Mediación Monterrey: OpiniónPor Luis Miguel Diaz
El Presidente Obama decidió mandar 30,000 tropas a Afganistán en los próximos seis meses para retirarlos un año después. Pasó por alto a la negociación y mediación como opciones efectivas para finalizar la guerra. Insiste en algo que no sirve para terminar humanamente una guerra: la intensificación de la guerra.
Al poco tiempo de asumir el poder, tanto Lyndon Johnson como Mikhail Gorbachev tomaron medidas para intensificar los conflictos bélicos que habían heredado, la guerra de Vietnam y la invasión soviética a Afganistán. Ambas guerras fueron un desastre humano.
Las guerras son medios intelectualmente obsoletos y globalmente desacreditados para alcanzar el bienestar.
Los conflictos políticos y sociales complejos no pueden ser manejados con litigios y guerras, requieren diálogo.
El Presidente agradeció una amplia gama de opiniones e invitó a expresar puntos de vista opuestos. Entre más aprendió sobre riesgos, más se inclinó a intensificar temporalmente la guerra. Obama fue intimidado. Su sentido diplomático e intensiones pacifistas fueron anuladas.
La alternativa al aumento de la guerra es una intervención colaborativa de todos los involucrados mediante la utilización de métodos para la resolución de conflictos y con la ayuda de negociadores y mediadores. Idealmente esto se podría logar gradualmente y en un ambiente de informalidad y humildad. Los acuerdos más pequeños ofrecen la capacidad de acción temprana, y podrían ser incluidos bajo el plan de un acuerdo general en una fecha posterior.
Se reportó que el presidente Obama convocó a su equipo de seguridad nacional a la Oficina del Ovalo. Ya había tomado su decisión. “No les estoy pidiendo que cambien sus creencias”, dijo el presidente a sus asesores. “Pero si no concuerdan conmigo, díganlo ahora.” Hubo una pausa y nadie dijo nada.
La estrategia de aumentar-y luego-terminar resultó de un proceso serio de toma de decisiones en la Casa Blanca, dominado por procesos analíticos. La decisión fue tomada con base en piezas del rompecabezas. Obama perdió el sentido y la forma del acertijo entero.
La intensificación de guerra fue el resultado de un pensamiento lógico que engaña. Esta decisión careció de la sabiduría de la intuición; los puntos de vista de aristas, poetas, pacifistas y solucionadores de conflictos.
Luis Miguel Díaz. Creyente en el diálogo para la solución pacífica de controversias y desconfiado del lenguaje, las reglas y las autoridades, incluyendo la propia. Doctor en Ciencias Jurídicas y Maestro en Derecho Internacional de la Universidad de Harvard. Abogado de la UNAM. Autor de 16 libros y más de 100 artículos. Presidente del Centro Interdisciplinario para el Manejo de Conflictos, A.C. lmd@solucionegociada.com
Al poco tiempo de asumir el poder, tanto Lyndon Johnson como Mikhail Gorbachev tomaron medidas para intensificar los conflictos bélicos que habían heredado, la guerra de Vietnam y la invasión soviética a Afganistán. Ambas guerras fueron un desastre humano.
Las guerras son medios intelectualmente obsoletos y globalmente desacreditados para alcanzar el bienestar.
Los conflictos políticos y sociales complejos no pueden ser manejados con litigios y guerras, requieren diálogo.
El Presidente agradeció una amplia gama de opiniones e invitó a expresar puntos de vista opuestos. Entre más aprendió sobre riesgos, más se inclinó a intensificar temporalmente la guerra. Obama fue intimidado. Su sentido diplomático e intensiones pacifistas fueron anuladas.
La alternativa al aumento de la guerra es una intervención colaborativa de todos los involucrados mediante la utilización de métodos para la resolución de conflictos y con la ayuda de negociadores y mediadores. Idealmente esto se podría logar gradualmente y en un ambiente de informalidad y humildad. Los acuerdos más pequeños ofrecen la capacidad de acción temprana, y podrían ser incluidos bajo el plan de un acuerdo general en una fecha posterior.
Se reportó que el presidente Obama convocó a su equipo de seguridad nacional a la Oficina del Ovalo. Ya había tomado su decisión. “No les estoy pidiendo que cambien sus creencias”, dijo el presidente a sus asesores. “Pero si no concuerdan conmigo, díganlo ahora.” Hubo una pausa y nadie dijo nada.
La estrategia de aumentar-y luego-terminar resultó de un proceso serio de toma de decisiones en la Casa Blanca, dominado por procesos analíticos. La decisión fue tomada con base en piezas del rompecabezas. Obama perdió el sentido y la forma del acertijo entero.
La intensificación de guerra fue el resultado de un pensamiento lógico que engaña. Esta decisión careció de la sabiduría de la intuición; los puntos de vista de aristas, poetas, pacifistas y solucionadores de conflictos.
Luis Miguel Díaz. Creyente en el diálogo para la solución pacífica de controversias y desconfiado del lenguaje, las reglas y las autoridades, incluyendo la propia. Doctor en Ciencias Jurídicas y Maestro en Derecho Internacional de la Universidad de Harvard. Abogado de la UNAM. Autor de 16 libros y más de 100 artículos. Presidente del Centro Interdisciplinario para el Manejo de Conflictos, A.C. lmd@solucionegociada.com
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