Hablemos
del qué y del cómo.
El
Qué. Hay cientos de libros que enseñan la teoría de la mediación. Todos recogen
(más o menos) los mismos principios, los reproducen y explican acabadamente
para dar una información-formación inicial necesaria para, por ejemplo, saber
que un operador jurídico debe preguntar de distintas formas según el ámbito en
que este trabajando, o que un psicólogo profundizaría en las emociones para
tratar de llegar a determinar si detrás hay o no una patología, etc., etc.,
etc.
Tengo
para mí que es evidente e indiscutible que al igual que en cualquier otra
disciplina ‘la teoría’ es indispensable.
También
tengo para mí que no se ‘transmite’ de la misma forma a un docente, que a un abogado,
o a un psicólogo, notario, médico, etc., pues en mi experiencia práctica he
podido comprobar que se ‘asimila’ de distinta forma, a distinto tiempo, y con
distinto orden de importancia respecto de cada uno de los temas.
El
Cómo. No hay libros que enseñen la práctica de la mediación, a ser honesto, hay
muy pocos libros que expliquen ‘cómo se hace’.
Las
razones pueden ser múltiples. Así de pronto se me ocurre que la principal razón
que colabora a ello (a la ausencia de estos textos) la constituye el hecho de
que no existe un ‘modelo único’ una única forma de practicar mediación ya que
cada ‘modelo’ atribuye a la mediación una finalidad distinta.
Sin
embargo no menos cierto es que quienes llevamos algunos años en esto nos vamos
reconociendo cada mes más eclécticos e integradores en cuanto a ‘cómo’ llevar
adelante un proceso de mediación.
Así
como la formación teórica es indiscutible, la formación práctica de un mediador
deviene incuestionable.
Es
aquí, en la formación práctica, cuando se advierten `errores´ comunes como el
hecho de presentarse a las partes diciendo: “Buenos días, soy José, abogado y
mediador que va a llevar esta mediación...” a lo que más de una parte suele
decir algo como “ah! vale entonces usted como abogado ya podrá explicarle que yo
tengo razón” otro ‘típico’ ejemplo es ”Buenos días soy María psicóloga y
mediadora …” lo que enciende todas las alarmas de la parte que suele decir
“pero yo no quiero una psicóloga, no estoy loco, quiero que me solucione un
problema y nada más” ambas situaciones revelan varias cosas 1) la pre-mediación
no existió o fue ineficaz, 2) la audiencia informativa no fue suficientemente
informativa (valga la redundancia) y 3) obliga al mediador ha explicar que el
‘rol’ que va a cumplir es otro distinto y que se diferencia por esto y aquello.
La
formación practica del mediador ha de servirle, ha de serle útil para saber
cómo lidiar cuando una parte es ‘verborragica’ (que padece verborrea), los
insultos y ‘malas palabras’ no cesan y la parte no se comporta adecuadamente,
cómo atender a un usuario exigente, cómo empoderar a un cliente/usuario/parte,
cómo cerrar una mediación sin acuerdo para evitar la posible sensación de
‘fracaso’, cómo suspender una mediación, etc. etc. etc., en los ya más de 12
años de formador he visto muchos ‘role playing’ en los que no se gritan, no se
insultan, no se interrumpen, no buscan alianzas con el mediador, no lloran,
etc. etc. etc., esos ‘role playing’ de entrenamiento práctico se alejan tanto
de la realidad que el mediador no estará preparado.
La
formación práctica del mediador habrá sido buena y provechosa cuando el
mediador logre responder a preguntas simples como: ¿podría haber dispuesto los
muebles de otra forma?, ¿podría haber trabajado sin muebles?, ¿por qué en este
caso ha abierto el proceso de esta forma y en el otro no?, ¿ha sido útil
asentir con la cabeza frente a la parte?, ¿mis preguntas han mantenido la
equidistancia?, ¿qué frase ha sido determinante para continuar?, ¿podría
haberla dicho de otra forma?, ¿qué sentido ha tenido tal pregunta?, ¿el
reencuadre estuvo bien o se podría mejorar?, ¿el ‘caucus’ que hice se
justifico?, ¿a pesar del no acuerdo, he cumplido con ‘ayudar’ a las partes y en
qué?, ¿que he dicho de más?, ¿qué he dicho de menos?, ¿he sido muy rígido o
exigente para con las partes?, ¿he respondido bien a las expectativas de las
partes?, ¿he respondido a mis expectativa?
La
formación práctica del mediador ha de prepararlo sólo para una cosa: lo
‘inesperado’.
Porque
sólo cuando se está preparado para lo inesperado es cuando el mediador asume el
compromiso de ‘ser’ y no de ‘hacer’.
Nota
Éste artículo no es idea mía, es de un amigo de esos que
siempre esta para empujar el carro y ayudarte es el responsable de sacarme de
mi trabajo sobre la Tesis para escribir sobre éste fascinante tema, LuisJa
Sanchez de Lawyerpress, Gracias ¡¡
Franco
Conforti. Licenciado en Derecho, Doctorando en Ciencias Sociales certificado
con Suficiencia Investigadora (Diploma de Estudios Avanzados) en la Universidad
de Castilla La Mancha. Miembro del Grupo de Investigación en Mediación e
Intervención Social (GIMIS) de la Universidad de Alicante. Master en Mediación
y especialista en Conflictos Organizacionales por la Florida Internacional
University de Miami. Panelista en Resolución de Conflictos de la Organización
Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI-WIPO). Arbitro en la Asociación
Gallega de Arbitraje, Mediación y Equidad de La Coruña y de la Defensoria del
Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Director General de la Asesoría y
Consultora en Gestión de Conflictos Acuerdo Justo®, y como tal Dirige la
Revista e-Mediacion y el portal de Mediación Electrónica Mediar On Line.
Actualmente es el Director del Servicio de Mediación Social Comunitaria del
Ayto de Alicante, y Profesor de Negociación y Argumentación Jurídica de la
Universidad Oberta de Cataluña. Autor de libros y artículos relacionados con la
comunicación, el diálogo y el liderazgo publicados en España, Argentina, Chile,
Paraguay, Brasil, Portugal y USA.
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