de sus objetivos.
En este caso se mejora en gran medida la
comunicación intrapersonal del coachee (cliente), y el coach, como voz neutral,
provocará esa toma de conciencia en aquel que será el verdadero autor de la
solución que andaba buscando.
Una persona (o empresa) está a disgusto con su
situación actual y quiere que ésta cambie. Para ello tendrá que trabajar de
otra forma, dándose cuenta de sus errores (lo que no ha funcionado hasta
ahora), de sus recursos y de la nueva respuesta (responsabilidad) que ha de dar
a la situación con la que se enfrenta, si quiere otro resultado. Finalmente ha
de descubrir las nuevas acciones que se precisan para que se materialice el
vuelco anhelado y llevarlas a cabo de forma tenaz.
Todo este trabajo se realiza en un proceso de
coaching que normalmente se estructura de la manera que diré, aunque me
gustaría adelantar ya una imagen para que se entienda el coaching como podría
ser la actividad de un deportista con su entrenador para lograr el máximo de su
rendimiento o la excelencia deportiva.
Inicialmente la persona interesada mantiene
una primera entrevista con el coach en la que éste tras interrogarle sobre los
objetivos, sobre su meta, sobre sus
necesidades, le informa de los detalles de la labor a realizar juntos así como
del número de sesiones, su frecuencia, lugar del desarrollo de las mismas y el
precio. En las sesiones, el coach realizará el papel de “espejo” para el
cliente, pues con una serie de técnicas provocará que éste encuentre la
solución que necesita y sobre todo que concrete las nuevas acciones que precisa
incorporar para lograr su objetivo, llegar a meta, coronar la cumbre de su
escalada. Además de las sesiones que normalmente son semanales o quincenales,
habrá comunicación frecuente entre ambos utilizando el medio que les resulte
más cómodo (correo electrónico, teléfono, etc). En el avance del proceso, se
irá viendo el rendimiento del cliente y los ajustes necesarios en su acción, en
su atención (presente) y en su intención (futuro).
La mediación y el coaching son procesos diferentes y evidentemente
también lo es el fin buscado por cada
uno. Pero tienen zonas comunes manifiestas como, por ejemplo, la facilitación
de una buena comunicación que el mediador y el coach, provocarán, entre las
partes o en uno mismo, respectivamente.
Es más, si el mediador no ayuda, no facilita o no trabaja a nivel
individual a cada uno (consigo mismo) de los enfrentados ¿cómo va a conseguir que entre ellos se
entiendan?…
Otra zona común de la mediación y el coaching
son algunas de las herramientas que se
utilizan para lograr una comunicación de nivel superior respecto de la que
había en la zona de conflicto, en la mediación, o en la zona de bloqueo
personal, en el coaching.
Estas son la escucha activa, las preguntas (en
general abiertas, algunas cerradas utilizadas oportunamente, preguntas de
metamodelo del lenguaje, circulares), el parafraseo, ejercicios de empatía como
la simulación de personajes (o role-playing), el reconocimiento que el emisor
da al receptor (o feedback), la intuición (previamente trabajada para
potenciarla), fomentar momentos emocionales adecuados, la utilización oportuna
del silencio.
Igualmente el propio perfil de un buen
mediador y coach comparten cualidades como el ser neutrales, motivadores,
buenos comunicadores, creativos, tolerantes, pacientes, facilitadores, con gran
capacidad de escucha, buen dominio de sus emociones y de su lenguaje verbal y
no verbal.
Así pues, mediación y coaching se complementan
dejando claro que como ya dije antes, el proceso y el fin en una y otro son
diferentes. Aunque puedan apoyarse y potenciarse recíprocamente como
herramientas transformadoras.
Marta Antuña Egocheaga. Hay Derecho.com. 02/01/14
http://hayderecho.com/2014/01/02/mediacion-y-coaching-como-herramientas-de-transformacion/
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