"No hay que dar nunca por pedidio el camino del diálogo"

Debajo del tinglado de chapa de la Aduana chilena, bastante a salvo de las fuertes ráfagas de viento patagónico que arreciaron ayer, las presidentas Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet evocaron los treinta años del inicio de la mediación papal que detuvo la guerra entre la Argentina y Chile. Ambas coincidieron que hubiese sido "una tragedia" y calificaron como un "hito histórico" la ceremonia que las reunió.Pocas veces se dan encuentros contrastantes como el de ayer, donde presidentes de dos países y sus ministros, legisladores, jefes militares y altos dignatarios de la Iglesia coinciden en un acto de fronteras, en medio de la vastedad de la Patagonia en este caso y con el ambiente de una escenografía tan modesta. Junto a Cristina y Bachelet, encabezó el acto el enviado papal, el cardenal y arzobispo de San Pablo Odilio Pedro Scherer. Luego de cantarse los himnos, Scherer leyó un extenso mensaje de Benedicto XVI, que recapituló la situación en 1978 por el conflicto limítrofe por el Canal de Beagle, las alternativas de la mediación de Juan Pablo II y de su enviado, el cardenal Antonio Samoré.

Para el Papa, el acuerdo fue un "ejemplo" de que "no hay que dar nunca por perdido el camino del diálogo".

La ceremonia siguió con un intercambio de estandartes de la fuerza de paz argentino-chilena "Cruz del Sur", un gesto inédito entre las fuerzas armadas de ambos países.Luego, las presidentas y Scherer descubrieron la primera piedra del "Monumento a la Integración", que recuerda la mediación y el aniversario, y que será construido el año que viene para ser emplazado en este lugar.Cristina y Bachelet agradecieron a Benedicto XVI y la mediación de Juan Pablo II. La chilena evocó la figura de Samoré, "un hombre justo y bueno", y sostuvo que "el proyecto compartido de modernidad" de los dos países "fue fruto de esa mediación".A su turno, Cristina se emocionó cuando recordó que en 1978, a sus 25 años, su esposo Néstor Kirchner la acompaño al aeropuerto de Río Gallegos -que "era un hervidero"-- para que ella y su hijo Máximo abandonaran la ciudad. Casi se quebró cuando trazó una línea de tiempo con esa noche de angustia: "Cuando vi mi nombre en esta placa... quién iba a imaginar entonces, lo que son las vueltas de la vida".Cristina sostuvo que pese a las tensiones argentinos y chilenos eran parte de una misma comunidad: "No había enfrentamientos entre los pueblos. Eran decisiones de dos gobiernos que no eran democráticos".En el acto hubo alrededor de 600 personas y los chicos de escuelas primarias tuvieron un lugar protagónico. Algunos fueron ubicados en el mismo escenario detrás de las autoridades. Allí se ubicaron los cancilleres Jorge Taiana y Alejandro Foxley y los ministros de Defensa, Nilda Garré y José Goñi.Por la Iglesia estuvieron los nuncios en la Argentina, Adriano Bernardini, y en Chile, Giuseppe Pinto, y los obispos de Río Gallegos, Juan Carlos Romanín, y el emérito de Rancagua, Francisco Prado Aranguiz. Las presidentas viajaron desde Punta Arenas, donde Cristina culminó su visita oficial el jueves. En el Tango 01 fueron a Río Gallegos, donde subieron a un helicóptero que las condujo hasta este punto fronterizo a 80 kilómetros de la capital santacruceña. En la concepción de lo que debía ser este acto hubo diferencias. Bachelet invitó a legisladores de la oposición y representantes de los partidos políticos chilenos. A un puñado de días de celebrarse los 25 años de la vuelta a la democracia en 1983, cabría reflexionar las causas de que esa misma amplitud no haya existido en la Argentina en una conmemoración que trasciende largamente al gobierno de turno.

Publicado en el diario "El clarín" el 6 de Noviembre del 2008, http://www.clarin.com/diario/2008/12/06/elpais/p-01816966.htm