Ciudad Victoria, Tamaulipas. El Instituto de Mediación del Estado de Tamaulipas (IMET), es el órgano rector de la Ley y entre sus obligaciones tiene la de promover y difundir lo que es este procedimiento.
Actualmente el IMET enfoca sus esfuerzos en dos grandes áreas de atención: Una, la Mediación como un gran movimiento social en busca de la paz y la concordia, y otra, como auxiliar para el cumplimiento de la reforma constitucional del 2008.
La Mediación evolucionó desde sus orígenes en nuestro país como un mecanismo de pacificación de las relaciones humanas, pero sobre todo como un procedimiento, en cuyo seno los protagonistas del conflicto, además de experimentar un crecimiento ético, se dan cuenta que los conflictos son oportunidades para mejorar y fortalecer las relaciones y crear vínculos sanos y seguros.
En torno a esto, William Ury comentaba, “lo que caracteriza el grado de civilización de una sociedad, no es la mayor o menor conflictividad de sus integrantes, sino el modo en que los conflictos se solucionan. Hay tres grandes modos de resolver un conflicto: sobre la base de los intereses, sobre la base de los derechos y sobre la base del poder… Los tres mecanismos tiene un rol apropiado, pero la llave se halla en la proporción.
En las sociedades primitivas o enfermas, la mayoría de las disputas se resuelven en base al poder, muchas en función del derecho y las menos en función de los intereses.
En las sociedades civilizadas o saludables, la proporción está invertida: la mayor parte de los conflictos se solventan conciliando los intereses –a través de procedimientos como la negociación y la Mediación-, algunas disputas se saldan a través del derecho –mediante mecanismos judiciales- y pocas en base al poder”.
Siguiendo este razonamiento, concluiríamos en que nuestra sociedad aún se encuentra en su etapa primitiva, enferma y urge que encontremos el remedio para su curación. Necesitamos cambiar la cultura de conflictividad en que estamos inmersos, por una cultura de entendimiento, para así vivir en paz y construir nuestro futuro y el de nuestros hijos en un ambiente de armonía, de concordia y de prosperidad social.
El conflicto es parte natural en la vida de las personas, por lo que no debe preocuparnos su existencia. R. Caivano señala, que “lo preocupante no es la existencia del conflicto, sino la falta de vías adecuadas para resolverlo”.
Los tiempos violentos que vive México reclaman alternativas pacíficas, y la Mediación, que ya es considerada como un movimiento de paz y concordia social y puente para transitar de una cultura de la violencia a una cultura de la paz, es un sendero viable para lograrlo.
Una legítima aspiración del pueblo mexicano es coexistir y relacionarse pacífica y armónicamente, en condiciones tales, que la seguridad tenga plena vigencia y que los conflictos se gestionen invariablemente a través del diálogo, la tolerancia y el respeto a la diversidad.
Independientemente de la riqueza contenida en nuestra Carta Magna y de la estructura legal que da vigor a nuestro Estado democrático de derecho, en la realidad encontramos una colisión entre la cultura del respeto a la legalidad y la práctica generalizada de actitudes destructivas.
En este espacio al que nos referimos, además de incluir a las instituciones responsables de la seguridad ciudadana y la administración de la justicia, a las que originalmente corresponde producir las condiciones básicas para el desarrollo humano, debemos integrar a las instituciones socializadoras fundamentales, cuya tarea es esencial en la construcción de una cultura de la paz y la concordia.
En ese sentido, es necesario hacer la evaluación de la familia, la escuela y la comunidad y el compromiso que les ha asignado el Estado en el proceso de socialización, ya que la tarea que tienen encomendada, es tan relevante que su cumplimiento o incumplimiento está directamente ligado a las relaciones interpersonales y sociales pacíficas o violentas.
El camino transitado y las experiencias diseminadas en nuestro país, nos muestran que el movimiento mediador es una alternativa viable si su práctica se generaliza para reducir drásticamente la violencia en nuestra cultura.
Si la mediación en la familia la puede sosegar y fortalecer las relaciones entre sus miembros; si la mediación en la escuela la puede apaciguar y abrir espacios para dar cabal cumplimiento a los mandamientos del Artículo 3 Constitucional; si la mediación en la comunidad la logra tranquilizar y se reducen dramáticamente los conflictos que culminan con la actualización de ilícitos; si la mediación en sede de procuración y administración de justicia puede constituirse en la cristalización del efectivo acceso a la justicia pronta y expedita, entonces es urgente que el ejercicio de reflexión y análisis referido, culmine con el diseño de políticas públicas de pacificación social en los tres niveles de Gobierno.
Joaquín Arnulfo Roché Cisneros. Diario de Victoria.com.mx. 14/12/2010 http://www.eldiariodevictoria.com.mx/?c=143&a=22540
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