Día del MaestroEn medio de las crisis que estamos viviendo no sólo en esta región y en este país, sino en el mundo entero, producto entre otras cosas del miedo que nos provocan estos tiempos de incertidumbre, no me cansaré de insistir desde la academia que es necesario atender, como mínimo, el llamado de la prudencia, que aconseja recuperar las añejas virtudes de la justicia, la responsabilidad, la persistencia, la templanza, el respeto por el otro y por la palabra misma, y el valor civil de decir las cosas poniéndoles la impronta propia. Y aunque suene paradójico, hago énfasis en que si algo nos ha enseñado la economía misma en el transcurso de su propia historia es que la confianza vende, al igual que la credibilidad, sin dejar de mencionar que la mejor publicidad y propaganda que podría hacer cualquier institución educativa es la calidad en todos los procesos que adelante. Con esta actitud, con este comportamiento, en un abrir y cerrar de ojos, estaríamos en condiciones de contribuir en la construcción de un sistema de pensamiento del que la sociedad misma se vea beneficiada; y si dejáramos de actuar de esta manera, con el más mínimo parpadeo nos destruiríamos -que desde mis prejuicios, creo que es lo que está pasando-.
Los maestros universitarios sabemos que cuando dejamos la adolescencia llegamos a una etapa que nos permite poder comprender y explicar que una institución educativa, no se crea de la noche a la mañana, máxime porque es en ésta en donde se construye el pensamiento, la racionalidad misma, y que esto requiere tiempo, paciencia, tolerancia, honestidad y humildad intelectual. Por supuesto, estoy convencido de que una institución de educación superior debe ser rentable, no faltaba más (éste es un tema que no se debe eludir); pero no es sólo eso.
Una universidad está sostenida fundamentalmente sobre los hombros de sus docentes (en aras de ser justos, digo que no son los únicos) que persiguen un proyecto de vida individual y colectivo; y que se precisa un tiempo largo para que éstos desarrollen todo su potencial.
En esta ya tradicional fecha del Día del Profesor, bien cabe traer a colación que hay elementos que, allende la razón, se configuran como importantes, y que constituyen un soporte relevante de la academia. No hablo de otra cosa que de la sensibilidad, el afecto y la emoción; de las alegrías y los desencantos; de las añoranzas y los deseos; de la capacidad de construcciones colaborativas y los acuerdos.
“Todos a uno”, se materializan como una imagen moral indispensable de ser evocada permanentemente para la edificación de una sociedad más justa y equitativa. Esta fecha debe servirnos a todos los 'profes' de este país para hacer un profundo acto de contrición en el sentido de pensar que nosotros seguimos siendo responsables de formular una y otra vez las preguntas ineludibles ¿qué puedo saber?, ¿qué puedo hacer?, ¿qué puedo esperar? De mi parte, que los 'profes' de este país reciban el más solidario y afectuoso saludo.
Opinión del Diario "La Patria" de Colombia publicada el 15 de Mayo de 2009 en el sitio "La Patria.com"
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