Alicante,
España. Cuando comienzas a trabajar en mediación más tarde o más temprano te
das cuenta que necesitas estudiar “el conflicto” y ello se debe a que el
conflicto constituye el “objeto” de nuestro trabajo.
Siendo
el conflicto nuestro objeto de trabajo, hay que decir (sin pretender llegar a
ser un conflictologo) que el estudio del conflicto como tal es una necesidad
del mediador; o es que como parafraseando la pregunta del maestro Entelman
“¿acaso concibes a un médico cirujano que no haya estudiado la anatomía del
cuerpo humano?”.
Resulta
obvio que para estudiar el conflicto debemos definirlo y luego remitirnos a los
elementos que lo componen. De las muchas definiciones de conflicto opto por
quedarme y parafrasear una vez más al maestro Remo Entelman, para quién el
conflicto es “la percepción de intereses total o parcialmente incompatibles
entre dos o más partes”.
De esta
definición se pueden extraer cuanto menos los siguientes tres elementos: a) la
percepción, b) intereses y c) incompatibilidad. El mediador trabajará entonces
sobre esos tres elementos a la vez para intentar llegar con las partes a la resolución
del conflicto.
Son
muchos los mediadores que reducen el conflicto a uno solo de esos elementos:
por ejemplo los intereses, lo que para mí es un error. Otros van aún más lejos
y reducen el conflicto a las emociones y dicen que “el conflicto descansa en
las emociones” y/o que “las emociones son el conflicto” y esto es un error aún
más grave porque las emociones son un sub-elemento del conflicto que se
encuentran dentro de “la percepción”.
Ahora
bien si lo correcto es trabajar las percepciones, veamos pues cómo trabajarlas.
¿Qué significa percibir? ¿Qué sentidos involucra? ¿Cómo percibe el ser humano?
¿En qué consiste la realidad? ¿Es la percepción algo perfecto?
Es
evidente que se percibe a través de los cinco sentidos y es evidente que lo que
se perciben son en general hechos concretos. Voy a explicarlo en los siguientes
términos: la realidad se compone de tantas visiones como personas hay en el
mundo, ya que cada una de ellas hará su particular descripción de “su”
realidad, y solamente integrando todas esas visiones tendríamos una visión
única y global de “la realidad”. La conclusión es que el mapa (visiones
particulares) no son el territorio (visiones globales o totales).
Percibimos
a través de nuestros sentidos, entonces por ejemplo “veo” algo “pienso” en que
es ese algo, “lo valoro”, “siento” y “reacciono”. Con lo que el proceso se
podría ordenar de la siguiente forma: ver, pensar, valorar, sentir y reaccionar
(perro, peligroso, miedo, huir).
Pero no
menos cierto es que hay otras teorías, sin profundizar demasiado me apunto a la
que sostiene que el proceso de percepción es: ver, sentir, pensar, valorar y
actuar.
Veo un
árbol siento la tranquilidad que me transmite, me entran ganas de descansar,
tengo tiempo para tomarme un descanso, me siento a su sombra por un buen rato.
En
cualquier caso lo que pretendo es poner en su justo lugar a las emociones. A lo
largo del proceso de percepción las emociones pueden estar ubicadas en un sitio
u otro de la línea del tiempo.
Y
aunque pueda parecer un detalle menor, no lo es, puesto que si la neurociencia
tiene razón y las “emociones” están ubicadas antes que la “valoración” la
decisión de “actuar” se tomaría libre de la influencia emocional toda vez que
éstas son racionalizadas en la etapa del “pensar”.
Partiendo
de éste último presupuesto, será trabajo del mediador intentar “revelar” en las
sesiones de mediación, cómo ha sido el proceso decisorio de las personas para
poder poner de relieve las emociones que han influido o no en él.
¿Entonces
qué trabajo hago como mediador? ¿Se trabajan o no la emociones? ¿Cómo juegan
las emociones en este esquema?
Teniendo
en cuenta que el mapa (percepciones) no es el territorio (realidad), lo que
como mediador hago, es intentar introducir en el mapa de cada una de las partes,
aquellos elementos que se pueden extraer del discurso de la otra.
El
mediador toma del discurso de X el elemento emocional y lo introduce en el mapa
de Y, quien podrá entonces recoger o no ese elemento. Así por ejemplo una de
las partes puede “tomar conciencia” de cuales eras las emociones de la otra
parte en tal o cual momento de la vida del conflicto.
El gran
secreto o misterio de la mediación es que de esta forma de trabajo se deriva la
modificación del mapa de cada una de las partes es decir ha cambiado la
percepción de la realidad y toda vez que la percepción cambia, la posibilidad
de solucionar el conflicto aparece.
Mucho
se habla de “ventilar” las emociones en mediación, tengo para mí que la
finalidad de ello es la que acabo de describir en un proceso y no la pretendida
desescalada en la virulencia del conflicto ya que no olvidemos que las
emociones pueden aumentar en intensidad y no olvidemos que la intervención de
un tercero ajeno al conflicto normalmente hace que el conflicto escale para quien
no ha pedido la mediación.
Bibliografía
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Franco Confroti. Director de Acuerdo Justo
Franco Conforti. Diario Jurídico.com. 13/05/13